miércoles, 2 de diciembre de 2015

SOY

(Artículo publicado en Viva Jerez el 3/10/2015)
Soy de los que aún piensan en pesetas. Mecánicamente hago la conversión a una moneda con la que he convivido la mayor parte de mi vida. Soy de los que sigo sin comprender esa moda de llevar los vaqueros rajados por la rodilla o los calzoncillos por fuera del pantalón. Soy de los que sigue dando los buenos días, las buenas tardes, las gracias y el por favor. De los que ceden el paso a las señoras sin que eso signifique atisbo alguno de machismo. Soy de los que siguen llamando de usted a los profesores, y a los médicos y a los curas. De los que bajaban la cabeza cuando mi padre bendecía la mesa. Soy de los cuatro angelitos tiene mi cama, cuatro angelitos que me lo guardan. Soy de los que siguen disfrutando con una buena película en blanco y negro. Soy de los que creen que la mili te hacía un hombre y te marcaba el carácter. De los que iban al cole con zapatos de vestir, y cartera y con la raya en medio. 
De los que salían un sábado por la tarde a Divina Pastora, o a San Joaquín, a Salve, a la Pandilla, o la discoteca flamenca La Bodega, o a las fiestas en la caseta del Club Nazaret en el Parque. De los que aun canturrean las canciones de los payasos de la tele. Soy de los que añoran los tabancos de antes, los ultramarinos de antes, las droguerías y las panaderías de antes. Soy de los que recogen un trozo de pan que se cae al suelo, le soplo, lo beso y vuelvo a poner en la mesa. Soy de los que vieron por la tele la muerte de Franco y proclamar Rey a Don Juan Carlos. Soy de los que disparaban con escopeta de plomillos y ponía perchas para coger pajaritos sin temer una multa de la Guardia Civil. De los que dormía tendido en el asiento de atrás del coche cuando mis padres me llevaban de viaje. Soy de los que se pasaban las revistas de chicas “con poca ropa” que alguien traía de la Base de Rota. 
De los que estudió parvulito, y la EGB, y un bachillerato en el que nos juntaron a los niños con las niñas. Soy de los que criaba gusanos de seda en cajas de cartón agujereadas y llenas de hojas de morera. De los que leían al Capitán Trueno, y las aventuras de los cinco. De los que montaba la tienda de campaña en la playa, y la Sierra sin pedir permiso. De los que iba a Ceuta a comprar radiocasetes y a Portugal a comprar toallas. Soy de los que jugó en la plazoleta, y en los Futbolines “Paco” en la calle Escuelas, y de los que disfrutó de las tórridas noches de verano en el Terraza Tempul. Soy de los que compraron en Simago y pasó en coche por la calle Larga cuando era Nacional IV. Soy de la UHF, del VHS y de las BH. Soy… Soy el que soy. Y así es como soy…

miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL VASCO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 26/11/2015)
Fue allá por los 80. Aunque no lo crean también yo tuve 18 añitos, y muy bien puestos dicho sea de paso y no es porque esté yo presente… Bien. Lo cierto es que por esas fechas acudí presto (a la fuerza, vamos) a la llamada del Ejército. Tras la instrucción en San Fernando (marinería, para más señas) me destinaron a Madrid. Sí, como suena. Recuerdo el choteo de mis amigos ¿Qué, a patrullar con el portaaviones en el Manzanares o en el lago de la Casa de Campo, no? Y allí estaba yo. En la capital de España, en unas dependencias de Marina en la calle Arturo Soria. El primer día, la primera en la frente. Me recibe un vasco con cara de vasco. Jeresano, cuéntanos un chiste. Pero antes sácate la patata de la boca, jajaja. Yo por entonces era el tío más soso para contar chistes (aún sigo siéndolo). ¿Y tú por qué no te pones la boina y cortas algunos troncos para entretenerte? le solté al vasco que me dijo algo en euskera que por el tono seguro que se estaba acordando de toda mi gente. Por si acaso, le dije “quillo, que eres un joio ziezo vascuence pichafloja”. Se quedó como diciéndome qué ha dicho éste que no le he entendido nada. Reconozco que previamente ya tenía una cierta animadversión a los vascos. La idea que por entonces nos vendían era la de unos tíos muy brutos que te sacaban una pistola o una bomba lapa a la de tres. La actitud chulesca de Patxi (que así se llamaba el vasco) reafirmó mi idea. Casi llegamos a las manos si no se interpone un compañero. Tres meses estuvimos evitándonos, asesinándonos con la mirada. Te espero en la calle “jeresano”. Cuando quieras “vascuence”. Pasó el tiempo y un día coincidimos “fuera” en la despedida de un compañero de Burgos que nos invitaba en el bar de un pariente en la zona de Argüelles. Copita por aquí, copita por allá, y de repente no sé cómo, acabé en la barra hablando con Patxi. Al principio tensos. Desafiantes. Marcando distancias. Pero poco a poco la conversación derivó a tengo un tío que se casó con una de Granada y es muy majo, y yo que el tal Iríbar, el portero del Atleti, era mi ídolo. Y de ahí a otra copa y a otra, y a la exaltación de la amistad cuando Madrid comenzaba a despertar. Desde ese momento fuimos inseparables. Me enseño algo en euskera y yo le hablé de la Feria. Al acabar la mili nos dimos un abrazo y prometimos volver a vernos. Pero esas son cosas que se dicen… pero que casi nunca se cumplen. Eso sí, hablamos alguna vez por teléfono. La moraleja de es que desde entonces procuro no prejuzgar ni encasillar a nadie por su lugar de origen, su raza, su cultura o su credo. Porque casi siempre me equivoco. Gente buena la hay en todos lados. Y mala también. Ahora que ciertos hechos terroristas hacen que muchos prejuzguen a personas que profesan otro credo religioso al nuestro, me acuerdo de Patxi y del tiempo que perdí por no intentar conocerlo mejor. Igual algún día cojo el coche y voy a ver al “vascuence”…  

jueves, 19 de noviembre de 2015

MADURITO INTERESANTE

Les confieso que últimamente llevo mal eso del paso del tiempo en mis carnes morenas y esa manía del ser humano de cumplir años, uno detrás de otro sin solución de continuidad. Pero, en fin, qué se le va a hacer. Ya se sabe que cada uno se contenta con lo que puede. Algunos haciendo suya esa frase que acuñara Adolfo Domínguez que alude a la belleza de la arruga, y otros ocultando su verdadera edad a los demás (sobre todo el Facebook, que vaya con algunos y algunas). Los hay también que hacen un pacto diabólico con alguna clínica dermoestética alisando la piel, poniendo o quitando cosas de allí o de allá hasta llegar, en ocasiones, a rozar el ridículo (ahí tienen a Carmen de Mairena que da miedo verla, por Dios…). Todos, en uno u otro momento, caemos en la tentación de engañar al calendario. Pero, como suele ocurrir, hay días y días. Y les cuento. 

Fue el pasado lunes. Parece como si todos los astros se hubiesen alineado ese día para recordarme lo rápido que pasa el tiempo y cómo éste se ceba en mi persona. Y la primera, en la frente. Fue al despertarme. Era el primer día de la semana. El día anterior había trasnochado demasiado. Como cada mañana me dirigí al cuarto de baño. Y allí estaba yo, frente un espejo chivato que me devolvía con crueldad los efectos de una insomne noche en mi cara. El despeinado de mi pelo, las evidentes ojeras y una barba de tres días aumentaba mi sensación de estar frente a la reencarnación del abuelo de Heidi ¿Quién es ese que se asoma frente a mí? En fin, pensé, una ducha y todo arreglado… o casi. Creí que todo acababa ahí, pero no fue así. Ya en el coche y camino del cole, hice un comentario a mi hijo sobre el vaquero hecho jirones que llevaba, tan largo que casi se lo pisaba. Su respuesta aludió a eso de que papá estás ya muy mayor, no entiendes y eres un antiguo. Me callé para no meter más la pata. Al llegar a mi trabajo, en el ascensor, un vecino que dice que estoy más gordito aunque, en un intento de arreglarlo, dijo que eso de la tripita era normal en “alguien de mi edad”. 

