(Último número de La Voz de Jerez) |
(Artículo publicado en Viva Jerez el 12/4/2012)
Permítanme
que este artículo semanal de opinión lo dedique en esta ocasión a la profesión
que elegí hace más de dos décadas y a la que me siento muy vinculado desde
entonces. Es bien sabido que el periodismo no pasa por sus mejores momentos. La
crisis y, por consiguiente, la merma de la ya de por sí fragmentada “tarta
publicitaria”; así como las nuevas tecnologías de la comunicación se han cebado
con la llamada “prensa tradicional” y desde hace unos años se exploran nuevas
vías digitales para llenar el vacío de información veraz que parece haberse
instalado en nuestra sociedad. Si a esta circunstancia añadimos la precariedad
laboral y la siempre espinosa relación entre periodistas y políticos, la
profesión se adentra cada día un poco más en un precipicio oscuro e insondable.
Del futuro, por mucho que han debatido las asociaciones de periodistas y las
tertulias de café de los profesionales, poco se sabe más que es sombrío y
desesperanzador. Normalmente la situación laboral de los periodistas no es
noticia; paradójicamente solemos contar las crisis de todos los sectores, menos
del nuestro, y no es menor que en otros muchos ámbitos de la actividad. Casi
todos los días nos encontramos con recortes de personal en un medio, el cierre
definitivo de otro… Está pasando en toda España, y lamentablemente Jerez no
está siendo una excepción. El martes conocimos que otro medio de comunicación
ha desaparecido en la ciudad. Una voz, como todas las voces, de libertad.
Porque de eso se trata. De libertad, del derecho constitucional a estar
informado. De que usted, como cualquier otro ciudadano, pueda conocer la
realidad desde todos los puntos de vista y elegir sus opiniones teniendo todos
los datos en la mano.
Desde ahora, eso es más difícil en Jerez, con un medio de
comunicación menos en el que analizar la actualidad. Han perdido por supuesto
los profesionales que desde ahora engrosan la cola del paro, y a los que desde
aquí mando un fuerte abrazo; ha perdido la ciudad, que tiene un medio de
comunicación menos en el que mirarse (y nada me hace pensar que parará aquí
esta sangría); y hemos perdido todos los ciudadanos porque se nos ha cerrado
una necesaria ventana al conocimiento de nuestra realidad. Porque no olvidemos
que el periodista
es un profesional que actúa como garante de contenidos veraces, contrastados,
contextualizados y construidos de acuerdo con la preceptiva periodística. Y que
los medios se articulan como una frontera ineludible y necesaria entre la información
que recibe la sociedad y la que generan las altas esferas del poder económico,
político y social. No podemos abstraernos al hecho de que si por éstas últimas
fuera, los periodistas deberían comulgar a pie juntillas con “su verdad” en un
trabajo de copia-pega sin preguntas incómodas. Una democracia real se basa,
entre otros conceptos, en la libertad de prensa. Pero si se diezman las
plantillas, se precariza el trabajo, se callan opiniones y se cierran medios de
comunicación únicamente se conseguirá devaluar la profesión y apagar una Voz de
Libertad. Así, como dije antes, perdemos todos.
Cuánta razón tienes! Desde luego Esteban, los periodistas, tan devaluados por muchas razones, e injustamente (lo de generalizar...), son realmente vigilantes y altavoces de lo que ocurre, notarios "molestos" que no deberían subsumirse a la ideología o color de turno. Una utopía quizas, pero como bien dices, sin esa "herramienta" cada mañana a la que acudir...no vivimos en libertad, no pensamos en realidad.
ResponderEliminarMiriam Morales.