
Y la primera en la
frente. Una inesperada racha de viento me vuelve el paraguas del revés. Para
colmo, cuando intento darle la vuelta, meto el pie en un charco tan profundo
que parecía el de los Hurones. Maldigo en arameo a los dioses de la lluvia mientras
el paraguas sale finalmente volando y yo me quedo con el mango en la mano. No
me queda más remedio que correr rápido hacia el coche mientras la lluvia se
hace más intensa. Al fin llego y… ¿Dónde están las llaves?. Miro en un
bolsillo, luego en otro. Está diluviando. Al fin las encuentro en un bolsillo
interior del chubasquero y cuando, fruto del nerviosismo, las logro alcanzar se
me caen al suelo, en un charco de barro. Con las llaves sucias y mojadas,
empapado hasta las orejas, abro finalmente el coche y arranco. A los pocos
minutos, deja de llover. Atascos y más atascos. Colas en los semáforos. Y es
que, cuando llueve, todo el mundo pilla el coche para ir a trabajar, a llevar a
los niños al cole… En fin, paciencia.
Es la hora de aparcar. Me encomiendo a
varios santos mientras doy vueltas y más vueltas al entorno de la Plazuela.
Tras más media hora logro aparcar, justo cuando comienza otra vez a llover con
fuerza. No tengo paraguas. Salgo corriendo del coche tapándome la cabeza con la
publicidad de una gran superficie y me resguardo bajo un balcón. No tiene visos
de que escampe, así que corro por el filo de la calle buscando salientes y
casapuertas. En ese momento, pasa un coche por la calle. Les prometo que vi, como
si de una película en cámara lenta se tratara, cómo se acercaba el coche, el charco
frente a mí e incluso visualicé las consecuencias pero, no pude reaccionar a
tiempo y ¡Ahí va eso!. Allí estaba yo. Sin paraguas, empapado, con cara de
tonto y asesinando con la mirada al incauto conductor. Al fin llego al trabajo.
¿Han permanecido alguna vez 7 horas con los zapatos y calcetines, pantalón y
jersey totalmente empapados?. Yo, sí. Veo la previsión del tiempo. Llueve hasta
el martes con una probabilidad del 100%. ¡Atchiss!. Ya me he resfriado. Y
Blacky en casa sin mear…
No hay comentarios:
Publicar un comentario