miércoles, 16 de noviembre de 2016

VILLALUENGA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 17.11.2016)

A las cinco todo recogido y para el pueblo, que es viernes y me espera un fin de semana en Villaluenga del Rosario de descanso, lectura, chimenea y paseos por la Ruta del Republicano… Eso es lo que siempre digo pero después la realidad es otra… En fin que les cuento. Llego, y después de aparcar el coche frente a las casas de Antonio el Municipal, a coger los tiestos y subir la cuesta. Empiezo decidido pero a los tres metros ya se ve me la lengua fuera y jadeando. En ese momento, Cristóbal que alzando el bastón me da las buenas tardes mientras me adelanta por la derecha (tiene 91 años). Casi no puedo responderle, asfixiado. Dejo las cosas y para la Alameda. En el camino me encuentro a Jesús y a su mujer Hetepheres. Esteban, que tenemos pendiente la copita de brandy en mi casa. Es cierto, amigo. Te llamo mañana y quedamos. 


Ya en la plaza, coincido con Alfonso Moscoso, el alcalde ¿Una cervecita en lo de Antonio? En fin, hay que hacerle caso a la autoridad. Ya en la barra, Salva “El Españita” que, antes de que el vaso vea fondo, me pone otro. Que no le falte de ná al jerezano ¿Un dominó? Flores y tu contra Ruano y yo; jerezanos contra payoyos. Venga. El pito doble, paso que no llevo, cerrojazo y pierdo. Me toca invitar las tres cañas que pedimos por cabeza. Va haciendo fresquito. Me voy a La Velada. En el camino, Virgilio el hijo de Clotet que me para ¿Copita de Alfonso en el Hotel? No voy a hacerle el feo, así que cuesta arriba para La Posada. En la puerta, Ignacio el farmacéutico ¿Te apuntas? Le digo. Bueno ya me iba, pero en fin, me apunto. Unas risas, Berna trae unos altramuces y pégale una pataíta al olivo. Media hora más tarde, llego a La Velada. Hola Juana, como están los niños. Hola Paco, qué tal la pierna. Ponme una cañita y ese semicurado tuyo que está de lujo. En estas que veo aparecer al doctor Quique Guillén y a Ana ¿Cuándo habéis venido? Hace una hora. Nos quedamos hasta el domingo. Un par de chistes, que tal la semana… Para rematar la faena, entra por la puerta mi amigo Pepe el cocinero, su mujer Concha, Cándido y Manolo “El Venencia”. La empatamos, me digo. De aquí no salgo hasta las tantas. Y efectivamente. Que si otra cervecita, que si unas albóndigas… 


Son las once. ¡Hasta mañana familia! Camino de vuelta y al pasar por lo de Juan y Mara, el de Valladolid que me pega una voz. Esteban ¿Un gin tonic en La Espuela? De perdidos al rio, me digo. Un futbolín, dos copas largas cada uno y a las doce para casita. En ese momento, un mensaje al whatsapp del grupo de jerezanos “Villaluenga de la Frontera”. Es mi colega Mauri ¡Quillo, para mañana barbacoa en Los Alamillos! Vamos todos., Mucha carne, quesito payoyo, cerveza, tintito y vamos que nos vamos! Cristina llevará unas sardinitas que ha comprado en la plaza. No puedes faltar. Compra pan y unos dulces en lo de Pepi y tráete ese whisky que tú tienes, que yo pongo la cocacola. Y pienso ¿Lectura, descanso, senderismo? Al menos me queda la chimenea, que ya va haciendo fresquito…



miércoles, 9 de noviembre de 2016

YO CONFIESO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 10/11/2016)
Si. Lo confieso. Me ha costado mucho, pero al fin me atrevo públicamente a confesarlo. Creo que debo asumir una realidad que, inexorablemente, me persigue sin que pueda hacer nada por evitarlo. Es superior a mis fuerzas. Algo que me supera. Una y otra vez, y casi a hurtadillas, caigo en ese impulso irrefrenable a sabiendas que, a la postre, me producirá desazón y angustia por haber sucumbido a la tentación. Pero no puedo remediarlo. El sentimiento de culpa me persigue antes y después de la ingesta de esos productos. Mi cuerpo y mi mente me dicen que pare, que no es bueno para mi salud, pero el diablillo que habita sobre mi hombro izquierdo me susurra al oído “cómpralos, tómatelos, no seas tonto, para tres cochinos días que vamos a vivir…” 

Los adquiero los fines de semana. Intento que nadie que me vea ¡Qué pensaría la gente si lo supiera! Los introduzco en una bolsita y, escondido en la chaqueta, los llevo a mi casa. Entro sigilosamente y, sin que nadie se percate, los guardo en el rincón más oculto. En un lugar alto, inaccesible para los niños. Cuando nadie me ve, cuando todos duermen plácidamente, cuando la luna oculta con su sombra la luz de mi pecado, me transformo cual Doctor Jekyll en un auténtico Mister Hyde, y comienzo mi ritual. Todo empieza cuando tomo la bolsita y la miro con inusitada exaltación. Todo el cuerpo tiembla pensado en el efecto que se avecina. Con un ritual casi medido me siento en el sofá. Miro a mi alrededor. Pienso en lo que me espera y una sensación de bienestar, de pasmoso regocijo recorre mi cuerpo. Entonces lo abro. El olor que desprende me embriaga. Cierro los ojos y, tras unos segundos, los vuelvo a abrir. Vuelvo a mirar a diestro y siniestro ante la posibilidad de que alguien pueda verme. Y entonces me llevo uno de ellos a la boca. El paladar comienza a sentir múltiples sensaciones. Los muerdo, los saboreo una y otra vez. Son de todos los colores, sabores y texturas. 

