miércoles, 24 de septiembre de 2014

A LOS DE MI GENERACIÓN

(Artículo publicado en Viva Jerez el 25/9/2014)
Esas noches de sábado en “Salve” en calle Clavel y en “La Pandilla”, en calle Los Valientes. La discoteca “Karma” en San Joaquín. El bar “Ammondiga” en Barriada España. La cerveza y los camarones con cerveza que nos ponía Antonio el del bar “Los Caracoles” en calle Remedios. La morenita y el mosto de “Los palitos” en calle Sevilla. Los “Pare y Beba” y El Tabanco del “Nono” en Plaza del Arenal. La “Discoteca Flamenca La Bodega” en San Andrés. “Doble R”, “Zodiaco” y “Scorpio”. La caseta del “Club Nazaret” en el González Hontoria. “Futbolines Paco” en calle Escuelas. El “Boxing Club” en Chancillería. El cine “Riba”, el “Jerezano” y el “Delicias”. El “Eco” y el “Escalera”. Los hermanos Cintado con “Triunvirato”, “Caprice de Dieux” y “The Box y la Fundación”. El “Candié” con Quina San Clemente y yema de huevo. El “Tigretón”, “La pantera rosa” y el  “Bony”. El vaso de “Nocilla”. El pan migado en el Colacao y el bocata de onzas de chocolate “La Campana”. La “Mirinda” y la “Casera negra”. El tinto “Savín” y la Ginebra “Cala”. “Los Marianistas” de la Porvera y el colegio del “Dute Robaperas”. El pestazo de la Azucarera. Los llaveros de la Caja de Ahorros de Jerez. El motocarro de las mudanzas y las DKVs en calle Arcos. Lescún y Marín en Radio Popular de la Cruz Vieja. 

Las barras de hielo de los Benavent para la playa. El estadio Domecq y el concierto de Miguel Ríos. La “BH” plegable para ir al campo y la Puch Cóndor para ir al Coloma. Aparcar frente a la caseta de la Feria. El “Tiraó” y la “Lima”. El “Boloncho y los bolindres de la Base. Las carreras de “chapas”. Las primeras escaleras” mecánicas de Simago”. El afilaó en bicicleta y el de los “Mostachones” de Utrera. Las “Carmelas” de los hermanos Perea”.  El cuento de la buena pipa y cuando seas padre comerás huevo. La Feria de la Vendimia. El surtidor de petróleo del Arco de Santiago. El cine en el Villamarta. La escupidera de nuestras abuelas bajo la cama. Las “pilas” para lavar la ropa en el Corral. Los “Quintos” por la calle Taxdirt. Los televisores de Sabino Hoces. Rompechapines y los negros de la Base. Los arencones en papel de estraza. Donald en el Cine Exin. “La 13 Rue del Percebe” y “Petra, criada para todo”. Nieto y Tormo en el Circuito de La Merced. El VHF y “Crónicas de un pueblo”. El antiguo Ayuntamiento de Madre de Dios. La Central Lechera “La Merced” y el “Eco Jerez”. “Cartonajes Tempul” y “Jerez Industrial”. 

A “Papahuevo” y el “Currito Núñez”. “Con flores a María” y “Juntos como hermanos, miembros de una iglesia”. Las pelotas de “El Gorila” en Plaza Plateros. Las escopetas de plomillo y las perchas de pajaritos. Alejo Pica y las dos sombrererías de los González. El triquitraque y el mixto de las pistolas. El papel higiénico “El Elefante” y el jabón “El Lagarto”. El olor a vino y a vinagre por las calles… En poco más de un mes, cumplo los 50 (ahora me entendéis ¿verdad?).

jueves, 18 de septiembre de 2014

EL REGALITO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 18.9.2014)
¡Chas! ¡No puede ser! Cerré los ojos temiéndome lo peor, aunque por el olor que ya me llegaba y por
lo resbaloso que se había convertido el suelo de repente, la cosa no pintaba nada bien. Y todo, en traje de chaqueta camino a una reunión de trabajo. Miré hacia abajo a la vez que levantaba mi pie derecho de la acera y… En fin, que no les voy a describir la escatológica escena, pero desagradable era un rato. Comencé a saltar a la pata coja con el fin de no “extender” el regalito por toda la acera. Buscaba, no sé, algún matojo, piedrecillas, algo con lo que limpiar el zapato que, para más inri, contaba con una suela con relieve donde se había aposentado esa cosa pestilente. Al fin encontré un lugar donde limpiar todo aquello. Froté el pie enérgicamente pero, por más que lo intentaba, no quedaba del todo bien. Siempre quedaba algo entre las ranuras.

