No soporto a los irónico-sarcásticos. Me sacan de mis
casillas los maniqueos de la palabra que invierten el lógico discurrir de un
pensamiento o de una acción cualquiera para lanzarnos un dardo envenenado de
ironía maldiciente. Me fastidian esos parroquianos que, amparados en una
aparente seguridad en sí mismo y en un estar de vuelta de todo, te miran por
encima del hombro sacando de contexto tus palabras para intentar reírse ante
los demás a tu costa. Los hay por todas partes. Mira a tu
alrededor y ahí estará, agazapado, esperando el momento, pendiente de cualquier
detalle que pueda ser susceptible de remedar. Puede ser ese compañero de
trabajo que intenta dejarte en evidencia cada vez que entras en la oficina
parodiándote algún defecto o repitiendo con sarna alguna frase tuya no
demasiado acertada. Puede ser ese cuñado que se empeña en sacarte los colores
cada vez que se reúne la familia restregándote lo bien que le va el trabajo y
en la vida y preguntándote cuándo te vas a comprar un coche nuevo que el tuyo
está para tirar. Puede ser ese cliente que aprovecha su posición para criticar
tu forma de vestir y vuelve mañana que a lo mejor te atiendo, ja, ja, ja.
Además, el sarcástico obedece a un mismo modus operandi y procede únicamente
bajo unas determinadas condiciones; esto es, nunca actuará sin público. La
irónica e intencionada ocurrencia deberá contar con un grupo de personas que le
oiga y que además se ría a carcajadas del pelele objeto del dardo.
El manual
del perfecto sarcástico detalla además que la “gracia” deberá ser expuesta en
voz alta y mirando a su alrededor para que su “publico” aplauda, repita y
encumbre su chiste entre vítores. No los soporto, pero a la vez, me dan pena.
Considero que bajo ese aparente halo de seguridad se esconde un ser inadaptado,
inseguro y con un afán de protagonismo que por sus propios méritos no podría
alcanzar. Conozco uno que sería el conejillo de indias perfecto de Freud si
éste resucitara. Es por ello que (no sé si consciente o inconscientemente)
intentan hacer daño a los demás para conseguir sus propósitos de notoriedad
social, utilizan a sus incautos conocidos para sus fines e incluso son capaces
de pasar por encima de ellos para lograr lo que anhelan, que no es otra cosa
que una enfermiza dosis de protagonismo. Acabar con ellos es difícil, porque
viven por y para ese fin. Pero podemos empezar por no aplaudir sus sarcasmos
cuando el sujeto no es uno mismo. Sin público que le escuche no es nada. Sus
ocurrencias se irán disipando como azucarillos en el café y entonces comprobará
que está más solo que la una, que en realidad siempre lo ha estado y que en ese
momento la vida le habrá devuelto, cual sarcasmo cruel, la bofetada que él
mismo le profirió.
Tengo una pregunta, una persona sarcástica, hace cualquier cosa para llamar la atención y tener LA APROBACION !! Y que todos digan que buena onda es ? pro q son tan irientes ? por q dicen cosas con doble sentido y tuve la oportunidad de tener una sarcástica junto y veia como decía y me decía cosas y acepto, claro q uno se cree las cosas y se le empieza a bajar autoestima y empieza uno a tener aprobación y esfuerzos para q esa persona lo acepte a uno. pero también veía como los clientes eran duros con ellas y ella no decía nada ... No entiendo? agresiva por un lado y sumisa en el trabajo? entonces en la casa? sumisa y con culpas ? buscando aprobación del esposos e hijos?
ResponderEliminarbueno el comentario "ANONIMO" el comentario de la persona esta, denota su gran contribucion a la lectura, enriquesiendo este espacio con sus preguntas directas y buscando una explicacion a la verdad de su vida.
ResponderEliminarCon una mano en el corazon, ve y habla con tu padre pequeño