Es, sin lugar a dudas, una de las
voces más características de la Transición Española. Desde su atalaya
radiofónica, Fernando Ónega nos narró acontecimientos que hoy ocupan páginas
destacadas e imprescindibles de la historia de este país. Con su atemperada voz
y su siempre certero comentario, la trayectoria profesional de este “periodista
y gallego” (como le gusta definirse), le ha llevado a recorrer la redacciones
de los principales medios de comunicación del país. Aún recuerdo la seguridad
que transmitían sus palabras en Hora 25 de la SER cuando nos contaba el declive
de la UCD y el ascenso de Felipe González, o cuando nos tuvo pegados a la radio
en esa noche de transistores, tejeros y conspiraciones. Palabras y editoriales
que han quedado prendadas para siempre en el subconsciente de los españoles que
ya peinamos alguna cana.
Para los que hemos trabajado en el periodismo, Ónega
es un ejemplo a seguir. Por varios motivos. El primero porque posee la
habilidad de poner a cada cual en su sitio, sin que por ello se sepan a ciencia
cierta sus inclinaciones políticas. Segundo porque no se le conocen enemigos
reconocidos (una habilidad en los tiempos que corren y mojándose como se moja).
Y tercero porque aún hoy sigue siendo una de las voces más reconocidas y más
recurrentes por parte de toda la profesión periodística. Y no solo porque su
experiencia sea un grado, o varios, sino por la solidez de su mensaje.
Este
próximo sábado, Jerez le brindará un cálido reconocimiento en González Byass,
otorgándole el título de “Embajador de la Provincia de Cádiz” en un acto
organizado por Sinlímites Comunicación y Lola Rueda Turismo 2.0. Será una forma
de agradecerle el trato que desde siempre ha tenido con esta provincia y con
esta ciudad en particular. Ejemplo de ello fue la carta radiofónica que
recientemente leyó en el programa matinal de Onda Cero que, por entonces,
presentaba Carlos Herrera. En poco menos de cuatro minutos, Ónega esbozó su
cariño por Jerez. Permítanme que extracte algún fragmento de esa carta: “Quiero pasar por la Puerta del Arroyo,
entrar en la Basílica del Carmen, imaginarme subido a la Torre del Alcázar,
contar tus azulejos, hacerme fotos ante tus palacios, quiero vivir leyendas de
moros entre los restos de tu muralla, hincar mi rodilla en tu Catedral, o rezar
en el Monasterio de la Cartuja, quiero hacer como que mido el tiempo en el
Museo de los Relojes (…) . Y decirte como Federico: oh ciudad de los gitanos,
quién te vio y no te recuerda, qué espectáculo de ciudad, con vino o sin vino,
con fiestas o sin ellas, algún día, cualquier día, es espléndido para ir. Y
para quedarse, porque querido Jerez, eres mucho más de cuanto yo pueda contar.
Eres un alma, eres un pálpito que hay que sentir y saberlo sentir”…
(El reconocimiento será este
sábado, 23 a las 13 h. en González Byass)
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