Pero tienen algo en común que los hacen irresistibles. Respiro hondamente y vuelvo al festín. Finalmente, veo el fondo de la bolsita. Curiosamente, el último es el que sabe mejor. Me chupo los dedos y vuelve a aparecer el sentimiento de culpa. Pero, que me quiten lo bailao. Mañana comenzaré el régimen… Sí, lo reconozco. Lo confieso públicamente. Tengo una adicción irrefrenable a consumir… ¡Chucherías, golosinas, regalís, gominolas, frutos secos...! No lo hago habitualmente ¡No se vayan a creer! Pero cuando lo hago, la culpa me persigue. Ahora bajo la cabeza y entorno los ojos ante ustedes. No se lo digan a nadie y, por favor, no me lo refieran cuando me vean por la calle. Se me caería la cara de vergüenza. Ahora les dejo. Es jueves, mañana viernes, se acerca el fin de semana y alguien me susurra en el oído izquierdo…

jueves, 27 de octubre de 2016

JALOWIN

(Artículo publicado en Viva Jerez el 27/10/2016)
Monstruos, zombies, muertos vivientes, manos amputadas, tumbas abiertas, calabazas con luces,
sangre y más sangre… ¡Uh, qué miedo, por Dios, oh! No. No puedo. Lo siento, pero no trago, no lo acepto, no comulgo con lo que pasará la próxima noche de Jalowin. Probablemente porque éste que ya peina alguna que otra cana ha “mamado” otras costumbres más nuestras ligadas al día de Todos los Santos. Porque este “Jalowin” (lo escribo así a conciencia) es una más de tantas otras fiestas “importadas de allende los mares” que alguien, con gran éxito por cierto, decidió algún día introducir con calzador en nuestra tradición. Porque reconocerán conmigo en que muchos de los padres que esa noche vestirán a sus hijos de tal guisa desconocen el sentido real de esa fiesta.

Voy, si les parece, a bucear un poco en la historia. El origen de todo esto se produce con la conversión de los pueblos paganos al cristianismo. Ellos se negaban a abandonar sus fiestas y ritos paganos celebrados desde tiempos ancestrales, como el Samhain, celebración realizada por los celtas que coincidía con estas fechas. Cuando los cristianos tocaron tierras celtas, pensaron que esta fiesta era un culto a Satanás. Para convencerlos de abandonar esta creencia, el cristianismo adoptó el festival y lo convirtió en la conmemoración de la víspera del día de todos los santos o “all hallow's eve”, frase en inglés de la cual surgió el nombre de Halloween. Los colonizadores irlandeses llevaron esta tradición a Estados Unidos y fue en el siglo XX cuando se internacionalizó esta fiesta anglosajona retocada y reconvertida, a partir de la década de los ochenta, siendo la que más dinero genera, después de Navidad. 

Pero estamos en España, donde estas fechas tienen un significado endémico. La festividad de Todos los Santos representa, culturalmente, la preparación para una nueva estación, el invierno, en que la naturaleza entra en letargo, en un tipo de muerte aparente. En nuestro país, este día es de recuerdo para con nuestros seres queridos que ya no se encuentran con nosotros, día para visitar el cementerio y recordar a nuestros difuntos con flores, para comer en familia y en Jerez para tomar los famosos “Tosantos”. Pero la aldea global en la que estamos inmersos, esa misma que nos ha traído la Cocacola y la comida basura, el gordo Santa Claus también llamado Papá Noel o el árbol de Navidad, nos ha impuesto esta fiesta llevándola a nuestro propio portal, con calabazas recortadas y escolares vestidos de negro con disfraces de bruja o de momia que repiten el mismo mantra “truco o trato” que vaya usted a saber a qué viene esa chorrada. No me gusta. No lo acepto. Y además, me da lástima de cómo esquilmamos nuestras raíces, nuestras costumbres más arraigadas. Pero me tengo que aguantar. Eso sí, tengo y lo ejerzo, el derecho al pataleo.


miércoles, 6 de julio de 2016

MALDICIÓN GITANA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 7/7/2016)¿Han estado en Córdoba a 45 grados? ¿Han padecido los rigores del verano más tórrido paseando por la Judería? Si han vivido esa experiencia para ustedes se queda. Si no, esperen que ahora les cuento mi periplo cordobés de este finde. La primera en la frente… Bajo del coche, después de dar más vueltas que una peonza en una lavadora, y sentí como si alguien me abofeteara en la cara con la mano abierta ¡Qué calor, por Dios! Oiga ¿La plaza Tellerías? ¡Ofú, chiquillo, no está lejos ni ná. Tó seguío palante y la encuentras! Me dijo una gitana ¡Te va a jartá de pasá caló! ¡Por cierto, dame algo moreno! No tengo ni un duro, le dije. ¡Pues te echo una maldición! Sonreí ¿Quién cree hoy en las maldiciones gitanas? Diez minutos andando, a las 3 de la tarde por el centro de Córdoba, y ríete tú de las dietas milagro de adelgazamiento. Al poco ya tenía la boca abierta, los ojos entornados, jadeaba como los perros y arrastraba los pies dejando, a mi paso, un reguero de sudor. Ni un taxi que me rescatara del infierno. Ni un chino abierto para comprar una botella de agua. Es verdad que en Córdoba hay fuentes, pero el agua hierve tanto que debe salir directamente del centro de la tierra. Por fin encontré una sombrita bajo un árbol donde tuve que hacerme sitio junto a una pareja de japoneses con su cámara al hombro (creo que es un apéndice, una prolongación de su cuerpo con el que nacen). Aproveché para escurrir la camiseta y coger fuerzas. 

Me envalentoné y volví a la senda de lava hirviendo en que se había convertido a esa hora la calle. Hubiera dado mi vida por una gorra o vendido mi alma por una Mirinda fresquita. Miré a mi alrededor. Creo que me he perdido. En fin, para eso está el GPS del móvil. Metí la mano en el bolsillo para cogerlo y ¡Ahhhh! Me costó volver a dejarlo en su sitio porque quemaba tanto que se me quedó pegado como una calcomanía (aún me aparece en la palma de la mano el anagrama de Samsung). De repente, como en cámara lenta, se paró junto a mí en un semáforo un BMW blanco con una rubia espectacular en su interior (tipo sueca, vamos). Su pelo ondeaba recibiendo el frío aire acondicionado mientras abría una helada lata de Cruzcampo con su punto azul brillante. Le dio un sorbo y giró la cabeza. Me sonrió, abrió la ventanilla y acercándome la cerveza me dijo ¿Quieres una? Sube y te llevo a donde quieras… Vi el cielo abierto. Creí en Dios, en el Dalai Lama, en Elvis y en todos los dioses del Olimpo juntos. 