A mediodía, al salir, un joven en la calle me llamó de usted para preguntarme la hora, y por la tarde el peluquero me preguntó si quería ocultar mis canas con un líquido que era lo último en cosmética capilar para disimular el blanco de mi cabello de madurito interesante. Menos mal que el día acabó. Pero llegarán otros. Y mañana seré un día mayor. En fin, siempre podré decir eso de que lo importante es llegar a esta edad, o que así es la vida, o que la experiencia es un grado (aunque siempre habrá quien te diga que esa expresión es de cuando se hacía la mili, que yo la hice, en la Marina para más señas). Pero el que tuvo… retuvo, como diría el otro.  Y aquí está el tío. Un “madurito interesante” ¿O no? Y es que cada uno se contenta con lo que puede.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA PORTABILIDAD

(Artículo publicado en Viva Jerez el 12.11.2015)
Hola ¿Cuánto paga por su conexión a Internet, a televisión y teléfono fijo? ¿Yo? Unos 50 euros. ¿Y por el móvil suyo y el de su esposa? Unos 35 entre los dos. Si se pasa a nuestra compañía tendrá más megas, más canales, el fijo y dos líneas de móviles con 3 gigas cada una por 70 euros. Me salen las cuentas. Pagaría 15 euros menos y tendría más de todo… Sí, adelante ¿Qué hago? Bien, le solicitamos la portabilidad a su compañía y en breve recibirá dos nuevas tarjetas SIM. ¡Y aquí comienza el calvario! A los 2 días llaman de mi compañía y me alertan que en 48 horas me quedo sin las dos líneas al transferir la portabilidad. ¡Pero si no tengo las tarjetas! 

Marco el número desde donde me dieron la oferta. No da tono. Es una centralita. Llamo al que aparece en la web. “Nuestras operadoras están ocupadas en este momento. Llame más tarde”. Al quinto intento. Número de DNI. Sí, dígame. Le explico el caso. “El sistema nos indica que usted ha recibido ya las tarjetas”. Sí, pero lo cierto es que no es así y pasado mañana me quedo sin teléfono. Le transfiero al departamento de altas. 30 segundos de música y se corta la llamada. Vuelvo a marcar. “Nuestras operadoras están ocupadas…”. Al sexto intento, DNI y ¿Qué desea? Le explico una vez más mi periplo. “El sistema nos indica que usted ya las ha recibido…”. Oiga, que no. Le paso al departamento de contratos. Musiquilla. 2 minutos. DNI. Sí, dígame. Le vuelvo a explicar el caso. “El sistema nos indica…” Oiga, por favor, que no las he recibido (mi tono ya iba en aumento). No se preocupe que las recibirá. Cuelgo el teléfono enfadado. Al día siguiente, SMS de mi compañía “En 10 horas se queda sin línea” ¿Cómo? Vuelvo a llamar. “Nuestras operadoras…”. Al fin. DNI. ¿Si? Oiga me dice mi operador que me quedo sin línea en 10 horas y aún no tengo las tarjetas. “El sistema…” Oiga, que anulen mi portabilidad. Que se acabó. De acuerdo caballero, se anula. Cuelgo. Al poco tiempo otro SMS de mi compañía “En 1 hora se queda sin línea”. Me enciendo. Vuelvo a llamar. Oiga ¿Está anulada mi portabilidad? Sí, caballero. Ya pero es que en mi compañía me dicen… “El sistema indica que está anulada”. Le paso con bajas. Y se corta la llamada.

Vuelvo a llamar. DNI. ¿Qué desea? Buenas tardes (Esta vez con tono muy serio). Dígame su nombre, de dónde llama y su número de operador. Un segundo que lo apunto. Le llamo desde un despacho de abogados. Estamos ultimando una querella criminal en virtud al artículo 122 de 2012 contra su compañía y contra usted subsidiariamente si en 1 hora los dos letrados que aquí trabajamos nos quedamos sin línea por culpa de no haber anulado la portabilidad que hemos solicitado, con base a la jurisprudencia manifiesta de 2 de enero de 2006 de la Ley de Portabilidad 2/2011. Queda usted advertido. Gracias. Parecía Pinocho, pero me quedé tan ancho. Al minuto, mensaje de mi compañía “La portabilidad queda anulada”. A fecha de hoy aún no he recibido las tarjetas. ¿Imaginan el nombre de la compañía? Es fácil ¿SI O NO? Si me ven por la calle, pregúntenme... si me dicen el DNI, claro…

miércoles, 28 de octubre de 2015

¡VIVA LA CARNE!

(Artículo publicado el 29.10.2015 en Viva Jerez)

Esa barbacoa de los domingos a mediodía con sus chuletitas de cordero, su secreto, su presa y sus costillitas de cerdo, los choricitos criollos, la panceta, las salchichas y las hamburguesas para los niños. Esos bocadillos de salchichón, de chorizo, de mortadela con aceitunas o de jamón ibérico debajo de una sombrilla en la playa, con su tintito con casera. Esos chicharrones, crujientes y sabrosos de la carnicería de Manolo que te los llevas en su papel de estraza y que no llegan a casa porque das buena cuenta de ellos por el camino. Esas tostás del desayuno con su buena manteca colorá, o con su foei gras de La Piara o su buen lomo metío en manteca con ese café con leche que te quema los dedos. Esa pringá del puchero con su tocinito, su morcillita, sus papas grandes, sus garbanzos y mucho pan de la Venta Las Cuevas para mojar, mientras se te caen dos lagrimones diciendo qué bueno está esto por Dios bendito. 

Y ahora nos viene la Organización Mundial de la Salud con un informe, vaya usted a saber de dónde lo han sacado, que dice que la carne es perjudicial, cancerígena y no sé cuántas cosas más. O sea, que si les hacemos caso, a partir de ahora a tomar verduritas (eso sí, ecológicas, no vaya a ser que estén contaminadas por pesticidas o cosas así y la palmemos por tomarnos una lechuga); a comer pescado (pero con mucho cuidado no vaya a ser que tenga el anisakis ese que se nos mete en el cuerpo y… al otro barrio antes de decir esta boca es mía); y a beber sólo agua (pero ojo, embotellada que la del grifo puede tener bacterias  que son “mu malas”). A ver si nos enteramos, o mejor dicho, a ver si se enteran de una vez en la organización esa de la salud. Toda comida, en exceso es malo. Eso ya lo sabíamos. Dos o tres copitas de Tío Diego, de lujo, pero dos botellas en una tacada… te pillas una que ni te digo. Un cartuchito de castañas está genial, pero un kilo y medio en una sentada, te puede entrar de todo. Una Carmela de los hermanos Perea sienta bien a cualquiera (siempre que no tenga azúcar), pero una docena para merendar te empachas para tres días seguidos. Y una barbacoa de carne los domingos, sienta de maravilla a todo hijo de vecino. 

