jueves, 29 de enero de 2015

MERETRICES

(Artículo publicado en Viva Jerez el 29.1.2015)

A ver si nos aclaramos de una “puta” vez en esto de la prostitución. Alguien me debería explicar el doble rasero, la doble moral de una sociedad que, como los monos sabios chinos que se tapaban los ojos, oídos y boca, parece querer obviar, ocultar y en algunos casos amparar el mal llamado “oficio más antiguo del mundo”. Todos sabemos de la existencia de los prostíbulos, puticlubs, burdeles o bares de alterne. Están por todas partes; en el centro de las ciudades (a veces junto a colegios), a las afueras, en los márgenes de la carretera. Tienen sugerentes nombres anunciados en grandes letras de neón, como Paradise, Gold Relax o Kiss Club. Se sabe qué ocurre en su interior y cómo la mayoría son inmigrantes que alguna soñaron gozar de una vida mejor en este país y que fueron engañadas por proxenetas sin escrúpulos. 

Se sabe de la sordidez que rodea este submundo en el que la mayoría no está por vocación si no por pura necesidad. La prostitución siempre ha existido y siempre existirá. Debe recordarse que no es ilegal en España, ya que existe el derecho de libertad sexual, por lo que no se puede detener a ninguna prostituta. Pero aunque no está penado tampoco está considerado un trabajo legal, por lo que no tienen derecho a darse de alta en la Seguridad Social ni a trabajar como autónomas. Lo que no deja de ser un contrasentido de moralidad hipócrita. Los puticlubs son legalmente bares donde los clientes toman copas y alquilan una habitación, cobrando las prostitutas por ese alquiler y por las consumiciones. 

Lo que hagan con su cuerpo es cosa suya. No existe, por tanto, ilegalidad salvo que se les obligue a prostituirse. Además, esta situación está tan aceptada por todos que se anuncia a las claras en la mayoría de periódicos de nuestro país, sin pudor alguno, a doble cara, con números de teléfono y para “todos los gustos”. Está visto que mientras haya clientes habrá prostitutas (o viceversa). Nos guste o no. Farisear o mirar a otro lado sobre este asunto es injusto. Por ello ¿Por qué no “normalizar” una situación  que sobrevive bajo un vacío legal? Hay países donde esta práctica está regularizada ¿Por qué no se busca un consenso político y judicial en este asunto? ¿Por qué no nos quitamos de una vez las manos de los oídos, ojos y boca para aceptar esta realidad? De este modo se acabaría, entre otras cosas, con las mafias de trata de blancas y con la situación de ilegalidad que padecen muchas de las inmigrantes. Además, cotizarían a una Seguridad Social cuyas arcas, hoy por hoy, están cada vez más mermadas… 

miércoles, 21 de enero de 2015

ESE CENTRO OLVIDADO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 22.1.2015)

Podía ser en Las Torres, en la Coronación, La Granja, las Viñas o cualquiera de las barriadas del extrarradio de Jerez. Allá por finales de los años 60 y principios de los 70 tener un pisito en propiedad, con su ascensor, su baño propio y con dos o más habitaciones suponía un lujo al que muchos jerezanos accedieron dejándose el sudor y la piel en el trabajo y firmando hipotecas de hasta 20 o 30 años. Todo fuera por ganar en lo que ya entonces comenzaba a denominarse “calidad de vida”. Atrás quedaban las casas de vecinos de San Mateo, Santiago o San Miguel, los retretes y cocinas comunes, las goteras, las estrecheces de habitaciones en las que dormían tres o cuatro hermanos en dos literas. En paralelo vendrían el 600 para ir a la playa y de paso pasear a la suegra, las tarjetas de crédito, la universidad para los críos, la tele en color... Eran tiempos de transición política. Y económica. España comenzaba a despegar tras años en blanco y negro. Y Jerez no se quedaba atrás. La abejita de Rumasa alzaba el vuelo y suscitaba esperanzas, la Caja de Ahorros de Jerez abría sucursales a diestro y siniestro… 