Saqué pecho, encogí la barriga, puse la mejor de mis sonrisas y… de repente, me adelantó por la derecha un moreno cordobés de metro noventa, delgado, cachas y con una sonrisa perfecta, de esas de anuncio de dentífrico. En fin que, visto lo visto, bajé la cabeza buscando un boquete para meterla y disimulé como pude mientras observaba por el rabillo del ojo al moreno y a la rubia tomándose unas cervezas mientras el BMW se perdía por la plaza… Comprendí entonces que la culpa de que la rubia se fuera con el cachas en vez de conmigo era de la maldición gitana. Si no, de cómo y de qué se iba a ir con “ese”. No sé qué tenía él que no tuviera yo. 

miércoles, 22 de junio de 2016

EL PACTO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 23/6/2016)
Decenas de periodistas, cámaras, micrófonos. Todos aguardando ese momento que en segundos recorrería las redacciones de todos los medios de comunicación anunciando ese ansiado pacto. Atrás quedaban días intensos de negociaciones, de tiras y aflojas, de dame y te doy. Pero finalmente había llegado el día y una firma sobre un papel y un apretón de manos rubricarían una alianza que muchos esperaban… Bien podría ser éste el relato de una historia que podría narrarse antes de que finalizara este electoral mes de junio. Sí, estoy hablando del pacto al que están abocados los principales partidos que concurren el domingo a los comicios generales. Les confieso que me produce algo de desazón el día después. Las desaforadas exigencias de unos y el inmovilismo de otros podrían dar al traste, una vez más, a un proceso que si no llega a buen término perderemos todos. 

Me gusta la política. Creo que el principal exponente de la democracia, con sus luces y sus sombras, es posibilitar a grupos heterogéneos de ciudadanos pensar diferentes modelos de país y ponerlos sobre la mesa para que usted y yo podamos decidir con nuestro voto el que más creamos conveniente. Con libertad, sin ataduras, en su sobre cerrado y con una papeleta doblada. Pero ¿qué ocurre el día después si ninguna de las opciones políticas ha obtenido la mayoría suficiente para gobernar en solitario? Pues ya sabemos lo que pasó la primera vez. Semanas y semanas de negociaciones donde primaron la soberbia y el orgullo frente al bien común. De uno a otro lado del arco político. Unos porque anteponían cargos (por cierto, poco acordes con sus ideales). Otros porque anteponían el “no” antes del “ya veremos”. Y otros haciendo bueno al perro del hortelano que ni comía ni dejaba comer. Lo cierto es que decidieron dar una patada al balón y volver a disputar el partido antes de mirar por el bien común. El domingo volvemos a las urnas (dicho sea de paso, me toca de presidente de mesa). Y el lunes me temo que volveremos a revivir el “día de la marmota” y las miradas volverán a estar centradas en los líderes políticos que una vez más estarán abocados a sentarse, dialogar y tragarse los dardos envenenados que dijeron y que les dijeron y que las hemerotecas se encargan de revivir. 

Os aconsejo ver la serie televisiva “Borgen”, emitida por la cadena pública danesa. Narra, en clave de ficción, las interioridades y las intrigas de la política en este país. Lo realmente interesante de esta serie es comprobar el grado de democracia que han alcanzado en materia de pactos. Es lo normal y así lo asumen partiendo de la base de que cualquier partido desea lo mejor para su país, aunque difieran en la forma. Madurez política. Madurez democrática. Probablemente lo que ha faltado en este país en los últimos meses. Espero, con sinceridad, que las cinco líneas que encabezan este artículo se hagan realidad a partir del lunes. De lo contrario, sería para salir corriendo.

miércoles, 8 de junio de 2016

MI AMIGO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 8/6/2016)
Mi amigo conoce a mucha gente importante y eso, en los tiempos que corren, es lo más. Me cuenta que el otro día lo paró la Guardia Civil en un control de alcoholemia, y que dio positivo, y que con una sola llamada a un amigo benemérito le quitaron la multa. Algo parecido le pasó con una notificación del ORA. Llamó a su cuñado, que trabaja como controlador, y de la multa nunca más se supo. Uno de sus primos, que trabaja en el Teatro, le consigue cada vez que lo desea una entrada en palco por la patilla, desviando una de esas invitaciones que les dan a los políticos. Saca pecho al recordarme su amistad desde la mili con uno de los responsables del Circuito que le da pases vip para asistir a las grandes carreras, y con otro del Xerez que lo cuela en el palco con un pase de prensa cada vez que puede. Cierto día fue hospitalizado por una ligera dolencia leve. Entornando los ojos en un claro gesto de suficiencia me asegura que tuvo una habitación para él solo y los mejores cuidados, ya que uno de los responsables de planta del Hospital es el tío de su mujer. El crédito hipotecario de su vivienda es envidiable, según me dice. No en vano, juega al pádel con el director de su oficina bancaria y, alguna vez, salen a cenar las parejas. 

Mi amigo es, para que se hagan una idea, de los que entran en la Feria con 20 euros y salen con 25. Reparte abrazos por doquier y esboza sonrisas a todos los que se le acercan, que son muchos. Y es que conocer a alguien importante te hace más importante a los ojos de los demás, que envidian tu agenda y tus contactos en todas las esferas. Lo que más me llama la atención es que en esta sociedad es un valor añadido que uno tenga tantos enchufes y se valore a amigos como el mío como un triunfador por ello. Porque el mensaje que dan es que todo vale con tal de colarse de gorra en los sitios. Que pagar la multa del ORA o de la Guardia Civil es de “pringaos”, que abonar la entrada del Teatro o del Circuito es de gente vulgar, que compartir habitación en un Hospital es para la plebe, que esperar la cola en una oficina es para gente que no conoce a nadie importante, como es su caso. Mensajes como el de mi amigo minan y devalúan la confianza del resto de mortales en las instituciones. 