Lo malo sería hacer una barbacoa diaria, que únicamente sería bueno… para el colesterol malo. Un cuarto de chicharrones con tu parienta cuando se encarte es para dar gracias a Dios por crear al cerdo, pero ir a la carnicería de Manolo todos los días para llevarse el cartuchito es vicio, y además una bomba para las arterias. En fin, que ustedes me entienden. Que la carne forma parte de nuestra cultura más cotidiana. Y que asustarnos con que viene en lobo me suena más a intereses económicos de las grandes compañías que a estudios rigurosos sobre los efectos en las personas de un buen plato de jamón con sus picos, sus olivitas y su Tío Pepe fresquito ¿Se puede pedir más?

jueves, 15 de octubre de 2015

LA NOTICIA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 15/10/2015)
Se lo dijo de sopetón, mirándolo a la cara, sin contemplaciones, sin apenas mostrar sentimiento. Tragó saliva y un sudor frío recorrió su cuerpo. Se quedó inmóvil, mirándolo fijamente, sin hablar, sin creerse aún lo que acababa de escuchar. En su rostro asomó una sonrisa, máscara de una angustia intensa. Ni siquiera pidió que le repitiera la noticia. Él, en su interior, lo sabía. Su cuerpo le había dado suficientes señales en estos últimos meses, aunque él no quería o quizá no deseaba descifrarlas. Salió con las pruebas bajo el brazo y con el alma desconcertada. Miró su coche aparcado, pero no se dirigió a él. Quería andar, pensar, digerir caminando la noticia que acababa de recibir. Pero no reaccionaba. Y además -menuda paradoja- sabía porqué. Pensó que era consciente de que aún no era consciente de la situación. Veía sin mirar, caminaba sin rumbo fijo, con tristeza en los ojos. Quería llorar, gritar, soltar lo que llevaba dentro, pero pensó que tal vez ocurría como cuando muere alguien cercano, que se activa un mecanismo de defensa que impide la aceptación de lo ocurrido. Pasó horas deambulando por las calles. Jerez se le hacía cada vez más pequeño. Se ahogaba entre sus edificios, entre sus calles y plazas. Esas que antes miraba con pasión imaginando épocas pasadas. De repente, casi sin darse cuenta, se encontró frente a su casa. Miró el edificio e imaginó a sus hijos a punto de irse a la cama, a su mujer preparando la cena, el esperado partido del siglo en el televisor de plasma. Pensó en esa rutina a la que antes no daba valor pero que ahora se le presentaba tan  maravillosa que, por sí sola, daba sentido a toda su vida.

Cerró los ojos y en su cabeza volvieron a resonar hirientes las palabras del médico: “Un año. Año y medio quizás. Lo siento”. No podía ser. Era demasiado joven y la vida demasiado maravillosa como para bajarse en marcha. Cuántas veces dijo hasta aquí hemos llegado. Cuántas abjuró del absurdo vicio. Cuántas mañanas se prometió que ese día era el último. Desde los 15 fumando sin parar, una cajetilla tras otra, un cigarro tras otro y ahora, 30 años después, la puta nicotina dejaba asomar su faz más horrenda. Unos pulmones destrozados. Un cuerpo para el arrastre. Y allí estaba frente a su casa. A punto de dar la peor noticia que se le puede dar a una familia. Y entonces reaccionó. Inspiró hondo, sacó fuerzas de flaqueza y dando un puñetazo al aire se prometió luchar, pelear. Qué coño ¿Rendirse? 

De eso nada. Tengo que dar la cara, enfrentarme a la enfermedad. Subió los escalones de dos en dos y entró en casa. Habló con su familia que le ofreció su apoyo. Se sentó en su sillón preferido, abrió una lata de cerveza y se dispuso a ver el partido del siglo mientras saboreaba esa rutina maravillosa, ese día a día que a veces no valoramos... quizá porque no nos falta…
 

(Dedicado a un buen amigo que le sigue echando huevos a la vida). 

jueves, 17 de septiembre de 2015

CARRIBERO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 17.9.2015)
Fue hace años. Llegó de la mano de su padre. Ya sabía de él, de su enfermedad congénita, de la lucha de su gente por sacarlo adelante. Pero ahora estaba allí. Delante de mí. Con su frágil figura tambaleándose e inconsciente de lo que sucedía a su alrededor. Marcos me ganó ese día. Comprendí que la vida, en ocasiones, tiene el sentido que queramos darle. Y que la vida de Juan y Ana Mari, desde que nació ese crío, tenía un único sentido: vivir por y para él. Contra viento y marea. Sin descanso. Por un hijo se hace todo ¿verdad Esteban? Y uno asiente porque también tiene hijos y porque sería capaz de lo impensable por operarles, si fuera vital y necesario, en cualquier punto del planeta. Por mucho que costara. Y si hace falta salir a la calle a pedir, pues se pide. Y si hace falta vender tu casa, tu coche o lo que sea… pues adelante, que por un hijo… 

Marcos tiene ahora 8 años. Ya anda. Como puede, pero anda. Y es un crío feliz. Inconsciente de todo lo que su causa ha movido, pero feliz. Y sus padres, de algún modo, también lo están cuando lo ven así. Y su hermana, y su familia, y sus vecinos y amigos. Porque Jerez se ha volcado estos años para hacer posible su viaje a Boston. Una operación necesaria que no admite duda y que cuesta un riñón… y el otro, si me apuran. Miles de dólares que han arruinado a la familia Carribero Moreno, pero que les ha unido más si cabe en torno al pequeño Marcos. De qué te sirve el dinero, amigo Esteban, si te falta lo más importante, me dice Juan. Y con más razón que un santo, toma la cruz en el hombro y sale a la calle para pedir por su hijo. Y organiza cuestaciones. Y se reúne con Dios y con el diablo si hace falta para llenar la hucha. Marcos necesita otra operación. Es urgente, vital y necesaria. Ya debería haberse sometido a ella, pero aún faltan unos miles de dólares para el viaje… y para los médicos que cobran lo impensable. 

El 23 de septiembre, la plataforma que los apoya ha organizado un evento para recaudar fondos. Un cartel de lujo con casi 40 artistas como Los Morancos, Capullo, Raya Real, María de la Colina, Marismeños, la comparsa del Selu, Luis el Zambo, José Gálvez, Luis Lara y que me perdonen los demás porque casi no me queda espacio en este artículo. Mi amigo y compañero Pepe Marín, la artista y amiga, María José Santiago y este modesto periodista presentaremos el espectáculo. Será en el Alcázar, a las 21 horas. Pasarán un buen rato y además ayudarán a la familia Carribero a llenar su hucha. Por desgracia, en el mejor de los casos, no será suficiente aún. Quedará mucho por conseguir. Pero se habrá dado un gran paso. Lo que más me llama la atención es que los que menos tienen son los que más dan ¿Qué curioso, verdad Esteban? Si Juan. A ver si cambia esto y alguien que tenga el dinero y un gran corazón lo pongan en la hucha del que solo pide por su vida. Por favor, vayan el 23 al Alcázar. Marcos estará allí. Feliz. Inconsciente, pero feliz.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

