(Artículo publicado en Viva Jerez el 13/3/2014)
Les confieso que cada vez paseo menos por algunas zonas del casco
histórico. Por vergüenza, por rabia, por lástima tal vez. Alcaidesa, Liebre,
Justicia, Palma, San Juan, Orbaneja y un largo etcétera de calles de las
collaciones de San Mateo, San Lucas y San Juan (por hablar tan solo de la zona
donde nací y me crié) se muestran despobladas, descuidadas. Casas de vecinos
sin risas ni voces, sin geranios ni ropa tendida, sin cantes por bulerías ni
toques a compás, sin la lima o el bolindre ni elásticos para saltar a la comba.
Fincas medio derruidas asediadas por jaramagos, casas palacio apuntaladas,
plazoletas sin travesuras. Barrios sin zapateros remendones, sin colmados, sin
quioscos de chucherías. Ese centro histórico que Jerez mostró orgulloso durante
siglos se presenta en pleno siglo XXI como un recuerdo olvidado, como esos
colosales decorados de las grandes películas que ahora, tras la gloria, duermen
el sueño de los justos, arrinconados, cogiendo polvo, comidos por la carcoma.
Me
da pena. Se me revuelve el alma ver cómo el verdín y la suciedad se comen poco
a poco los vetustos muros de las iglesias. Me enerva ver cómo las pintadas
campan obscenas a sus anchas. Me inquieta comprobar cómo se ha olvidado esa cal
blanca que hervía en los corrales de las casas de vecinos y que llenaba de luz
sus fachadas. A veces, cierro los ojos y
recuerdo el colegio del Dute Robaperas en calle Justicia y los niños que
corrían a la salida con remiendos en los pantalones. Me viene el olor a pan
recién hecho del horno de la cuesta Orbaneja o el de los chicharrones de la
carnicería de la calle San Juan o el del vino que se derramaba de esos tubos
que atravesaban las calles de bodega en bodega, o el del gasóleo del surtidor
del Arco de Santiago; y me llega el ruido de la imprenta de la calle Palma, el
de los “Futbolines Paco” en calle Escuelas o el del taller de bicicletas de la
plaza Carrizosa; el meneo de las fichas de dominó del bar “Las Piedras Negras”
en Plaza San Juan o el “Pare y Beba” de la Plaza de los Ángeles; y me parece
ver el caqui inconfundible de los soldados del cuartel de Tempul cuando salían
de permiso; y el traqueteo de la maquinilla por calle Ancha o el de la fábrica
de hielo de Benavent de la plaza Cocheras o el del taller mecánico de plaza Peones;
y el sonido de las películas de indios que se escapaba en esas noches de verano
junto al Terraza Tempul. Y el flautín del afilaor y el vozarrón del que vendía
los mostachones de Utrera.
Y tantas y tantas sensaciones que ahora sólo habitan
en la memoria de los que ya peinamos algunas canas. Porque después, abro los
ojos y vuelvo a una realidad que dista mucho de la que atesoran mis recuerdos. Y
veo calles sin niños y plazoletas sin madres con carritos de bebé y cascos de
bodega abandonados a su suerte. Y entonces me entristece ver un presente al
que, hoy por hoy, no le veo futuro.
Artículos y otros comentarios de un periodista del Sur que un día se marcó una senda Sin Límites
miércoles, 12 de marzo de 2014
miércoles, 5 de marzo de 2014
Emprendedores
“Héroes y heroínas para un cambio de época”. Es el
título de la jornada convocada
para hoy jueves por la Cátedra de Autónomos en el campus de Jerez de la
Universidad de Cádiz. Título que define a las claras la valentía (o la
inconsciencia, según se mire) de hombres y mujeres que un buen día decidieron
emprender en solitario un camino laboral en un escenario que no invitaba
demasiado a la aventura. En muchos casos, abandonando la denominada “zona de
confort”, una vida tranquila y ya establecida, con trabajo fijo y estable, por
un proyecto personal como emprendedores. Lola Rueda, asesora de empresas
en Turismo 2.0 y promotora del encuentro; la artista y gestora cultural Inma
Parra, y la directora de Sinlímites Comunicación, Amparo Bou hablarán de sus
experiencias personales, de sus retos al frente de sus respectivos proyectos.
En unos casos, empujados por el cierre o el despido en la empresa donde
trabajaban, en otros, por
decisión personal. Pero en todo caso, con la ilusión y la esperanza de
encontrar un camino propio, una senda laboral que les llene a pesar de que en
muchas ocasiones los comienzos fueran difíciles, tortuosos, llenos de
obstáculos administrativos que absorben buena parte de la energía. Porque para
muchos, el mundo de la empresa les es completamente ajeno y deben aprender
desde cero a elaborar las facturas, presupuestos, a los 30, 60 ó 90 días para
cobrar, a la declaración del IVA, el impuesto de autónomo y demás vericuetos
inherentes a esta nueva condición. Estas tres mujeres no “contarán batallitas
de indios” como argumentan algunas. Ellas hablarán con el corazón, sin resentimientos
ni traumas personales. A esta jornada de hoy le precederá una conferencia de
Fernando Sánchez Salinero, un
reconocido ponente a nivel nacional que se define a sí mismo como “Superpyme”.
Se trata de un experto que ayuda a profesionales a enfocar el reto de
modernizarse y adaptarse a los continuos cambios que se producen a su
alrededor, reivindicando en todas sus apariciones públicas que “ama a las
pymes”. En
sus conferencias viste su traje de superhéroe, un mono de trabajo granate con
corbata a juego, lleva impresos mensajes como “I love pyme” o “el vaso está
medio lleno” como lemas del optimismo realista que difunde.
Para terminar, hago
mías las declaraciones de Amparo Bou que, en su blog www.amparobou.com dice que “en la
ponencia mi intención (y estoy segura que la del resto de ponentes) no es
sentar cátedra ni “contar batallitas”, sino contar mi experiencia del
trecho que llevo recorrido como emprendedora, en la esperanza de que a alguien
le pueda servir de ayuda o consejo para evitar los errores que yo cometí, igual
que a mí me sigue sirviendo la experiencia de quienes van por delante de mí”.
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