Pero también la pasividad de éstas que consienten y hacen la vista gorda a los enchufes, desmanes y ostentaciones públicas de estos caraduras del favoritismo haciendo buena la ley del más listo (que no inteligente). Miren a su alrededor. Seguro que conocen a algún amigo gorrón como el mío. Y recuerden que si él se cuela igual usted se queda fuera y que si él no paga se lo cobrarán a usted…

miércoles, 1 de junio de 2016

YA ESTÁ BIEN

(Artículo publicado en Viva Jerez el 2/6/2016)
Ya está bien de poner excusas, de la culpa la tiene el de enfrente, que todo está mal y qué pena de país y de ciudad ésta que se hunde en la miseria. Ya está bien de poner el acento en las siete plagas de Egipto que asolan a esta sociedad que no acaba de remontar. Ya está bien de decir que el panorama está negro y que no se ve luz al final del túnel. Ya está bien de hablar de la paja en el ojo ajeno cuando no somos capaces de ver la realidad por la viga que nos tapa el nuestro. Ya está bien de inculpar al jefe, al alcalde, al presidente de la comunidad de vecinos, a la Merkel o al tertuliano de La Sexta. Ya está bien de decir que los políticos o los banqueros tienen la culpa de nuestros males (que sí, que en parte es verdad, pero de qué nos sirve repetir el mismo mantra una y otra vez). Ya está bien de hablar del amigo que se ha estrellado en la empresa que montó y no hablar del otro amigo que triunfa. Ya está bien de gastar energías en resaltar lo mal que estamos y lo mal que estaremos. ¡Ya está bien! ¡Ya está bien! Soy consciente de que las malas noticias son más noticias que las buenas noticias. Nunca escucharemos lo bien que le va a Pepe. pero sí nos regodearemos de lo mal que le va a Juan que no levanta cabeza. Somos así. 

Hace años salió el periódico “Buenas noticias”. Duró dos meses. Sin embargo “El Caso”, que ahora rememora TVE en una serie, duró 45 años. Da para reflexionar… Pues bien, ahora que coordino y presento “Avanza”, un programa que se emite en Onda Jerez los martes a las 21 horas, he descubierto gente que un día arriesgó, que emprendió un camino difícil, no exento de obstáculos. Jerezanos que dieron un paso al frente, superaron la barrera del conformismo y se lanzaron a emprender, desoyendo los atrabiliarios cantos de sirena de profetas sin oficio. 

Empresarios como el belga y gaditano Jan de Clerck siempre rodeado de dos mares; Miguel Moncayo y Ana Triano con su premiada cerveza Xela regada de vino de Jerez; Antonio Páez Lobato que sigue manteniendo su reinado alzando al cielo su copa de vinagre; Alberto Alcántara que un día soñó con Xerintel y que ahora parece no tener límites; Antonio Mariscal un visionario empresario de viajes que triunfa en el país con Bookingfax; Alberto Villagrán que con mucho tesón reinventó en Jerez el negocio de la compra venta inmobiliaria; o mi querida Lola Rueda incansable mujer imparable que nos da alas para seguir avanzando. Éstos y no otros son espejos en los que reflejarse. Referentes de prestigio que engrandecen a esta ciudad. Emprendedores que luchan cada día en Jerez para avanzar sin límites…

miércoles, 18 de mayo de 2016

QUE NO,QUE NO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 19/5/2016)
Que no. Que nadie se equivoque. Que nada volverá a ser lo que fue. Que todos, tanto usted como yo, la sociedad en general, la economía… Todos hemos cambiado y nada volverá a ser lo mismo. Cuanto antes nos demos cuenta, mejor. Se acabaron los sueldos de miles de euros y pluses por casi todo, los altos tipos de interés, el pisito en la playa y un mes de vacaciones pagadas. Atrás quedaron las mariscadas “vamos que nos vamos y ponme otra de gambas blancas” en Romerijo, los viajes a Cancún que “pa eso está la tarjeta de crédito”, las tres hipotecas, el kárate del niño y las clases de ballet y de hípica de la niña, la casa en el Rocío con mucho jamón “del bueno” y muchos langostinos de Sanlúcar. Que no. Que igual alguno de los que ahora leen esto se pueden permitir alguno de estos “lujos”, pero no todos (yo no). Que la cosa no está para tirar cohetes. Que ahora ser licenciado en derecho, en medicina o en arquitectura no te da pasaporte directo para vivir en Montealto y codearte con los Domecq. Y que incluso tener este apellido, no te garantiza ir a las fiestas de postín en Jerez, sobre todo porque ya casi no hay fiestas de postín. Que ya no queda dinero ahí fuera y si lo hay lo tienen unos pocos, lo de siempre, esos que miran a los de abajo por encima del hombro. Que el dinero que nos queda está bajo una losa, un colchón o en una cuenta corriente al 1% y date con un canto en los dientes. Que preferimos arreglar el coche antes de comprarnos otro nuevo, no vaya a ser que… 

Que a los niños un día a los cacharritos de la Feria (el miércoles que es más barato) que no está la economía para farolillos. Que a mi primo Manolo la empresa le ha aplicado un ERE y ahora está echando curriculums a diestro y siniestro y no encuentra nada; que a mi amigo Juan se le ha acabado el paro y está cogiendo caracoles para llevar algo a su casa y que mi cuñada trabaja diez horas de media por 500 euros y cállate que hay cola ahí fuera esperando. Que nadie habla ya en tono despectivo de los “mileuristas”. Que mi hija estudia alemán por si tiene que coger la maleta y buscarse la vida con la teutona de Merkel. Que tenemos miedo en el cuerpo por lo que vaya a pasar. Que llevamos oyendo hablar años de los brotes verdes pero que por mucho que escarbamos no aparecen. Que los bancos no dan crédito y ni siquiera una mísera sartén de teflón por ingresar allí tu dinero. Que hemos hipotecado la dorada vejez de nuestros mayores poniéndoles la mano cada vez que cobran a primeros de mes. Que cada día nos levantamos con ganas de decir hasta aquí hemos llegado y vamos a comernos el mundo y seguro que saldremos de esta, pero la calle es la calle y las historias que en ellas nos cuenta nuestra gente es para tirar la toalla. 