EL FINAL DEL VERANO

(Artículo publicado el 3/9/2015 en Viva Jerez)
Ya en los 60 el Dúo Dinámico advertía del final de un verano que, cuando llega septiembre, se nos escapa entre los dedos. Cierto es que, según el calendario, a la estación estival le quedan aún un par de semanas. Pero el regreso al trabajo este lunes, la vuelta al cole en algo más de una semana y el fresquito de madrugada que nos obliga a ponernos la “rebequita”, hacen que la mente esté ya puesta en el otoño y, casi sin darnos cuenta, en la Navidad. Pero no les quepa duda que el año que viene volverá el verano, con su calor y su turistas japoneses haciéndole fotos a Don Miguel Primo de Rivera a las 4 de la tarde con el termómetro de la farmacia de la Plaza del Arenal a 44 grados; y volverán los famosos a bañarse en la Costa del Sol rodeados de paparazzis; y Paquirrín a pinchar discos en Ibiza; y los selfies con los colegas en Conil; 

y la copita en el Sajorami de Zahora; y los paseos por la playa de Cortadura; y el pisito alquilado en Valdelagrana; y ese libro que por fin acabamos de leer; y la visita a los abuelos en el pueblo; y qué calor hace en la plaza de España de Sevilla según dice Antena 3; y niño deja de joder con la pelota y a ver cuándo empiezas el cole de una vez; y la cervecita con unas papas aliñás en el chiringuito de La Barrosa; y la tortilla y los pimientos y la sandía fresquita bajo de la sombrilla; y las chanclas; y el pantalón corto y la camiseta de Fanta; y el hoy no me afeito que es verano; y de septiembre no pasa que me apunte al gimnasio que he engordado unos kilitos este verano; y niño ponte una toalla en el asiento que tienes mojado el bañador y me vas a poner perdido el coche; y esas siestas de dos horas en el sofá con la babilla que se te cae por la comisura de los labios; y ese gazpachito fresquito con mucho tomate y mucho aceite y mucho pepino y mucho pimiento; y ese tinto con casera blanca; y ese encoger la barriga cuando te encuentras con un pivonazo por la orilla; y despertarte a las 10 sin remordimientos de qué tarde es y lo que tengo que hacer; y enseñar a tu hijo a pedalear esa bici que le regalaron los abuelos hace un año y que aún no había cogido; y arreglar el trastero que ahora tengo tiempo y pasar el verano y aún no haberlo tocado; y Juani hace mucho viento así que vamos a Rota que allí no pega el Levante; y voy a pasar la ITV a ver si me para la Guardia Civil y descubre que llevo un año sin la “pegatina” en el parabrisas; o renovar el carnet de identidad que la foto es de cuando hice la primera comunión… 

Y la vida “seguirá igual” como dijo Julio Iglesias. Y el verano volverá y se marchará y nosotros nos iremos cargando de años. Y un tal Esteban volverá a ponerse triste porque se acaba esta estación y comienza otra. Y escribirá otro artículo de esta guisa. En fin, que me alegra volver una temporada más a escribir en este rinconcito de Viva Jerez. Un beso a todos (a los chicos también, que aquí en Jerez, a los amigos se les saluda con un beso. Y a mucha honra).

lunes, 31 de agosto de 2015

DRON. UN INGENIO VOLADOR QUE HA VENIDO PARA QUEDARSE

El término “Drone” (zángano en inglés) fue aplicado por los americanos a los primeros UAS (aeronaves cuyo piloto no va a bordo) derivados del modelo británico “Queen Bee” (abeja reina).  Tras décadas de uso exclusivamente militar, el multirrotor al que hoy denominamos Dron se ha popularizado en los últimos años
tras su aplicación comercial en trabajos que requieren una cierta autonomía aérea.
Su capacidad autónoma los convierten en herramientas esenciales para su utilización en lugares peligrosos o de difícil acceso. Igualmente se muestran adecuados para prestar apoyo a los servicios de emergencia  en zonas de desastres naturales a fin de coordinar las posibles acciones de rescate o el envío de medicinas o suministros. La cartografía de terrenos muy amplios y la realización de ortofotos; la gestión de cultivos e incluso la fumigación automática de algunas zonas;  el control de obras y la evaluación de su impacto; el seguimiento de la planificación urbanística, la gestión del patrimonio o el control y análisis del tráfico en las grandes ciudades son otras de las aplicaciones que se están conociendo en paralelo a la aparición de nuevos modelos con nuevas y mejores prestaciones.

Pero probablemente, entre el gran público, la aplicación más conocida sea la imagen que desde el cielo ofrecen estos drones. Equipados con cámaras de alta definición dirigidas desde el propio mando en tierra y con la visión que en tiempo real muestran en dispositivos como tablets o smartphones, son capaces de sobrevolar  cualquier escenario natural para mostrarnos  fotografías y vídeos de una espectacularidad única. La industria del cine ya se ha fijado en estos pequeños ingenios voladores para filmar escenas que, hasta ahora, solo podían recoger helicópteros o avionetas con el gasto que ello suponía y el poco control que se tenía sobre las imágenes que se captaban. En definitiva, ningún experto se atreve hoy a aventurar  hasta dónde podrían llegar las aplicaciones de los drones a medio y largo plazo.  El abanico de posibilidades es inmenso y por ello los gobiernos de todo el mundo han decidido regular su actividad. El hecho de que sean consideradas como “aeronaves” no tripuladas les ha conferido una categoría que, en cierta medida, está íntimamente ligada a la aeronáutica. Es por eso que la regulación actual exige para su utilización en trabajos profesionales una titulación oficial de piloto que, en el caso de España, está avalada por la AESA (Agencia Española de Seguridad Aérea) dependiente del Ministerio de Fomento. Un curso de 60 horas teóricas y 7 prácticas realizado por las Escuelas de Pilotos de Navegación Aérea existentes en nuestro país.

No en vano, utilizan un espacio aéreo común que ya está regulado por los organismos correspondientes. Elevar un dron una altura considerable o en lugares poco recomendables  como en las cercanías de un aeropuerto podría suponer un peligro para otras aeronaves. Sin hablar del uso ilegal de estos aparatos por ejemplo para  el envío de droga a kilómetros de distancia o para la invasión de la intimidad;  o simplemente del peligro que supone en caso de caída ante una multitud de personas. En definitiva, los drones están aquí y han venido para quedarse. Sabemos su presente, pero desconocemos hasta dónde podrán llegar en el futuro esos ingenios voladores. El tiempo lo dirá.

miércoles, 22 de julio de 2015

ALGO FALLA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 23.7.2015)
Esta mañana mi madre me ha despertado temprano. Medio dormido, he desayunado en la cocina. Lo de siempre, pan con manteca colorá con azúcar y un Cola Cao, mientras ojeo un tebeo del Capitán Trueno. Ni se me ocurre poner la tele, ya que no emiten hasta por la tarde. Además, no tenemos UHF. La he visto en casa de un vecino y ponen muchos dibujos animados. Mientras, ha llegado mi amigo Luis, que siempre viene conmigo al cole. Con cara de satisfacción me ha enseñado su colección de cromos Maga. La ha terminado después de tres meses. Al final, encontró ese tan difícil del Tucán brasileño. Ya son las nueve menos cuarto. Mi padre nos espera en el Dyane 6 para llevarnos a los marianistas de la Porvera. Hoy tenemos a Don Elías a primera hora. Seguro que nos vuelve a hablar de los conjuntos vacíos. Aún no me ha quedado claro qué es eso... A medio día, nos recoge la madre de Luis. 

Después de almorzar espoleá, que a mi madre le sale de lujo, he bajado mi BH plegable a la calle y me he ido a la plazoleta. Allí está toda la panda. José Mari, Manolín, el Antoñito... Están jugando al bolindre. Como siempre, gana Manolo, que tiene un vicio jugando al “hoyito mío”... Además, como su padre trabaja en la Base, se ha traído bolas americanas superchulas.  Luis propone jugar a otra cosa. Al escondite, a la piola, a la lima, a policías y ladrones, a las chapas... Al otro lado de la calle, las chicas juegan al elástico. A veces, nos quedamos mirándolas y no sabemos por qué. El hermano mayor de Luis dice que es porque nos estamos haciendo mayores. Finalmente jugamos al fútbol. Ponemos dos jerseys y hacen de portería. Lo malo es que cuando pasa un coche tenemos que parar el partido. Cinco veces hemos tenido que parar hoy. A las 7 me he ido a casa de Luis… han empezado los Chiripitifláuticos. Después de ver la tele, su madre nos da un bocadillo de mortadela y nos ponemos a jugar en su casa al parchís. Ya por la noche, me vuelvo a casa. Recojo el casco vacío y me paso por la confitería para comprar el tinto para mi padre y la Casera blanca. 

