miércoles, 3 de octubre de 2012

LA CONSTANCIA


(Artículo publicado en Viva Jerez el 4/10/2012)
Recuerdo que fue hace años. Alguien me había hablado de las excelencias de ese lugar y allí que me dirigí a comprobarlas. Me acompañaba mi amigo Juan Andrés. Carretera del Calvario, kilómetro 3,5… aquí es, gira ahora a la derecha. La bodega estaba situada en una pequeña loma, a escasos 80 metros de la entrada. A medida que subíamos pudimos observar las miles de cepas que rodeaban la finca. Era finales de junio y las verdes vides nos regalaban la visión de un fruto que, a esa hora del mediodía, brillaba dorado contrastando con la pálida albariza. Allí nos recibió Pepe Martín. Bienvenidos, estáis en vuestra casa. Un amontillado viejísimo, sacado directamente de la bota y servido en catavinos jerezanos, nos acompañó en un breve pero aprovechado paseo por la bodega y por las viñas, desde las que se veía una ciudad que a esa hora lucía intensa. La tarde llegó casi sin darnos cuenta, entre una agradable charla a la sombra de un cañizo, la chacina y el queso viejo que habíamos traído previendo el momento y, sobre todo, con el intenso sabor de un amontillado que nunca faltaba en la mesa. Desde ese momento, mi amistad con Pepe Martín me llevó a visitarlo en más de una ocasión, compartiendo saludos y abrazos con el fino, arreglando el mundo con el amontillado, contándonos confidencias con el oloroso y riéndonos de los problemas con el Pedro Ximénez. 

Después de algunos años sin verlo, a finales de este pasado año me llamó para invitarme a la inauguración de su Mesón Restaurante. Era su sueño hecho realidad. Combinar sus más cuidados vinos con la gastronomía más jerezana. Entre viñas y bodega. Esteban, me dijo, el negocio del vino ya no es lo que era. Fíjate en los alrededores. Nos hemos quedado solos. Se han arrancado miles de viñas, han subvencionado la ruina del sector. Los márgenes se han estrechado y la meteorología nos ha dado la espalda en estos últimos años, afirmó mi amigo con un tono de tristeza en sus palabras. Por eso, he decidido abrir este negocio, para que el público conozca una viña jerezana de las que ya pocas van quedando, una bodega de vinos añejos y un vinagre excepcional, y un Mesón donde degustar la rica gastronomía de la tierra. 

Cuando pasé al interior del Mesón me sorprendió su amplitud y, sobre todo, la elegante decoración en la que se notaba la mano, el especial mimo que Pepe siempre puso a todo lo que hizo. La noche transcurrió entre amigos, copas y el inconfundible toque gastronómico de un cocinero al que la fama le precedía. Me refiero a Julio Carabot, un ubriqueño que ama su trabajo y que entre fogones crea especialidades únicas, platos exquisitos en los que combina tradición con innovación. Tras un par de meses en los que se ha renovado para mejor, mañana viernes, 5 de octubre, reabre sus puertas el Mesón Bodegón Viña La Constancia. Allí estaré, para apoyar a mis amigos Pepe y Julio, y para dar un paseo por la bodega y por las viñas. Un respiro de jerezanía a un minuto de Ikea. Allí les espero uno de estos días.

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