Todo ha cambiado. Dicen que esta nueva generación será primera de la historia cuyos hijos vivirán peor que sus padres. Me da miedo, tristeza. Habrá que reinventarse, supongo. Y cambiar el chip. Y plantar nuevas semillas que nos descubran nuevas sendas. En fin, no me tengan en cuenta. Hoy me he levantado un poco tristón. Mañana, mañana será un nuevo día. O no…    

miércoles, 11 de mayo de 2016

SOMOS GILIP...

(Artículo publicado en Viva Jerez el 12.5.2016)
Tenemos una Feria del Caballo envidiada por todos. Con unas casetas y portadas que son auténticas obras de arte; un paseo de caballos inigualable en el mundo y un Parque González Hontoria de exposición. Además derrocha arte, clase y un señorío propio de esta tierra. Y vamos ahora y nos liamos a grabar en vídeo desde todos los ángulos la pelea del miércoles en la Caseta de La Viga y la difundimos en el Whatsapp, en Facebook, en Twitter, en Instagram, en la web, en el Youtube… ¡con dos pelotas! ¿Qué hemos conseguido con esto? Pues sencillamente, hacer virales cada uno de estos vídeos más allá de estas fronteras y como dice con más razón que un santo mi amigo el periodista Pablo Cosano, “Vamos, lo mejor que podemos hacer para que el año que viene nuestros amigos, conocidos y contactos de las redes sociales vengan a la Feria del Caballo”. 

Claro, después llegan las grandes cadenas de televisión y oliendo la carnaza se hacen eco en sus informativos nacionales del “caos” de la Feria de Jerez con imágenes de sillas volando, heridos y detenidos. Vamos, un escenario “de guerra” que no invita a que los turistas quieran venir el año que viene no vaya a ser que le propinen un sillazo en la cabeza ¿Esa es la imagen que queremos transmitir al mundo? ¿Se acuerdan hace más de 15 años del motero que falleció haciendo el caballito en la Avenida? Pues todavía aparecen en la tele nacional imágenes de ese día para hablar de “la movida motera” en Jerez. De verdad que a veces no entiendo a esta ciudad con la que siempre he mantenido una relación de amor-odio ¿Saben cuántas peleas se producen durante la semana de Feria? Se podrían contar con los dedos de una mano, según constatan unas fuerzas de seguridad que siguen afirmado que nuestra fiesta es de las más seguras de España. 

Probablemente porque la unión del fino y el rebujito, con las tapas, el baile por sevillanas, el “paseo” de caseta en caseta y otros factores hacen que “cojamos en puntito” pero no ese estado de intoxicación alcohólica propio de otras fiestas. Bien es cierto que en decenas de miles de personas siempre hay quien se “pasa” y “mete la pata”. Pero coincidirán conmigo que son los menos y que eso les ocurre por mezclar el caldo de esta tierra (léase vino) con otras bebidas destiladas y “vamos que nos vamos que esto no será ná”. Probablemente es que yo viva “en otro mundo” o “en otra feria”, pero llevo desde que nací peregrinando cada mes de mayo al González Hontoria y pocos altercados que visto. En definitiva, que lo del miércoles fue una pelea de cuatro que no saben estar ni en su casa, que la Hermandad de la Viga no se merece un espectáculo tan lamentable y que otra vez que hagamos la gracia de compartir cosas lo hagamos del paseo de caballos, del espectacular alumbrado, de las portadas de las casetas y de la belleza de nuestras mujeres. Que ya está bien de tirarnos piedras a nuestro propio tejado…

miércoles, 20 de abril de 2016

LA MOTO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 21/4.2016)
Oiga, ¿092? Que me han robado la moto. Sí, aquí mismo, en la puerta de mi trabajo, en la Plaza de la Yerba. Acabo de terminar el curro y me disponía a cogerla para irme a casa. La dejé esta mañana y ahora no está. Sí, es una kimco color gris y con la matrícula xxxx. Sí, agente, tengo todos los papeles en regla. De acuerdo, muchas gracias. Colgué el teléfono aún con el temblique en las manos. No podía ser. Le tenía puesto el candado, ese gordo que compré en la tienda de los chinos y tampoco es una moto golosa de robar. Tiene años para dar y regalar. Pregunto a mis compañeros de trabajo. Nadie sabe nada. Todos los días la dejo en el mismo sitio, enfrente del trabajo, junto a las otras motos. Y, qué casualidad, todas están en su sitio, menos la mía. 

Doy una vuelta por los alrededores pero ni rastro. Vuelvo a llamar a la policía local. Aún no se sabe nada, ya le avisaremos si hay noticias, pero le aconsejamos que ponga denuncia en comisaría. Así lo hago. Una hora después (ya son las cinco y aún no he comido) vuelvo a llamar al 092. Nada. Me voy andando a casa. Es abril pero vaya calor que hace. 24 grados a pleno sol. Por fin llego y como algo rápido. Se ha pasado la hora de la siesta y vuelvo a llamar. El agente, algo enfadado ya, me dice que no llame más, y me repite la cantinela de que ya me avisarán cuando sepan algo. Reviso mis papeles en busca del seguro, pero la póliza no cubre el robo. Y no están las cosas como para comprarme otra moto. Así que a patita a partir de ahora. ¿Y si la han desguazado y ahora el manillar, el faro y las ruedas están cada uno por un lado? Y si la han quemado en algún descampado? Era vieja, pero le tenía cariño. En las cuestas se venía abajo, pero aguantaba el envite y al final siempre las subía. Quizá debí mimarla más en sus últimos meses. Debí limpiarla y cambiarle la bujía y el aceite y arreglar la pata de cabra. Cuántos buenos ratos pasé con mi moto. 