Por cierto que me he guardado la caperuza. Ya tengo 95 y con otras 300 más me dan un balón de reglamento. Cuando llego, mi padre está viendo “Crónicas de un Pueblo”. Ceno una tortilla a la francesa y me voy a la cama. Leo un capítulo de “Las aventuras de los cinco” y me duermo enseguida. Un día genial. Y entonces despierto del sueño. Y pienso que hoy, 40 años después, mi hijo de tiene reproductor de mp3, la Play 3, la Wii, el móvil de última generación, todas las pelis de Walt Disney en su disco duro, 200 canales en ONO, ordenador portátil, unas nike que cuestan una pasta, clases de fútbol y kárate… Y a veces me dice que qué hacemos, que se aburre… Algo está fallando en esta sociedad. ¿No creen? 

jueves, 16 de julio de 2015

SIESTÓN DEL QUINCE

(Artículo publicado en Viva Jerez el 16.7.2015)
Ayer me desperté a las seis y media de la tarde. Todo un record personal. Casi tres horas de sueño profundo. En la cama, con el aire acondicionado que vaya el calor que hace a mediodía en Jerez, con esa babilla saliendo de las comisuras de mis labios, algún que otro ronquido suave y, eso sí, con las persianas echadas a cal y canto… como Dios manda. Siestón del quince, como diría aquel. Una bendición de esta Iberia en la que me ha tocado nacer, que profeso desde hace años y que perfecciono siempre que me es posible. Nada de sofás incómodos que me obligan a doblar las piernas hasta buscar la mejor posición, butacones sin orejeras que hacen que mi cabeza se mueva más que un tentetieso, ni documentales de animalitos en la sabana africana en la 2. 

Siempre que puedo, me meto en el sobre, agarro celoso la almohada no vaya a ser que se me escape, me echo por encima la colchita de crochet que me hizo mi madre (no en estos días de verano intenso que todo me estorba…), dejo en silencio el móvil y cierro los ojos hasta que mi adorada deidad, el Señor Morfeo, me acoge en su seno y me hace navegar por esos profundos océanos del mundo onírico (¡por Dios, qué cursi me ha salido esta última frase!). En fin, que soy un firme defensor de la siesta vespertina, con mayúsculas. No en vano, considero que es uno de los placeres más agradables que tiene el ser humano y más en veranito. 

Está demostrado científicamente que la siesta mejora la salud en general y la circulación sanguínea y previene el agobio, la presión y el estrés. Además favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje (Todo esto lo que copiado y pegado del Wikipedia, para que vean que es verdad lo que digo). Y es que quién no recuerda esas siestas de verano, bajo la sombra de un árbol, con el sonido de las ramas al viento y los jilgueros cantando. O cuando uno se queda dormido en la playa después de una buena tortilla de papas, tomando el sol bajo la sombrilla, a media tarde, con el rumor constante de las olas… Por ponerle alguna pega a esta sana costumbre, reconozco que tras la siesta necesito un cierto tiempo para retornar al mundo de la vigilia. Durante unos minutos deambulo como un zombie sin rumbo, del dormitorio al baño y de éste a la cocina, en babucha, arrastrando los pies, con los ojos aún entornados y llenos de legañas, el habla estropajosa, despeinado hasta las orejas y poco lúcido, la verdad. Pero balbuciendo entre dientes y con una tímida sonrisa eso de “pedazo de siesta que me he metío entre pecho y espalda. Qué bien me ha sentao”. Uno de los escritores más importantes de la literatura española, el premio Nobel Camilo José Cela, con su sarcasmo habitual, definió como nadie esta sana costumbre tan española, indicando que la siesta había que hacerla “con pijama, Padrenuestro y orinal”. Pues ahí queda eso. Que no tengo más que decir.

miércoles, 1 de julio de 2015

LA BODA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 2/7/2015)
Cerró los ojos y la besó. Sus labios se entrelazaron ante la mirada y el aplauso de los invitados. Sintió algo de rubor en sus mejillas y todo su cuerpo comenzó a temblar. Pero ella, con su mirada sonriente, le devolvió esa seguridad de la que se había enamorado dos años atrás. Entonces no creía en el amor a primera vista, ni en flechas mágicas ni en Cupidos. Pero ese día de noviembre, cuando entró en aquel bar y la vio, sentada al fondo, con su iluminada sonrisa, luciendo ese suéter azul turquesa y esos vaqueros, todo pareció oscurecerse a su alrededor. Fue en el instante en que sus miradas se cruzaron cuando comprendieron que el mundo les pertenecía y que nada ni nadie podría impedirlo. Y ahora estaba ahí, junto a ella, en el día más feliz de sus vidas. Miró a sus padres. Recordó el día que les anunció su boda y el profundo daño que le hizo su silencio… y sus miradas. Pero ahí estaban, con sus ojos empapados en alegría y con el orgullo reflejado en sus rostros. Dirigió la mirada al anillo que ahora lucía en su dedo, símbolo de un matrimonio por el que prometió luchar sin descanso. Instintivamente buscó la seguridad de la mano de su amada y la apretó con fuerza. Nada ni nadie era más importante que ella. No imaginaba el resto de vida sin sus caricias, sin su mirada limpia, sin su complicidad. 

A su memoria volvieron entonces recuerdos amargos, indiferencias hirientes, miradas intransigentes de gente sin corazón que nunca intentó ni siquiera comprender. Y recordó su lucha interior por aceptarse tal cual era, y sus tímidos intentos de contarlo a los demás, y las sonrisas maledicentes que le hicieron tanto daño. Pero pronto comprendió que más personas habían sufrido durante años, en silencio, ese calvario de injurias y ofensas. Y aprendió a conocerse, a admitir su condición. Sin propagarla a los cuatro vientos, pero sin esconderla. Y las cosas comenzaron a cambiar. Poco a poco, pero sin vuelta atrás. También en un país al que le costaba dejar atrás una mentalidad anquilosada y en una ciudad que comenzaba a despertar de ese letargo de prejuicios. 

Un difícil camino que ahora quedaba atrás. Volvió a apretar su mano con fuerza y sonrió. Ella se acercó y le susurró al oído. ¡Te quiero, cariño! Sus ojos se empaparon de lágrimas. Nada ni nadie podría separarlas ahora. Eran un matrimonio de pleno derecho, con deberes y obligaciones. Y pensó en el respeto que todo ser humano se merece, al margen de su condición. Y pensó en miles de mujeres y hombres que sufrieron y siguen sufriendo por ser diferentes a la mayoría. Y en el empeño de algunos por negarles la felicidad o por sustraerles el simple nombre de matrimonio. Se sentía mujer. Se sentía persona. Era el día más feliz de su vida y nada ni nadie podría impedirlo.  

jueves, 11 de junio de 2015

AL LÍMITE

(Artículo publicado en Viva Jerez el 11/6/2015)

En unos días dará comienzo el verano de manera oficial. Días de vacaciones (para los que se las
puedan permitir), de idas y venidas a la playa, de viajes al pueblo de los abuelos… Y, en la mayoría de los casos, en coche. Permítanme que hoy les hable de la velocidad al volante. De controles y radares. De esas campañas de publicidad que nos alertan sobre los peligros en la carretera. La historia viene de antiguo. Muchos recordarán ese lema de “Papá no corras”, con la foto de los niños, la mujer y a veces incluso la suegra pegados en el salpicadero del coche mirando fijamente al sufrido conductor. O ese tema musical de Perlita de Huelva que decía algo así como “Atención amigo conductor, la senda es peligrosa y te espera tu madre y esposa para darte un abrazo de amor” (un pelín machista visto en pleno siglo XXI).

