(Artículo aparecido en Viva Jerez el 11/6/2014)
Copio-pego, siempre con
su aquiescencia, la reflexión de mi amigo, confidente, hermano, tito Pedro
García Bermúdez en su perfil de Facebook acerca de una actualidad que nos
resulta muy cercana.
“Hojeo el periódico con sano ánimo de estar informado y todo
en él resulta insano: Las escuchas de los sabuesos de Obama a la pelirroja
Merkel; corrupciones del alcalde de Venecia; el caballero de la mesa redonda
catalana, Arturo Mas, con su persistente rollo soberanista; dinero público para
las campañas del PP-Madrid; al angelito Blasco se le impone una fianza
irrisoria de 200.000 euros para eludir la cárcel;
los eres fraudulentos andaluces; de las páginas económicas mejor no hablar ni
escribir. En fin, engaños, corrupciones, saqueos, prevaricaciones...
Afortunadamente,
las páginas culturales me distraen y me ilustran; las que se emplean en la
ciencia y la tecnología me alivian; por las de deportes paso de puntillas; y
las necrológicas (a más edad menos evitables) me refrescan la memoria sobre el
amargo reverso de la moneda y lo efímero de nuestra existencia. La vida es
el anverso valioso de una moneda de curso esencial, “el río manriqueño que va a
dar en la mar, que es el morir”, escribió D. Jorge. Pero mientras ese río
fluye, mientras nuestra existencia transita por su lecho, salvando recodos,
deteniéndose en ocasiones, corriendo otras, saltando piedras y escarpados, a
veces diáfano y otras tantas turbio, no debiéramos ignorar ni olvidar las aguas
estancadas y malolientes y las ciénagas más sombrías. No sabemos si hay vida
después de la muerte, lo que es cierto es que hay muerte después de la vida y,
la más penosa de las certidumbres, que existe y nos rodea la muerte en vida.
Vidas destrozadas por cien mil guerras, hambres y miserias, pobrezas de extrema
gravedad, pueblos enteros exentos de auxilios, donde la enfermedad y la muerte,
en perverso tándem, se enseñorean y se instalan entre sus habitantes. Vivimos
encharcados en pleitos y controversias de dudosa efectividad, en tontos debates.
Nos bandeamos entre independentismos, nacionalismos integristas y canallas,
monarquías vs. repúblicas, banderas de uno u otro color, el yin y el yang,..
Olvidamos en cambio a los que de verdad necesitan atención, a los que sufren,
desahuciamos de nuestras memorias a pobres de socorro urgente, a hambrientos
sin pan ni consuelo. El verdadero poder está concentrado en manos de unos pocos
y éstos ostentan más riqueza que el PIB en conjunto de los países más pobres.
Son los poderosos, al mando de sus respectivos países, los que imponen sus
recetas en el G-20 para no perder privilegios. Aunque huela a utopía y a
demagogia, ¿no sería ésta causa necesaria para amotinarse, revolverse como
felino panza arriba e intentar modificar esa injusta estructura establecida por
la élite dominante? “Para que la globalización sea positiva, ha de serlo para
pobres y ricos por igual. Tiene que aportar el mismo grado de derechos que de
riquezas. Tiene que suministrar el mismo grado de justicia y equidad social que
de prosperidad económica y de buenas comunicaciones” (Kofi Annan).