Pero, en fin, son ciclos que pasan y terminan. Siempre la aparcaba aquí, a la puerta de casa, y cuando llovía le ponía un plástico para que no se mojara. La echaré de menos. Con ese runrún del motor que tenía cuando la arrancaba… Esta mañana, sin ir más lejos… ¿O fue ayer cuando…? Recuerda, Esteban, recuerda. Salí a las 8 y llegué al trabajo poco después. Y la aparqué, como siempre, en la Plaza de la Yerba ¿O no? Piensa Esteban. Ahora recuerdo, el aparcamiento lleno y… ¡Dios!. No la aparqué allí, si no en calle Armas. Sonrío ¡No me la han robado! ¡Vaya despiste! Suena el teléfono. Es la Policía Local. Oiga, que hemos encontrado su moto. Está cerca del lugar de la sustracción… en calle Armas. Está intacta. ¡Hay que ver, cómo son estos ladrones!, digo en voz alta. Le quitan a uno la moto para dejársela varios metros más allá. Gracias, señor agente. Es nuestro trabajo, caballero…

miércoles, 13 de abril de 2016

CONCHA VELASCO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 14.4.2016)
Octubre del año 2000. El Villamarta acogía la obra “Las manzanas del viernes”, con Concha Velasco y Encarna Paso. El día antes fui a su rueda de prensa. Me encandiló la sonrisa de la “Chica Ye-Ye”. Una señora, entonces de 61 años, que atesoraba el encanto, la elegancia y el carisma tan propio de los artistas con mayúsculas. Cuando acabó, me acerqué y la invité (osado de mí) a entrevistarla esa noche en Onda Jerez. Mi sorpresa fue que accedió. Y allí estaba yo. Sentado en el plató, en directo, con la “Chica de la Cruz Roja” sentada a mi izquierda y a punto de comenzar. Tenía todo preparado. Me había pasado horas recopilando información que había resumido en quince preguntas en los dos folios que tenía sobre la mesa. Y comencé “Damos la bienvenida a Concha Velasco que mañana actuará en el Villamarta”. “Usted interpreta en esta obra a…” Y en ese momento, sin querer, deslice los brazos y los folios cayeron al suelo. Toda la información, las preguntas… desperdigadas por el plató. Observé en el monitor que nadie se había dado cuenta,  así que tiré de dignidad y tragué saliva. 

“Decía que interpreta a una mujer cuyo marido la engaña…” Concha respondió desviando el asunto. Después pregunté: “La obra es de Alfonso Paso y Paco Marsó es el otro protagonista…” Concha siguió en su línea de simpatía y la entrevista, tras 15 minutos, llegó a su fin. Había “sobrevivido” sin papeles. La despedí y se apagaron los focos. Fue entonces cuando vi cómo Concha Velasco se echaba a reír mientras miraba los folios del suelo ¿Qué pasa? le dije “Que no has acertado ni una… La obra no es de Paso si no de Gala. Marsó no el protagonista, es el director… y así casi todo”. No sabía dónde meterme. Me había hecho un lío de aúpa y sin embargo, Concha mantuvo el tipo para no ponerme en ridículo. Me dio un abrazo y un consejo: “Si te hubiera dicho que te equivocabas te habría dejado en evidencia, te hubieras puesto nervioso, yo también lo habría estado y la entrevista habría sido un fracaso. Sin embargo, casi nadie se ha percatado de los errores” 

Al día siguiente me invitó a su camerino y nos reímos recordando los folios en el suelo. Luego asistí a la obra entre bambalinas. Años después, en 2006, regresó al Teatro con la obra “La Filomena Marturano”. Ese día me invitó a desayunar en el Hotel Jerez  y le regalé una foto de ambos en el plató, el día de la entrevista, con una dedicatoria que decía “Me olvidé de las preguntas pero de lo que nunca podré olvidarme es de tu sonrisa”.

miércoles, 6 de abril de 2016

LA FOTO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 7.4.2016) 
Créanme que he me ha costado decidirme por la foto que, desde hoy, acompaña cada jueves los artículos que escribo en esta tribuna de prensa. Estaba harto de oír toda clase de comentarios en torno al careto que aparecía en la anterior instantánea que, en un alarde de atrevimiento, alguien me perpetró mientras miraba absorto a una invitada a la que entrevistaba en Onda Jerez hace la friolera de siete años. “El artículo de esta semana, bien… pero la foto es de cuando hiciste la primera comunión…”. “Oye, estoy de acuerdo con lo que dices en tu artículo de hoy, pero dile a los del Viva que te cambien la foto, que ya tienes canas…”. En el mejor de los casos, culpaban directamente a la dirección de VIVA JEREZ por incluir una foto mía tan “antigua”, ante lo cual yo siempre me encogía de hombros, ponía cara de tonto (que me sale muy bien) y asentía con la cabeza a la vez que entornaba los ojos, emulando el “¿Seré yo señor?” del tal Judas Iscariote. En otros casos he llegado a emular a Pinocho afirmando que la foto es de hace unos meses tan solo… pero por ahora nadie se lo ha tragado. Eso sí, me ha crecido un palmo la nariz. En fin, que decidí hacerme otra foto y así acallar las críticas voces de amigos, familiares, conocidos, camaradas de juergas nocturnas, compañeros de fatigas y otros. 

Así que me puse manos a la obra y me dispuse a perpetrar otro autorretrato. Allí estaba yo, móvil en mano, haciendo selfies a diestro y siniestro, poniendo caras, de frente, de perfil, serio, sonriendo abiertamente, sonriendo picaronamente, haciéndome el interesante… Una tras otra las fui borrando de la tarjeta de memoria del móvil no fuera que alguien las pillara y las colgara en alguna web de terror o en la portada del Caso con una frase que dijera “se busca por feo”. Al final, se me gastó la batería y se hizo de noche. Y nada de nada. En esas estaba yo cuando se me ocurrió pedir ayuda a un amigo fotógrafo. “Porfa, porfa, hazme una foto” Debió verme tan desesperado que, sin mediar palabra, tomó su cámara profesional y se dispuso a sacarme una foto “decente”. Afortunadamente estamos en la era digital porque si no, al de la Droguería y Fotografía Quirós, la que estaba en la calle Consistorio, habría hecho negocio vendiéndonos carretes de 24 y 36. “Ponte aquí, ponte allí, sonríe, no sonrías, sube la barbilla, bájala…”. 