Fue entonces cuando lo vi. Allí estaba, corriendo suelto por el parque, saltando para atrapar la pelotita que su dueño le lanzaba. Éste, por cierto, llevaba en su mano izquierda la correa recogida ¿Sería ese perrito el culpable? En principio lo descarté. Era demasiado pequeño para hacer tal deposición. ¿O no? Igual se despertó con colitis aguda, pensé. A esas alturas, ya me había sentado en un banco, quitado el zapato y con un palito intentaba desprender esa cosa marrón que se resistía a salir impregnada entre las recónditas ondulaciones de la suela. Recordé las campañas municipales que hablaban de lo incívico de sacar los perros sin correa y de la necesidad de llevar bolsitas y todo eso. De repente se acercó. Pensé en olisquearle las posaderas (al perro, no al dueño) a fin de tener la prueba definitiva, pero me parecía ir demasiado lejos. Al fin acabé la limpieza. Me puse el zapato, me até los cordones y miré el reloj. Aún llegaba a tiempo de la reunión. Así que me dispuse a continuar mi camino. Tras haber recorrido unos 50 metros, algo me hizo volver la cabeza. No sé, quizás una intuición. Y allí estaba el perrito, en posición, dispuesto a soltar otro regalito en plena acera. Y vaya que lo soltó. Miré al dueño y éste miró la caquita de su mascota. Se metió una mano en su bolsillo. Sacará la bolsita y lo recogerá, pensé. Pero lo que sacó fue otra pelotita que la lanzó lejos para que el perrito huyera presto del lugar. No podía creerme lo que estaba viendo.

Ya me disponía a increparle cuando observé a una pareja de la policía local. Vi el cielo abierto. Les conté lo sucedido, les indiqué el lugar de la infracción, del joven y de su perro. Y esperé. Ya no tenía prisa. Estaba lejos, no podía oír nada, pero por los gestos se entendía todo. Cómo el joven encogía los hombros y bajaba la cabeza. El policía señalando al perro, a la caca y la correa que llevaba el dueño en la mano... Me quedé un par de minutos más para ver cómo rellenaba la multa y se la entregaba en mano… Y seguí la marcha. Sí, era un chivato, pero qué bien me sentía…

miércoles, 10 de septiembre de 2014

ENVIDIA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 11/9/2014)
En estos últimos meses me he topado con una realidad que viene a refrendar esa máxima que dice que el fútbol no es el deporte nacional en este país… si no la envidia. Y Jerez, por mucho que me pese, podría impartir un máster internacional sobre este denominado “pecado capital”. Me apena que esta ciudad no acabe de despegar a causa de los palos que introducimos en las ruedas de aquellos que únicamente piensan en cambiar lo establecido. Me da rabia que en los corrillos más rancios y casposos de esta sociedad se eche por tierra a jerezanos cuyo único pecado fue intentar romper, escapar de esa cúpula de cristal que algunos construyeron uniendo los cuatro puntos cardinales que van desde Doña Blanca a Cañada Ancha, y desde la Laguna de Medina a la Carretera del Calvario. Y todo fruto de un conservador inmovilismo propio de pueblos sin estación que pretenden amarrar a sus convecinos con la larga soga de la tradición. 

En otro artículo, hace años, hablé de Jerez como un pueblo con aspiraciones a ser ciudad aludiendo a determinadas actitudes que se anclaban entre el adobe que sostienen sus murallas. Y entonces (como supongo me ocurrirá ahora) sufrí las más feroces críticas que me recordaban que si tenemos más de 200.000 habitantes, que si nuestra Feria es la mejor del mundo, que si nuestra Semana Santa es la número uno, que si somos la ciudad del motor, del flamenco, del vino, del caballo… ¿Y qué? ¿Qué hay de malo en criticar la ciudad en la que uno ha nacido si lo que únicamente se persigue es que deje de mirarse el ombligo y se desprenda de sus anquilosadas ataduras? No nos engañemos. Jerez tiene potencial en todos los ámbitos, y personas que son capaces de tirar del carro. Pero antes debemos olvidar las zancadillas, las trabas.