Pero en fin, lo cierto es que en los últimos años, Tráfico ha endurecido las penas a la vez que ha dado una vuelta de tuerca a las campañas publicitarias incidiendo en los efectos negativos de conducir bajo los efectos del alcohol o de sobrepasar la velocidad permitida. Voy a incidir en esto último. Que se multe al infractor me parece correcto, necesario. Se establecen unas normas de conducción y una legislación al respecto que debe cumplirse. Si éstas no se acatan, castigo al canto: multas, supresión de puntos, retirada del carnet… o incluso la cárcel. Pero que alguien me explique porqué este país multa a los conductores que sobrepasan una determinada velocidad pero, sin embargo, les permite que en sus velocímetros aparezcan cifras mareantes como 220 ó 240 km. ¿Quién corre a 240 km? ¿Por qué se permite la venta de vehículos susceptibles de alcanzar esas velocidades de vértigo en un país que ha establecido el límite en 120 km? Que me lo expliquen.

Como saben, existen en el mercado los denominados limitadores de velocidad. Dispositivos que impiden al conductor sobrepasar, aunque pise a fondo el acelerador, una velocidad determinada, por ejemplo los 130 km… o voy más allá, a los 140 km/hora. ¿Por qué no se aplica por ley este sistema de contención? De esta forma quiero suponer que se evitarían accidentes, muertos en las carreteras y evidentemente muchas multas, los radares en nuestras carreteras y las campañas. No quiero ni pensar que un excesivo afán recaudatorio esté detrás de esta permisibilidad hacia conductores y coches. Por una sencilla regla de tres, está claro que si se implantaran los limitadores no habría exceso de velocidad y, por tanto, no habría tantas multas ni tantos accidentes por este motivo. ¿A nadie se le ha ocurrido esto? ¿Ni siquiera a la Dirección General de Tráfico?. Que alguien me lo explique.

miércoles, 20 de mayo de 2015

ÓNEGA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 21/5/2015)
Es, sin lugar a dudas, una de las voces más características de la Transición Española. Desde su atalaya radiofónica, Fernando Ónega nos narró acontecimientos que hoy ocupan páginas destacadas e imprescindibles de la historia de este país. Con su atemperada voz y su siempre certero comentario, la trayectoria profesional de este “periodista y gallego” (como le gusta definirse), le ha llevado a recorrer la redacciones de los principales medios de comunicación del país. Aún recuerdo la seguridad que transmitían sus palabras en Hora 25 de la SER cuando nos contaba el declive de la UCD y el ascenso de Felipe González, o cuando nos tuvo pegados a la radio en esa noche de transistores, tejeros y conspiraciones. Palabras y editoriales que han quedado prendadas para siempre en el subconsciente de los españoles que ya peinamos alguna cana. 

Para los que hemos trabajado en el periodismo, Ónega es un ejemplo a seguir. Por varios motivos. El primero porque posee la habilidad de poner a cada cual en su sitio, sin que por ello se sepan a ciencia cierta sus inclinaciones políticas. Segundo porque no se le conocen enemigos reconocidos (una habilidad en los tiempos que corren y mojándose como se moja). Y tercero porque aún hoy sigue siendo una de las voces más reconocidas y más recurrentes por parte de toda la profesión periodística. Y no solo porque su experiencia sea un grado, o varios, sino por la solidez de su mensaje. 

Este próximo sábado, Jerez le brindará un cálido reconocimiento en González Byass, otorgándole el título de “Embajador de la Provincia de Cádiz” en un acto organizado por Sinlímites Comunicación y Lola Rueda Turismo 2.0. Será una forma de agradecerle el trato que desde siempre ha tenido con esta provincia y con esta ciudad en particular. Ejemplo de ello fue la carta radiofónica que recientemente leyó en el programa matinal de Onda Cero que, por entonces, presentaba Carlos Herrera. En poco menos de cuatro minutos, Ónega esbozó su cariño por Jerez. Permítanme que extracte algún fragmento de esa carta: “Quiero pasar por la Puerta del Arroyo, entrar en la Basílica del Carmen, imaginarme subido a la Torre del Alcázar, contar tus azulejos, hacerme fotos ante tus palacios, quiero vivir leyendas de moros entre los restos de tu muralla, hincar mi rodilla en tu Catedral, o rezar en el Monasterio de la Cartuja, quiero hacer como que mido el tiempo en el Museo de los Relojes (…) . Y decirte como Federico: oh ciudad de los gitanos, quién te vio y no te recuerda, qué espectáculo de ciudad, con vino o sin vino, con fiestas o sin ellas, algún día, cualquier día, es espléndido para ir. Y para quedarse, porque querido Jerez, eres mucho más de cuanto yo pueda contar. Eres un alma, eres un pálpito que hay que sentir y saberlo sentir”…


(El reconocimiento será este sábado, 23 a las 13 h. en González Byass)

jueves, 9 de abril de 2015

MI AMIGO...

(Artículo publicado en Viva Jerez el 9/4/2015)

Mi amigo conoce a mucha gente importante y eso, en los tiempos que corren, es lo más. Me cuenta que el otro día lo paró la Guardia Civil en un control de alcoholemia, y que dio positivo, y que con una sola llamada a un amigo benemérito le quitaron la multa. Algo parecido le pasó con una notificación del ORA. Llamó a su cuñado, que trabaja como controlador, y de la multa nunca más se supo. Uno de sus primos, que trabaja en el Teatro, le consigue cada vez que lo desea una entrada en palco por la patilla, desviando una de esas invitaciones que les dan a los políticos. Saca pecho al recordarme su amistad desde la mili con uno de los responsables del Circuito que le da pases vip para asistir a las grandes carreras, y con otro del Xerez que lo cuela en el palco con una pase de prensa cada vez que puede.

Cierto día fue hospitalizado por una ligera dolencia leve. Entornando los ojos en un claro gesto de suficiencia me asegura que tuvo una habitación para él solo y los mejores cuidados, ya que uno de los responsables de planta del Hospital es el tío de su mujer. El crédito hipotecario de su vivienda es envidiable, según me dice. No en vano, juega al pádel con el director de su oficina bancaria y, alguna vez, salen a cenar las parejas. Mi amigo es, para que se hagan una idea, de los que entran en la Feria con 20 euros y salen con 25. Reparte abrazos por doquier y esboza sonrisas a todos los que se le acercan, que son muchos. Y es que conocer a alguien importante te hace más importante a los ojos de los demás, que envidian tu agenda y tus contactos en todas las esferas. Lo que más me llama la atención es que en esta sociedad es un valor añadido que uno tenga tantos enchufes y se valore a amigos como el mío como un triunfador por ello. Porque el mensaje que dan es que todo vale con tal de colarse de gorra en los sitios. Que pagar la multa del ORA o de la Guardia Civil es de “pringaos”, que abonar la entrada del Teatro o del Circuito es de gente vulgar, que compartir habitación en un Hospital es para la plebe, que esperar la cola en una oficina es para gente que no conoce a nadie importante, como es su caso. 

