Esta
mañana mi madre me ha despertado temprano. Medio dormido, he desayunado en la
cocina. Lo de siempre, pan con manteca colorá con azúcar y un Cola Cao,
mientras ojeo un tebeo del Capitán Trueno. Ni se me ocurre poner la tele, ya
que no emiten hasta por la tarde. Además, no tenemos UHF. La he visto en casa
de un vecino y ponen muchos dibujos animados. Mientras, ha llegado mi amigo
Luis, que siempre viene conmigo al cole. Con cara de satisfacción me ha
enseñado su colección de cromos Maga. La ha terminado después de tres meses. Al
final, encontró ese tan difícil del Tucán brasileño. Ya son las nueve menos
cuarto. Mi padre nos espera en el Dyane 6 para llevarnos a los marianistas de
la Porvera. Hoy tenemos a Don Elías a primera hora. Seguro que nos vuelve a
hablar de los conjuntos vacíos. Aún no me ha quedado claro qué es eso... A
medio día, nos recoge la madre de Luis.
Después de almorzar espoleá, que a mi
madre le sale de lujo, he bajado mi BH plegable a la calle y me he ido a la
plazoleta. Allí está toda la panda. José Mari, Manolín, el Antoñito... Están
jugando al bolindre. Como siempre, gana Manolo, que tiene un vicio jugando al
“hoyito mío”... Además, como su padre trabaja en la Base, se ha traído bolas
americanas superchulas. Luis propone jugar
a otra cosa. Al escondite, a la piola, a la lima, a policías y ladrones, a las
chapas... Al otro lado de la calle, las chicas juegan al elástico. A veces, nos
quedamos mirándolas y no sabemos por qué. El hermano mayor de Luis dice que es
porque nos estamos haciendo mayores. Finalmente jugamos al fútbol. Ponemos dos
jerseys y hacen de portería. Lo malo es que cuando pasa un coche tenemos que
parar el partido. Cinco veces hemos tenido que parar hoy. A las 7 me he ido a
casa de Luis… han empezado los Chiripitifláuticos. Después de ver la tele, su
madre nos da un bocadillo de mortadela y nos ponemos a jugar en su casa al
parchís. Ya por la noche, me vuelvo a casa. Recojo el casco vacío y me paso por
la confitería para comprar el tinto para mi padre y la Casera blanca.
Por
cierto que me he guardado la caperuza. Ya tengo 95 y con otras 300 más me dan
un balón de reglamento. Cuando llego, mi padre está viendo “Crónicas de un
Pueblo”. Ceno una tortilla a la francesa y me voy a la cama. Leo un capítulo de
“Las aventuras de los cinco” y me duermo enseguida. Un día genial. Y entonces
despierto del sueño. Y pienso que hoy, 40 años después, mi hijo de tiene
reproductor de mp3, la Play 3, la Wii, el móvil de última generación, todas las
pelis de Walt Disney en su disco duro, 200 canales en ONO, ordenador portátil, unas
nike que cuestan una pasta, clases de fútbol y kárate… Y a veces me dice que qué
hacemos, que se aburre… Algo está fallando en esta sociedad. ¿No creen?
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