 Espero que esta ciudad alcance un día a comprender que no vivimos aislados. Que, antes al contrario, sobrevivimos en una comunidad de intereses comunes y que todo lo bueno que le suceda a mi vecino, amigo o conocido repercutirá antes o después, directa o indirectamente, en nuestro propio beneficio. Que alegrarse por el mal ajeno es el consuelo de unos pocos tontos. Y que la envidia no deja de ser ese ahogado sentimiento de rabia que surge de la ceguera de quienes no ven más allá de la Cuesta del Chorizo. Deseo que esta ciudad entierre de una vez por todas la vergüenza ajena y el qué dirán. Que nos sobrepongamos a nuestros miedos y hagamos añicos ese techo de cristal. Que extendamos la mano para ayudar no para hundir. Y espero que los profetas que un día huyeron vuelvan a su propia tierra reconocidos como tales y que puedan pasear por la calle Larga sin temor a los cuchicheos y envidias malsanas de malas marujas y marujos que flaco favor hacen a uno de los rincones más bellos del mundo.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

YO SOY

(Artículo publicado en Viva Jerez el 4/9/2014) ¿Es que no se dan cuenta? ¿Es que no atienden a las constantes señales que les indican que navegan a contracorriente y sin rumbo? ¿Por qué no quieren darse cuenta de que la sociedad les aparta por su persistente y enfermizo deseo de protagonismo? ¿Son conscientes de que con su comportamiento únicamente provoca hilaridad y hartazgo? Pues parece que no. Seguro que conocen a más de uno o una que se adapta a este perfil. Son personas que creen ser los únicos que circulan por el buen sentido en la autopista y que el resto de los conductores  son los que equivocan su marcha. Y encima te miran por encima del hombro. Van por la calle con los ojos entornados, creyéndose los reyes del mambo y saludan a los demás con un ligero movimiento de cabeza, a veces hasta despectivo. Cuando hablan no te escuchan, ni te miran a la cara y siempre tienen prisa. En ocasiones (en una ciudad ésta tan dada a los “personajillos con carguillos”) calman su sed protagonista accediendo a un “alto” cargo en alguna hermandad, peña, asociación o partido político repitiendo a todo el que se le acerca eso de “yo soy, yo soy”, probablemente porque tienen a nadie que les diga “tú eres, tú eres”. 

Considero que bajo ese aparente halo de seguridad que la mayoría de estos sujetos enarbola, se esconde un ser inadaptado, inseguro y con un afán de protagonismo que por sus propios méritos no podría alcanzar. Es por ello que (no sé si consciente o inconscientemente), hacen daño a los demás para conseguir sus propósitos, utilizan a sus incautos conocidos para sus fines e incluso son capaces de pasar por encima de ellos para lograr lo que anhelan, logrando por tanto el rechazo de los que le rodean. Viven en una persistente disputa con los demás porque se consideran poseedores de la verdad absoluta. Deambulan de un lado a otro como las inconstantes bolas de un pinball y, por todo ello, son objeto de la burla de los demás. Probablemente, en la mayoría de los casos jamás le dirán nada. El escarnio se trasladará a corrillos improvisados de personas que lo conocen, donde se narrarán sus últimas hazañas, sus lindezas y ocurrencias, y alguien recordará aquella vez que hizo esto o lo otro, y le pondrán motes y se mofarán de él. Conozco a algunos de estos individuos, a muchos diría yo, y en el fondo, me dan lástima… 

Viven a contracorriente. Y en ese camino equivocado en ocasiones chocan de frente con alguien que les pone en su sitio diciéndoles lo maravilloso que es compartir, tener amigos y alegrarte de sus triunfos, disfrutar de la vida sin torcer el gesto. Y parecen entenderte… Pero es efímero y al poco tiempo vuelven a las andadas. Y al final del camino no encontrarán a nadie a su lado. Ni hombros amigos en los que apoyarse,  ni incautos conocidos a los que acudir en busca de ayuda. Pero entonces, ya será demasiado tarde...