Desesperado por el resultado que veía en su visor cada vez que tiraba una foto, a mi amigo se le adivinaba el pensamiento “A este no hay por dónde cogerlo...”. Finalmente me mandó por mail sus 5 mejores, pero… ninguna me gustaba. Así que rebusqué en mi archivo y recorté la foto que ahora ven en la esquina superior derecha de este artículo, suprimiendo claro está a la persona que posaba junto a mí. La acabo de mandar y ya me estoy arrepintiendo. Porque la miro y la miro y no paro de pensar en la frase que un día me dijo otro buen amigo… “Esteban, mirándote… solo se me ocurre decirte que hay que tener ganas de tío…”.


miércoles, 30 de marzo de 2016

ESTOY TRISTE

(Artículo publicado en Viva Jerez el 31/3/2016)
Me siento mal. Llevo tres días fatal, triste, muy triste. Cabreado, muy cabreado. Es como un jarro de agua fría que alguien me hubiera lanzado en pleno invierno. Harto ya de desgobiernos sin pactos, de yihadistas sin alma y de banqueros sin corazón, el lunes un mensaje de Facebook me hizo tambalear, abrir los ojos ante lo que realmente es importante en esta vida. Joder, ya! Que un padre tenga que poner a la venta todo lo que de valor tiene en su casa para poder afrontar la operación de su hijo es… Bueno, no tengo palabras, y si las tengo prefiero guardármelas. Les hablo de Marcos Carribero. Sí, ese chaval jerezano desahuciado por los médicos y por el que nadie daba dos euros hace unos años y que ahora, tras más de una década de lucha por parte de sus padres, sigue ahí, aferrándose a la vida, sonriendo a todo aquel que se le acerca, subiendo peldaños uno tras otro. Y todo gracias a Juan y a Ana Mari, sus padres, que no bajan la guardia, que son capaces de todo por su hijo. Padres valientes, esperanzados y con las fuerzas suficientes para seguir adelante con esta lucha desigual. 

Cuando el lunes leí el mensaje de Juan diciendo que vendía su televisor, el ordenador en el que aprende su hijo, la mesa de estudio, las lámparas, el sofá y todo lo que hay en su casa, se me saltaron las lágrimas. Incluso decía que si alguien quería regatear, que adelante, que lo único que necesitaba era dinero para que su hijo pudiera ser operado en Boston. Rápidamente lancé un mensaje por Facebook en el que decía que nadie le comprara nada de lo que vende. Que es muy miserable aprovecharse de la necesidad de una familia. Que los Carribero se merecen otra cosa. Merecen una aportación voluntaria. Una ayuda económica en conciencia, sin publicidad, sin que sea necesario lanzarlo a los cuatro vientos. Que ya está bien de golpes en el pecho y de doble moral. Hace unos días hemos estado en las calles de Jerez rezando al Cristo tal y la Virgen cual. Lo respeto con todo mi corazón. Pero creo que Jesucristo y María Santísima están más reflejados en la carita inocente de Marcos Carribero que sobre un paso dorado. Estar junto a él es ver a Dios. Y lo demás son chorradas. 

Veo en los ojos de sus padres la impotencia que sienten al ver que el tiempo se acaba y que su hijo se apaga, se muere. Sí, se muere. Y que viva muchos años depende de todos nosotros. Los que me conocen saben que nunca he pedido nada para mí. La vida me ha sonreído. Pero ahora pido por Marcos y por una familia que se desvive por él. Me atrevo incluso (y reconozco que es una osadía por mi parte) a hacer un llamamiento a ese jerezano afortunado ganador del Euromillón. Alguien que lea Viva Jerez debe conocerlo bien. Tan solo le pido que conozca a Marcos. Que le mire a los ojos. Que le vea sonreír. Y ya está. Lo demás, vendrá solo. El teléfono de Juan Carribero es el 665.305153 

miércoles, 24 de febrero de 2016

NO ME VALE

(Artículo publicado en Viva Jerez el 25/2/2016)
Que no. Que no me vale que te ampares en lo moderno y lo guay que eres para hacer lo que te venga en gana. Que por encima de todo está la buena educación y el respeto a los demás, que es lo que nos enseñaron nuestros mayores. Ya está bien. Me revuelvo escuchando las sandeces de unos pocos soplagaitas que creen que ahora todo vale. Que los valores son cosa del pasado. Si. Os hablo a vosotros que os amparáis en la libertad de expresión para insultar o vejar a cualquier hijo de vecino porque os da la gana o porque os cae mal. A vosotros que lanzáis tacos cada vez más altisonantes porque ahora es la moda. A vosotros que os cagáis en todo. Quiero que sepáis que mucho nos costó a los españoles recuperar ese derecho para que ahora lo utilicéis torticeramente para pisotear credos, ideas o pensamientos alejados de vuestro progresismo, a mi juicio, mal entendido. 

A estos de los que hablo alguien debería leerles en voz alta la definición que la RAE tiene para las palabras moral y ética. Pero dudo que las entendieran a la primera. Lo que más me duele de esta sociedad en la que me ha tocado vivir, es la laxitud que arrastra; el cansancio que soporta debido, probablemente a un hartazgo provocado por la mediocridad y la sinvergonzonería de una clase política que ha dado concesiones a diestro y siniestro hasta llegar a este punto del todo vale. Un estado de ánimo que da alas a unos tipos indefinidos que enarbolan banderas indefinidas y que se amparan en principios que carecen de principio ¿Saben a qué me suena todo esto? Seguro que recuerdan cuando el profesor se marchaba de clase. Entonces, los alumnos aprovechábamos para subirnos a los pupitres, y tirábamos bolas de papel y hacíamos caricaturas en la pizarra. 

