Conozco a Manolo Daza desde… bueno, desde casi toda la vida
al igual que miles de jerezanos y jerezanas que tuvieron la gran fortuna de
compartir aula con él y recibir sus sabios consejos en Magisterio, o en los
Marianistas o en tantos colegios donde impartió sus magistrales clases durante décadas.
Como buen profesor de dibujo, Manolo me hizo comprender que el arte está hecho
para ser sentido y no para ser comprendido. Que un buen cuadro es aquel en el
que te paras sin saber porqué, y lo miras, y te adentras en él y te llega a lo
más profundo. Y eso, decía, no puede explicarse. Que la técnica es importante,
fundamental, pero que hay algo más que únicamente unos pocos saben transmitir.
Y bien que lo sabía, porque su apellido ha sido, es y será un “referente
artístico e imprescindible en esta ciudad”, como bien señala mi buen amigo y
crítico de arte, Bernardo Palomo.
Y es que aún recuerdo el saludo y la sonrisa
del desaparecido Paco Daza a las puertas de su galería de la calle Tornería,
mientras me invitaba a pasar a ver su última exposición. O la de Rodrigo, dando
el último retoque al dorado paso de la Amargura. Si a todo esto, se le suma el
profundo cariño que le tengo a Manolo y que comparto con su mujer, Margot y con
toda su familia, es por lo que la llamada de su hijo, José, anunciándome la próxima
apertura de la galería de arte que lleva su apellido, me agradó tanto que me
decidí a dedicarles este artículo. Es encomiable el trabajo, la dedicación y el
esfuerzo que han puesto Raquel Fernández y el propio José Daza en rescatar y
rehabilitar para la ciudad una céntrica casa en la calle San Pablo número 4
donde dar forma a este proyecto empresarial. Una decidida apuesta, una valiente
aventura profesional de dos galeristas jerezanos por la creación de este
espacio expositivo que la ciudad demandaba desde hace años y que no ha estado
exenta de sacrificios teniendo en cuenta los delicados momentos económicos que todos
vivimos.
Pero la Galería Daza no se
limitará a exponer y vender cuadros. Raquel nos propone un punto de encuentro
de artistas, creadores, profesionales, aficionados y amantes de la cultura, en
general y del arte en particular. Un espacio abierto, vivo y participativo en
el que, además de contemplar las obras expuestas, podremos tomarnos una copa en
la coqueta cafetería que permanecerá abierta al público en el mismo recinto,
mientras asistimos a alguna charla sobre arte, un recital de música o una
lectura poética. La Galería Daza, a la que auguro grandes éxitos de la mano de
Raquel Fernández, se inaugura este sábado, precisamente, con una muestra de la
extensa obra de Manolo (todo un lujo) que podremos disfrutar hasta el 31 de
octubre.
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