Mensajes como el de mi amigo minan y devalúan la confianza del resto de mortales en las instituciones. Pero también la pasividad de éstas que consienten y hacen la vista gorda a los enchufes, desmanes y ostentaciones públicas de estos caraduras del favoritismo haciendo buena la ley del más listo (que no inteligente). Miren a su alrededor. Seguro que conocen a algún amigo como el mío. Y recuerden que si él se cuela igual usted se queda fuera y que si él no paga se lo cobrarán a usted…

miércoles, 11 de marzo de 2015

UNA COPITA...

(Artículo publicado en Viva Jerez el 12.3.2015)

De fino. De oloroso, amontillado, cream o Pedro Ximénez. A partir de las doce del mediodía, como Dios manda. Cuando el Papa de Roma ha bebido y nos da permiso con su bula santificada. Con una tapita de papas aliñás, olivitas, queso, jamoncito del bueno, chicharrones o lo que se encarte. En la Parra Vieja, el Bar Juanito, El Gallo Azul, La Maceta, La Marea, el Bar Corredera o cualquiera de los santuarios que se desparraman por este Jerez nuestro. Una copita para tomar con los amigos, con tu pareja, con la familia o con ese colega que te encuentras por la calle Consistorio y hola que tal estás me alegro de verte bueno y vamos a tomarnos una copita de Tío Pepe que invito yo. Una copita que siempre… siempre es la penúltima, no vaya a ser que… Una copita de Fino La Janda en verano, en invierno o en cualquier época del año, que siempre cae bien y que anima el alma y el espíritu, que diría Shakespeare. Una copita de fino Maestro Sierra acompañada de una buena y animada charla en la que intentaremos arreglar el mundo, a la vez que haremos una completa y argumentada exaltación de la amistad. Una copita de Alfonso con la que empezar una tarde que nunca se sabe cuándo y cómo acabará. 

Vivimos en un lugar privilegiado. En un rinconcito del sur del sur que es único. Un lugar que únicamente añoramos cuando vivimos fuera por trabajo o por familia. Ayer miércoles, sin ir más lejos, a mediodía, la temperatura se acercaba a los 24 grados al sol y todo invitaba a pasear por el centro, entrar en un bar y jefe, tráeme una copita de Tío Mateo bien fresquita y vamos que nos vamos, y dale una pataíta al olivo a ver qué cae. Una copita de oloroso de la Cooperativa, que es más baratito y que está superior. O una copita de palo cortado que te entra por el cuerpo y te sabe a gloria. Una copita de Tío Diego en la Tasca San Pablo o en Las Banderillas… Ya huele a incienso. Y a azahar. Y la primavera y esa Semana Santa tan nuestra se acerca a pasos agigantados invitándonos a esa ceremonia tan jerezana de pasear, mirar el reloj y, al filo de las doce del mediodía, buscar algún bujío donde pedir una copita de Fino La Ina. 

Siempre es hora, en cualquier momento, de dar una vuelta por la calle Larga y hacer una paraíta en La Moderna mientras los Pacheco, con esa sincera sonrisa de oreja a oreja, te traen ese catavino fresquito recién sacado de la nevera, mientras Fernando te mira desde el cielo brindando por el Jerez Industrial. Ole que ole Y pasan los minutos. Y las horas. Y miras al cielo dándole gracias por haber nacido, o por haber caído en este lugar del mundo mientras piensas ¿Se puede pedir más?.     

jueves, 5 de marzo de 2015

EL DESPERTAR DE LOS SENTIDOS

(Artículo publicado en Viva Jerez el 5.3.2015)
Abrió los ojos y miró a su alrededor. Allí estaba ella, en una casa extraña, junto a un hombre que dormía plácidamente y cuyo nombre no recordaba. Sus ojos recorrieron su cuerpo desnudo y en sus labios asomó una tímida sonrisa al recordar los besos y los abrazos, las caricias y los susurros de toda una noche de pasión y desenfreno. Su vello se erizó al revivir esos momentos que se le antojaba mágicos y maravillosos. Y lo más extraño es que se sentía feliz, sin remordimientos. Durante años, la habían educado para ser recatada, para esperar a que ese hombre bueno y de buena familia, que con las mejores intenciones la llevara de blanco al altar. ¡Cuidado con los hombres!, le había advertido su madre. ¡Nada de placeres carnales!, le habían ordenado los curas martilleándole constantemente con el concepto de pecado. Y entre advertencias y órdenes su vida se había limitado a esperar una oportunidad que nunca llegó.

Desde su andén vio transitar trenes que pasaban de largo, pero también vio pasar su vida de un plumazo. Cuidando de su madre, cuidando de su padre, de casa al trabajo. Sus amigas se casaban y casi sin darse cuenta se estaba quedando sola. Había salido con chicos pero al final todo terminaba porque, según decía su madre “los hombres son todos iguales y van a lo que van”. Quería dar el paso, pero eso “no era de mujeres decentes”. Y pasaron los años. Ya no era esa joven lozana que hacía volver la cabeza a los chicos de su barrio.

Cuando ahora se miraba al espejo veía a una persona madura que había envejecido manteniendo su honra intacta. ¡Su honra! ¿Y su vida? ¿Quién se la devolvía? Tenía 56 años y su arroz ya estaba para pegar sobres. Y ahora estaba allí, desnuda, junto a un hombre que le había despertado de un sueño de años. Pensó en todo lo que se había perdido en el camino, en los trenes que nunca cogió, en las noches apasionadas que nunca vivió. Se incorporó lentamente, sin querer despertarlo y se dirigió al cuarto de baño. El espejo le devolvió la imagen de una mujer mayor pero exultante, despeinada pero radiante, henchida de felicidad. Recorrió con la mirada su oscuro y desnudo objeto de deseo despojada ya de cualquier sensación de pecado. Se encontraba preciosa. Cerró sus ojos y recordó al detalle la noche anterior, el cortejo inicial, el nerviosismo posterior, la calidez de sus cuerpos entrelazados, el ímpetu desenfrenado que desconocía poseer y que la había acompañado durante la noche... y el clímax final. Abrió sus ojos y volvió a sonreír. Regresó a la cama y lo miró fijamente. Aún dormía. Recorrió con la vista el cuerpo desnudo del hombre que yacía en esa cama. Se sentía como una colegiala que acababa de descubrir el amor. Acercó los labios a su frente y lo besó. Y volvió a sonreír...

jueves, 29 de enero de 2015

MERETRICES

(Artículo publicado en Viva Jerez el 29.1.2015)

A ver si nos aclaramos de una “puta” vez en esto de la prostitución. Alguien me debería explicar el doble rasero, la doble moral de una sociedad que, como los monos sabios chinos que se tapaban los ojos, oídos y boca, parece querer obviar, ocultar y en algunos casos amparar el mal llamado “oficio más antiguo del mundo”. Todos sabemos de la existencia de los prostíbulos, puticlubs, burdeles o bares de alterne. Están por todas partes; en el centro de las ciudades (a veces junto a colegios), a las afueras, en los márgenes de la carretera. Tienen sugerentes nombres anunciados en grandes letras de neón, como Paradise, Gold Relax o Kiss Club. Se sabe qué ocurre en su interior y cómo la mayoría son inmigrantes que alguna soñaron gozar de una vida mejor en este país y que fueron engañadas por proxenetas sin escrúpulos. 

Se sabe de la sordidez que rodea este submundo en el que la mayoría no está por vocación si no por pura necesidad. La prostitución siempre ha existido y siempre existirá. Debe recordarse que no es ilegal en España, ya que existe el derecho de libertad sexual, por lo que no se puede detener a ninguna prostituta. Pero aunque no está penado tampoco está considerado un trabajo legal, por lo que no tienen derecho a darse de alta en la Seguridad Social ni a trabajar como autónomas. Lo que no deja de ser un contrasentido de moralidad hipócrita. Los puticlubs son legalmente bares donde los clientes toman copas y alquilan una habitación, cobrando las prostitutas por ese alquiler y por las consumiciones. 

