Alguien dijo que la televisión debería tener la forma del ojo de una cerradura para, de este modo, calmar las ansias morbosas y voyeuristas de buena parte de esta sociedad. Desde épocas pretéritas ha sido afán del hombre observar la vida ajena a hurtadillas, quizá para no ver la viga en el ojo propio. Cotillear sobre las miserias humanas de los vecinos, los secretos de alcoba o sus desvaneos e infidelidades para, a posteriori, hacerse el interesante contándolas en un foro determinado, ha sido durante siglos una práctica común y de la que casi nadie se ha salvado. “¿Sabes que Manolo se ha separado de su mujer para irse con otra…?. o “Me han dicho que Loli se ha operado los pechos. ¿Has visto cómo los tiene? ¿De dónde habrá sacado el dinero?” o “Creo que el hijo de la Conchi es de la otra acera. El otro día lo vi con un amigo paseando y lo cogió de la mano…”. Soltar en una reunión comentarios como estos es abrir la puerta a conjeturas y a chismorreos que siempre van acompañados del “No lo cuentes a nadie”.
Conscientes de este afán por conocer y opinar de la vida de los demás, y ahora que las cerraduras se han hecho más estrechas debido al tamaño de las llaves, los programadores de las televisiones generalistas trasladaron este interés a la pequeña pantalla. Así nacieron experiencias como el “Gran Hermano”, de gran éxito en multitud de países (lo que demuestra que no es una cuestión de culturas, si no de la misma raza humana). Este programa se basa en decenas de cerraduras por las que, desde el cómodo sillón del salón, escudriñar las 24 horas de personas anónimas conviviendo en una casa. A la par surgieron otros programas como “El bus”, “La isla de los famosos”, “Supervivientes”, “La casa de tu vida”, “La caja” o el último eslabón de la prostitución de la vida propia a cambio de dinero con el programa de Tele 5 “El juego de tu vida”. El concursante, sometido a un detector de mentiras, debe decir la verdad a cambio de ver aumentado su capital, contestando a preguntas como “¿Le has sido infiel a tu mujer?. ¿Has deseado acostarte alguna vez con una persona de tu mismo sexo?. ¿Te gusta más tu cuñada que tu mujer?.¿Has robado en tu trabajo?. Y debe contestar ante la presencia de su mujer, su cuñada, su madre y su hermano que lo observan atónitos ante lo que escuchan. Y lo peor es que este tipo de programas tienen éxito. Alguna vez el zapping me dirige a este tipo de espacios y me pregunto si los programadores televisivos son los culpables o lo somos nosotros por no cambiar de cadena. Porque si todos le diéramos la espalda, está claro que sería retirado de inmediato por aquello de la audiencia. Lo dicho, propongo que la tele se parezca a una cerradura antigua que, por cierto, ¿Se han dado cuenta que ésta tiene forma de cuerpo sensual?. Y es que, al final, todo encaja…
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