miércoles, 2 de febrero de 2011

AÑORANZA POLÍTICA

(Articulo publicado en Viva Jerez el 3/2/2010)

Lo recuerdo como si fuera hoy. Las imágenes de la televisión ofrecían una larga cola de personas en blanco y negro pasando junto al féretro del General. “Hoy es un día histórico. Guárdalo en la memoria, porque marcará un antes y un después en España”. Mi padre, que había luchado en la clandestinidad contra el régimen, intentaba transmitirme la importancia de ese día ante el horizonte de esperanza que se abría en nuestro país. Después pasaron muchas cosas. La proclamación del Rey, la democracia, la legalización de los partidos, las primeras elecciones municipales y nacionales… Recuerdo esos momentos con nostalgia. Quizá porque los valores que movían ese instante de transición hayan quedado hoy en algún rincón olvidado del camino. Quizá porque había unas ansias de libertad ahora en entredicho. Quizá porque partiendo del blanco y negro ambicionábamos un color que hoy se ha tornado pálido.


No sé. Lo cierto es que añoro esos días de ilusión en el mañana y la confianza de un grupo de hombres y mujeres en darle la vuelta a un país monocorde. Y evoco la alegría de una clase política que vivía por y para sus siglas, que luchaba por sus ideas. Pero todo cambió. Los largos tentáculos de la tecnocracia se aposentaron rápido en las listas electorales, con recién licenciados que portaban títulos universitarios y que, en muchos casos, veían la política más como una salida laboral que como una oportunidad para trabajar por unas ideas. Y todo se adulteró. Muchos partidos cambiaron parte de sus siglas para llegar mejor al electorado. Y emprendieron un camino que les precipitaba inexorablemente a lo que se ha dado en llamar “centro político”, en el que la izquierda comenzaba a restarle competencias a la derecha y viceversa. Y de una honradez política se pasó al choriceo, a la corrupción. Y de una buena lid en la política y del respeto a las ideas, se pasó al insulto y la descalificación, al todo vale por un puñado de votos y por llegar al poder, a un clima de crispación que los medios informativos se encargan de amplificar para mayor gloria de una denostada clase política que provoca desconfianza y hastío entre la ciudadanía.


Probablemente esta sociedad haya pasado una línea de no retorno y debamos entre todos adaptarnos a las exigencias de esta nueva realidad. Probablemente tengamos que redescubrirla para evitar que siga abierta la brecha entre los ciudadanos y la política. Probablemente, no volverán la ilusión ni la esperanza de la que se hacía gala durante la transición y que añoro especialmente en estos días. Pero algo hay que hacer. Porque me da la sensación que, en este país, hemos empujado con demasiada fuerza para dar un giro de 180 grados y nos hemos pasado de vuelta acercándonos peligrosamente a los 360. Eso de cambiar para que todo siga igual…

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