Pues bien, en este país los profesores (entiéndase la metáfora) han salido del aula o bien miran a otro lado. Y los alumnos, como adolescentes que son, se rebelan contra todos y contra todo. Esto hay que cambiarlo, dicen. Lo bueno es lo que digo yo y lo malo lo que tú dices. Y punto pelota. Y que nadie les diga nada que encima nos dicen que somos unos antiguos, unos fachas o unos reaccionarios. Precisamente a muchos que, por nuestra edad, vivimos la transición y luchamos por conquistar unas libertades que ahora les sirven a ellos para parodiar y ensuciar todo lo que se ponga en su camino. Respeto, moral, ética, valores, educación… ¿Tan difícil es de comprender? Como cantaba Víctor Manuel “Aquí cabemos todos… o no cabe ni Dios”.

miércoles, 10 de febrero de 2016

EL DÍA DE LA MARMOTA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 11/2/2016)
Allí estaré. Colgué el teléfono. Bajé las escaleras de dos en dos y, ya en la puerta, salí flechado hacia la moto. Había tiempo. El director me había citado a las 12.30 y en el Ayuntamiento aún no habían tocado las doce campanadas. Calculé diez minutos para llegar a la moto y otros diez para llegar a su oficina. Siempre es mejor, pensaba, llegar antes a una cita que retrasarse. En fin, iba con esos pensamientos cuando me para mi amigo Perico. Tito ¿qué tal el finde? Bien, Pedro. Ya sabes, cargando las pilas y bla, bla, bla… Pero, perdona, tengo prisa. Una reunión muy importante. En ese momento, las doce campanadas ¿Nos vemos a las tres para tomarnos un oloroso? Venga, hablamos. Lo dejo atrás y a cinco metros alguien me sujeta del brazo. Javier, un amigo madridista hasta las cejas. Esteban, vaya con el Madrid ¿Viste a Ronaldo cuando cogió el balón y bla, bla, bla…? Que si, que Cristiano es un crack, pero Javi, lo siento, tengo prisa… Y qué me dices del entrenador cuando… Lo siento, tío, no puedo, de verdad. Lo dejé con la palabra en la boca. Miro el reloj. Las 12.05. 

De repente caigo. Me palpo el bolsillo y… ¡Olvidé las llaves de la moto en mi despacho! Miro al cielo y vuelvo sobre mis pasos. Javier, que me ve, se acerca de nuevo. Y lo de Benzemá ¿qué me dices? Javi, que sí, que ando liado… Lo dejo atrás hablando solo. A 10 metros, Perico, otra vez. Tito, a las tres no puedo, mejor a las tres y media. Que si, luego te llamo. Llego al despacho. Escalera pa arriba, escalera pa abajo. Las 12.20. Vuelta a empezar. El día de la marmota. Perico otra vez diciéndome no sé qué de la hora, Javier que si el Madrid adelantará al Barça… Y yo, a lo mío, con las llaves en la mano sin atender a nadie. De repente un joven con carpeta me para para hablarme de no sé qué asociación ecologista y firma aquí que vas a contribuir a salvar el planeta, y a las ballenas… Lo siento, tengo prisa. Finalmente llego a la moto. Las 12.45. Me pongo el casco y suena el móvil. Mi padre. Debe ser importante. Me quito el casco. Dime ¿Papá? ¿Papá? Falla la cobertura. Cuelgo. Lo llamo. Comunica. Debe estar llamándome. 

No puedo esperar más. Me pongo el casco. Arranco la moto. Suena el móvil. Mi padre. Apago el contacto. Me quito el casco ¿Si? Ahora sí, me dice. Es que mi móvil falla y lo tengo que llevar a la tienda porque bla, bla, bla… Papá, perdona tengo prisa ¿Cómo? Se va la cobertura. Que llego tarde y… ¿Cómo? Que después te llamo. No me entero de nada. Cuelgo. Las 12.50. Como pronto llegaré media hora tarde. Suena el móvil, es mi mujer. Dime que llego tarde. No, que ha llamado el director y que te cita para mañana la misma hora. Vuelvo al despacho y otra vez la letanía del ecologista, de Javier y de Perico que si las ballenas, el Real Madrid y a qué hora nos tomamos la copita. Suena el móvil. Mi padre. Suspiro, miro al cielo mientras suena una campanada en el reloj del Ayuntamiento.  

miércoles, 13 de enero de 2016

PUERTAS AL CAMPO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 14.1.2016)
Durante estos últimos meses he asistido a una serie de declaraciones públicas sobre el independentismo de Cataluña y, por consiguiente, sobre el desmoronamiento de España, la desmembración de este país que “tanta gloria atesoró durante siglos” y que ahora corre el peligro real de convertirse en un conjunto de estados federados con su bandera y su lengua propia. Los que a este discurso se aferran hablan de desastre, del hundimiento irremediable de un país que no volverá a ser el mismo de antaño. Y todo ello lo pregonan engolando la voz y alzando el dedo inquisidor al cielo en señal de advertencia divina a quien ose fragmentar esta patria una, grande y libre. No puedo remediar una amarga sensación cuando escucho este tipo de glosas que me suenan irremediablemente a patriotismo trasnochado. Como también me suenan a otros tiempos esos aires victimistas contra el estado “español” de un puñado de catalanes que enarbolan unos derechos históricos inexistentes para poner puertas y fronteras a un campo que es de todos y de nadie. 

En un planeta unido bajo los lazos invisibles de la globalización, que aboga por la supresión de las fronteras, este tipo de actitudes anacrónicas suenan, de un lado, a una chirriante regresión al pasado más casposo de una parte del país que aún se acomoda entre los algodones del franquismo más tardío, y de otro al intento burdo de unos independentistas que únicamente desean ocultar bajo la alfombra los desmanes de una parte de burguesía catalana escenificada por la corrupción en partidos como Convergencia.  Unos y otros me producen un gran rechazo. De un lado, esos que ven la mismísima mano del diablo en la posible escisión del concepto patrio, y de otro, aquellos que persiguen el cierre de sus fronteras atendiendo a la no ingerencia de otra cultura que, según ellos, ahora les es ajena después de siglos de pacífica convivencia. 

El mundo es de todos y de nadie. El hombre no es más que una gota de agua en el océano de la historia del planeta. Pretender ser ahora el ombligo del mundo construyendo fronteras, enarbolando banderas y cantando himnos solo es un intento vano por poner puertas al campo. Nunca en la historia de la humanidad existió tanta complicidad entre los habitantes de este planeta azul. La información fluye de un punto a otro de la Tierra en segundos, el medio ambiente nos une, el Tercer Mundo llama a la puerta de nuestras conciencias y el efecto mariposa nos condena colateralmente a entendernos. El futuro discurre por esa senda y lo demás suena a rancio. Menos fronteras y más solidaridad. ¿No les parece?