(Artículo publicado en Viva Jerez el 4/9/2014) ¿Es que no se dan cuenta? ¿Es que no
atienden a las constantes señales que les indican que navegan a contracorriente
y sin rumbo? ¿Por qué no quieren darse cuenta de que la sociedad les aparta por
su persistente y enfermizo deseo de protagonismo? ¿Son conscientes de que con
su comportamiento únicamente provoca hilaridad y hartazgo? Pues parece que no.
Seguro que conocen a más de uno o una que se adapta a este perfil. Son personas
que creen ser los únicos que circulan por el buen sentido en la autopista y que
el resto de los conductores son los que
equivocan su marcha. Y encima te miran por encima del hombro. Van por la calle
con los ojos entornados, creyéndose los reyes del mambo y saludan a los demás
con un ligero movimiento de cabeza, a veces hasta despectivo. Cuando hablan no
te escuchan, ni te miran a la cara y siempre tienen prisa. En ocasiones (en una
ciudad ésta tan dada a los “personajillos con carguillos”) calman su sed
protagonista accediendo a un “alto” cargo en alguna hermandad, peña, asociación
o partido político repitiendo a todo el que se le acerca eso de “yo soy, yo
soy”, probablemente porque tienen a nadie que les diga “tú eres, tú eres”.
Considero
que bajo ese aparente halo de seguridad que la mayoría de estos sujetos enarbola,
se esconde un ser inadaptado, inseguro y con un afán de protagonismo que por
sus propios méritos no podría alcanzar. Es por ello que (no sé si consciente o
inconscientemente), hacen daño a los demás para conseguir sus propósitos,
utilizan a sus incautos conocidos para sus fines e incluso son capaces de pasar
por encima de ellos para lograr lo que anhelan, logrando por tanto el rechazo
de los que le rodean. Viven en una persistente disputa con los demás porque se
consideran poseedores de la verdad absoluta. Deambulan de un lado a otro como
las inconstantes bolas de un pinball y, por todo ello, son objeto de la burla
de los demás. Probablemente, en la mayoría de los casos jamás le dirán nada. El
escarnio se trasladará a corrillos improvisados de personas que lo conocen, donde
se narrarán sus últimas hazañas, sus lindezas y ocurrencias, y alguien
recordará aquella vez que hizo esto o lo otro, y le pondrán motes y se mofarán
de él. Conozco a algunos de estos individuos, a muchos diría yo, y en el fondo,
me dan lástima…
Viven a contracorriente. Y en ese camino equivocado en
ocasiones chocan de frente con alguien que les pone en su sitio diciéndoles lo
maravilloso que es compartir, tener amigos y alegrarte de sus triunfos,
disfrutar de la vida sin torcer el gesto. Y parecen entenderte… Pero es efímero
y al poco tiempo vuelven a las andadas. Y al final del camino no encontrarán a
nadie a su lado. Ni hombros amigos en los que apoyarse, ni incautos conocidos a los que acudir en
busca de ayuda. Pero entonces, ya será demasiado tarde...
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