jueves, 11 de junio de 2015

AL LÍMITE

(Artículo publicado en Viva Jerez el 11/6/2015)

En unos días dará comienzo el verano de manera oficial. Días de vacaciones (para los que se las
puedan permitir), de idas y venidas a la playa, de viajes al pueblo de los abuelos… Y, en la mayoría de los casos, en coche. Permítanme que hoy les hable de la velocidad al volante. De controles y radares. De esas campañas de publicidad que nos alertan sobre los peligros en la carretera. La historia viene de antiguo. Muchos recordarán ese lema de “Papá no corras”, con la foto de los niños, la mujer y a veces incluso la suegra pegados en el salpicadero del coche mirando fijamente al sufrido conductor. O ese tema musical de Perlita de Huelva que decía algo así como “Atención amigo conductor, la senda es peligrosa y te espera tu madre y esposa para darte un abrazo de amor” (un pelín machista visto en pleno siglo XXI).

Pero en fin, lo cierto es que en los últimos años, Tráfico ha endurecido las penas a la vez que ha dado una vuelta de tuerca a las campañas publicitarias incidiendo en los efectos negativos de conducir bajo los efectos del alcohol o de sobrepasar la velocidad permitida. Voy a incidir en esto último. Que se multe al infractor me parece correcto, necesario. Se establecen unas normas de conducción y una legislación al respecto que debe cumplirse. Si éstas no se acatan, castigo al canto: multas, supresión de puntos, retirada del carnet… o incluso la cárcel. Pero que alguien me explique porqué este país multa a los conductores que sobrepasan una determinada velocidad pero, sin embargo, les permite que en sus velocímetros aparezcan cifras mareantes como 220 ó 240 km. ¿Quién corre a 240 km? ¿Por qué se permite la venta de vehículos susceptibles de alcanzar esas velocidades de vértigo en un país que ha establecido el límite en 120 km? Que me lo expliquen.

Como saben, existen en el mercado los denominados limitadores de velocidad. Dispositivos que impiden al conductor sobrepasar, aunque pise a fondo el acelerador, una velocidad determinada, por ejemplo los 130 km… o voy más allá, a los 140 km/hora. ¿Por qué no se aplica por ley este sistema de contención? De esta forma quiero suponer que se evitarían accidentes, muertos en las carreteras y evidentemente muchas multas, los radares en nuestras carreteras y las campañas. No quiero ni pensar que un excesivo afán recaudatorio esté detrás de esta permisibilidad hacia conductores y coches. Por una sencilla regla de tres, está claro que si se implantaran los limitadores no habría exceso de velocidad y, por tanto, no habría tantas multas ni tantos accidentes por este motivo. ¿A nadie se le ha ocurrido esto? ¿Ni siquiera a la Dirección General de Tráfico?. Que alguien me lo explique.