Y en las barriadas se crearon verdaderas ciudades autónomas, con sus tiendas de zapatos, de fruta, de ropa… con sus farmacias y estancos. Y la gente dejó de ir al centro. Alguna vez al banco, a pagar la luz o a la plaza de Abastos... O en Semana Santa y en la Cabalgata de Reyes Magos. “Voy a Jerez” decían los vecinos de La Granja que aún no tenía la Avenida de Europa. Es la modernidad, se decía entonces, sin ver que la otra cara de la moneda: el centro, ese centro intramuros, comenzaba a despoblarse cada vez más. Ya nadie encalaba las antiguas casas de vecinos. Las bodegas cerraban sus puertas y se trasladaba a la Circunvalación. No olía a vino ni a vinagre por las calles del viejo Jerez. Y no se oía a los niños correr en las plazoletas. Cerraban droguerías, ultramarinos y ferreterías. Era finales de los 70 y Pacheco llegaba al Ayuntamiento. Y pese a quien le pese, se inició la gran transformación de Jerez. Llegaron Hipercor y el Circuito. Más barriadas en la periferia, los unifamiliares, las grandes avenidas y rotondas. Pero el centro seguía muriendo, igual que los mayores que se habían resistido a abandonarlo. “Eso es cosa de los jóvenes” decían. 

Es verdad que surgieron ideas, como el Plan Especial de Reforma Interior del Casco Histórico, los nuevos aparcamientos subterráneos del Arenal, la Alameda Vieja o Esteve, la peatonalización de la calle Larga, el traslado del edificio del Ayuntamiento de Madre de Dios a Consistorio, la inauguración del Museo Arqueológico en San Mateo, la rehabilitación para viviendas de palacios antiguos en el centro… Pero los resultados no fueron los esperados. Y hoy, muchas calles y plazas del viejo Jerez parecen escenarios de guerra, con fachadas heridas de muerte y solares con jaramagos. Con carteles quemados por el sol que anuncian rehabilitaciones imposibles o promociones irrealizables. Y lo peor es que nadie pone remedio. O no sabe cómo hacerlo. O no quiere. Vaya usted a saber…

jueves, 8 de enero de 2015

SOLIDARIDAD SIN LÍMITES

Gracias. A la prensa, en general, por su esfuerzo y dedicación a la segunda campaña de recogida de juguetes nuevos para los Reyes Magos de Jerez. Gracias a los medios de comunicación de la ciudad que se sumaron a esta iniciativa solidaria que este año ha logrado duplicar el número de juguetes nuevos recogidos con respecto a la primera edición. Conscientes de que la información y la publicidad son prioritarias a la hora de difundir una actividad como ésta, el apoyo mostrado por la prensa local ha sido fundamental para intentar comprender un éxito que nos ha sorprendido gratamente a todos; en primer lugar a los que hemos organizado todo esto, pero también a nuestros reyes, Elena, Juan Miguel y David. La complicidad y el cariño que desde el principio mostraron con la campaña nos aportaron fuerzas e impulso para trabajar aún más. En estos días he tenido la ocasión de conocer mejor a estas tres maravillosas personas que han engrandecido más si cabe la nómina de Reyes Magos de Jerez. Un trabajo ímprobo, en ocasiones desconocido, pero que ellos han desarrollado con una gran profesionalidad siempre bajo la coordinada maestría de Antonio Lozano. 

Volviendo a la recogida de juguetes, decenas de federaciones, asociaciones, peñas, grupos, particulares, familias enteras se acercaron a Los Cisnes para aportar ese granito de arena necesario para que ningún niño se quedara sin juguetes la noche mágica del 5 de enero. La campaña “Juguetes Sin Límites” nació hace un año con la intención de sumar, de ayudar a los Reyes Magos en su trabajo de recogida de juguetes para las familias más desfavorecidas de Jerez. Ya entonces constatamos que esta ciudad es más solidaria de lo que en un principio pensábamos. Este año lo hemos certificado. Centenares de personas anónimas, niños, jóvenes y mayores se acercaban diariamente al mostrador de Los Cisnes para entregarnos sus juguetes. Ellos son los protagonistas de esta acción solidaria. Historias hay muchas. La de esa niña que partió su hucha para comprar una muñeca que entregó con los ojos henchidos de ilusión. Esa pareja de ancianos que se justificaba por no poder entregar nada más que un puzzle de la Torre Eifel porque la “paga” no les llegaba a más. Ese empresario que decidió aportar parte de sus beneficios adquiriendo una gran bolsa de balones de reglamento. Esos trabajadores de una conocida empresa de Jerez que recaudaron lo suficiente para comprar dos grandes cajas llenas de libros educativos. Ese grupo de amigos que quedaron a comer como cada Navidad y que antes llevaron un juguete nuevo a Los Cisnes… 

Uno suspira profundamente cuando observa en primera persona este tipo de cosas. Y vuelve a creer en el ser humano, en la solidaridad bien entendida. Y asiente razonadamente a quien afirma que Jerez es solidaria. Sin campanitas. Sin esperar nada a cambio. A todos, gracias. Juntos lo hemos conseguido un año más… Sin límites.