miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL GORDO DE LA NAVIDAD

(Artículo publicado el 15/12/2011 en Viva Jerez)

La cultura y las tradiciones forman parte de nosotros. Ambos conceptos se funden en los pueblos para dotarlos de una identidad que los diferencia de los demás. Y ese contraste es, precisamente, el que les otorga un sentido único que debe ser preservado para, de este modo, mantenerlo vivo generación tras generación. Sirva esta introducción para manifestar mi rechazo frontal a ese señor gordo vestido de rojo, con una gran barba blanca y un extraño gorro con borla que, de un tiempo a esta parte y cuando llegan estas fechas navideñas, me lo encuentro en hipermercados, colgado de algún balcón, en forma de muñeco de chocolate o en la calle Larga repartiendo folletos mientras hace sonar su estridente campana.

Sí, estoy hablando de Santa Claus, también llamado Papa Noel. Se trata, como saben, de una tradición importada de los países nórdicos y que hace alusión a la leyenda del espíritu de la Navidad pero que nada tiene que ver con el cristianismo o el nacimiento de Jesús en Belén. Ya, en un anterior artículo hablé de otra tradición “importada”, como era la del Jalowin, que se nos ha colado casi sin darnos cuenta y que ya han adoptado nuestros hijos e hijas sin saber si quiera de dónde viene y porqué. Pues, en consonancia con ello, tampoco estoy de acuerdo ni me siento identificado con este extraño señor que, además, llega en un trineo (muy español, sí señor) tirado por renos (que como todos saben pertenece a la fauna autóctona mediterránea), volando (¡Sí, hombre!), haciendo sonar su campanita (¡Otra vez con la dichosa campana!), balbuceando algo parecido a “Jo, jo, jo...” (¿De qué se ríe el gachó?. ¿Habrá fumado algo raro?), mientras intenta sin fortuna entrar por la chimenea (le sugiero un plan de adelgazamiento severo). No me gusta que reparta regalos la noche del 24 de diciembre porque se adelanta a la llegada de los Reyes Magos, que esos sí que son nuestros, los de toda la vida, anclados en nuestras tradiciones y fieles a la noche del 5 de enero.

¿Imaginan la cara del inocente Gaspar cuando llegue a una casa llena de juguetes que Santa Claus ya dejó dos semanas antes?. “¿Otro balón?, ¡¡Si ya tengo uno más bonito que me trajo Papá Noel!!”, diría el niño la mañana del día 6. “Otra vez se nos ha adelantado Noel… Es que se le quitan las ganas a uno”, pensaría el Rey Mago al ver ese panorama. Puedo pasar por el hecho de que hayamos incorporado el árbol de Navidad a nuestras casas (siempre que comparta su espacio con el belén). Pero no paso por agregar a Papá Noel a nuestra cultura. Estoy pensando en quitarle los madroños al niño y dárselos al gordinflón a ver si se emborracha, se cae de la chimenea y se marcha con la campanita y la resaca acompañando a los borrachos que, aprovechando que el río de Cartuja es de vino, van haciendo eses por el camino… Jo, jo, jo…

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