Lo que hagan con su cuerpo es cosa suya. No existe, por tanto, ilegalidad salvo que se les obligue a prostituirse. Además, esta situación está tan aceptada por todos que se anuncia a las claras en la mayoría de periódicos de nuestro país, sin pudor alguno, a doble cara, con números de teléfono y para “todos los gustos”. Está visto que mientras haya clientes habrá prostitutas (o viceversa). Nos guste o no. Farisear o mirar a otro lado sobre este asunto es injusto. Por ello ¿Por qué no “normalizar” una situación  que sobrevive bajo un vacío legal? Hay países donde esta práctica está regularizada ¿Por qué no se busca un consenso político y judicial en este asunto? ¿Por qué no nos quitamos de una vez las manos de los oídos, ojos y boca para aceptar esta realidad? De este modo se acabaría, entre otras cosas, con las mafias de trata de blancas y con la situación de ilegalidad que padecen muchas de las inmigrantes. Además, cotizarían a una Seguridad Social cuyas arcas, hoy por hoy, están cada vez más mermadas… 

miércoles, 21 de enero de 2015

ESE CENTRO OLVIDADO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 22.1.2015)

Podía ser en Las Torres, en la Coronación, La Granja, las Viñas o cualquiera de las barriadas del extrarradio de Jerez. Allá por finales de los años 60 y principios de los 70 tener un pisito en propiedad, con su ascensor, su baño propio y con dos o más habitaciones suponía un lujo al que muchos jerezanos accedieron dejándose el sudor y la piel en el trabajo y firmando hipotecas de hasta 20 o 30 años. Todo fuera por ganar en lo que ya entonces comenzaba a denominarse “calidad de vida”. Atrás quedaban las casas de vecinos de San Mateo, Santiago o San Miguel, los retretes y cocinas comunes, las goteras, las estrecheces de habitaciones en las que dormían tres o cuatro hermanos en dos literas. En paralelo vendrían el 600 para ir a la playa y de paso pasear a la suegra, las tarjetas de crédito, la universidad para los críos, la tele en color... Eran tiempos de transición política. Y económica. España comenzaba a despegar tras años en blanco y negro. Y Jerez no se quedaba atrás. La abejita de Rumasa alzaba el vuelo y suscitaba esperanzas, la Caja de Ahorros de Jerez abría sucursales a diestro y siniestro… 

Y en las barriadas se crearon verdaderas ciudades autónomas, con sus tiendas de zapatos, de fruta, de ropa… con sus farmacias y estancos. Y la gente dejó de ir al centro. Alguna vez al banco, a pagar la luz o a la plaza de Abastos... O en Semana Santa y en la Cabalgata de Reyes Magos. “Voy a Jerez” decían los vecinos de La Granja que aún no tenía la Avenida de Europa. Es la modernidad, se decía entonces, sin ver que la otra cara de la moneda: el centro, ese centro intramuros, comenzaba a despoblarse cada vez más. Ya nadie encalaba las antiguas casas de vecinos. Las bodegas cerraban sus puertas y se trasladaba a la Circunvalación. No olía a vino ni a vinagre por las calles del viejo Jerez. Y no se oía a los niños correr en las plazoletas. Cerraban droguerías, ultramarinos y ferreterías. Era finales de los 70 y Pacheco llegaba al Ayuntamiento. Y pese a quien le pese, se inició la gran transformación de Jerez. Llegaron Hipercor y el Circuito. Más barriadas en la periferia, los unifamiliares, las grandes avenidas y rotondas. Pero el centro seguía muriendo, igual que los mayores que se habían resistido a abandonarlo. “Eso es cosa de los jóvenes” decían. 

Es verdad que surgieron ideas, como el Plan Especial de Reforma Interior del Casco Histórico, los nuevos aparcamientos subterráneos del Arenal, la Alameda Vieja o Esteve, la peatonalización de la calle Larga, el traslado del edificio del Ayuntamiento de Madre de Dios a Consistorio, la inauguración del Museo Arqueológico en San Mateo, la rehabilitación para viviendas de palacios antiguos en el centro… Pero los resultados no fueron los esperados. Y hoy, muchas calles y plazas del viejo Jerez parecen escenarios de guerra, con fachadas heridas de muerte y solares con jaramagos. Con carteles quemados por el sol que anuncian rehabilitaciones imposibles o promociones irrealizables. Y lo peor es que nadie pone remedio. O no sabe cómo hacerlo. O no quiere. Vaya usted a saber…

jueves, 8 de enero de 2015

SOLIDARIDAD SIN LÍMITES

Gracias. A la prensa, en general, por su esfuerzo y dedicación a la segunda campaña de recogida de juguetes nuevos para los Reyes Magos de Jerez. Gracias a los medios de comunicación de la ciudad que se sumaron a esta iniciativa solidaria que este año ha logrado duplicar el número de juguetes nuevos recogidos con respecto a la primera edición. Conscientes de que la información y la publicidad son prioritarias a la hora de difundir una actividad como ésta, el apoyo mostrado por la prensa local ha sido fundamental para intentar comprender un éxito que nos ha sorprendido gratamente a todos; en primer lugar a los que hemos organizado todo esto, pero también a nuestros reyes, Elena, Juan Miguel y David. La complicidad y el cariño que desde el principio mostraron con la campaña nos aportaron fuerzas e impulso para trabajar aún más. En estos días he tenido la ocasión de conocer mejor a estas tres maravillosas personas que han engrandecido más si cabe la nómina de Reyes Magos de Jerez. Un trabajo ímprobo, en ocasiones desconocido, pero que ellos han desarrollado con una gran profesionalidad siempre bajo la coordinada maestría de Antonio Lozano. 

Volviendo a la recogida de juguetes, decenas de federaciones, asociaciones, peñas, grupos, particulares, familias enteras se acercaron a Los Cisnes para aportar ese granito de arena necesario para que ningún niño se quedara sin juguetes la noche mágica del 5 de enero. La campaña “Juguetes Sin Límites” nació hace un año con la intención de sumar, de ayudar a los Reyes Magos en su trabajo de recogida de juguetes para las familias más desfavorecidas de Jerez. Ya entonces constatamos que esta ciudad es más solidaria de lo que en un principio pensábamos. Este año lo hemos certificado. Centenares de personas anónimas, niños, jóvenes y mayores se acercaban diariamente al mostrador de Los Cisnes para entregarnos sus juguetes. Ellos son los protagonistas de esta acción solidaria. Historias hay muchas. La de esa niña que partió su hucha para comprar una muñeca que entregó con los ojos henchidos de ilusión. Esa pareja de ancianos que se justificaba por no poder entregar nada más que un puzzle de la Torre Eifel porque la “paga” no les llegaba a más. Ese empresario que decidió aportar parte de sus beneficios adquiriendo una gran bolsa de balones de reglamento. Esos trabajadores de una conocida empresa de Jerez que recaudaron lo suficiente para comprar dos grandes cajas llenas de libros educativos. Ese grupo de amigos que quedaron a comer como cada Navidad y que antes llevaron un juguete nuevo a Los Cisnes… 

Uno suspira profundamente cuando observa en primera persona este tipo de cosas. Y vuelve a creer en el ser humano, en la solidaridad bien entendida. Y asiente razonadamente a quien afirma que Jerez es solidaria. Sin campanitas. Sin esperar nada a cambio. A todos, gracias. Juntos lo hemos conseguido un año más… Sin límites.