jueves, 19 de septiembre de 2013

EL ESCENARIO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 19/9/2013)
En ocasiones, sentarse delante de un ordenador con la esperanza de escribir un artículo con sentido, chisposo o simplemente con coherencia, se hace muy cuesta arriba cuando tu espíritu divaga por oscuros lares de inquietud. No corren buenos tiempos para casi nadie. El desasosiego por el presente y por el futuro que se nos avecina apaga la tenue llama de optimismo que cada mañana se enciende en nuestros corazones. La esperanza y la ilusión acaban sepultadas por la realidad. Quizá porque hasta ahora, muchos hemos venido observando el escenario desde el patio de butacas, ajenos a la representación que veíamos sobre las tablas. Pero todo acaba. De un tiempo a esta parte, decenas de nuevos actores sin experiencia se han visto forzados a subir al escenario abandonando ese cómodo patio de butacas en el que estaban felizmente sentados. A veces, alguno logra bajar y volver a sentarse. Pero solo un rato. Al poco tiempo, el acomodador le insta a volver a un escenario que, en los últimos años, se ha visto desbordado de actores noveles. Y, paradojas de la vida, cada vez hay menos butacas. En ocasiones, alguna queda vacía porque su ocupante se marcha a su casa a descansar. Pero nadie la vuelve a ocupar. La retiran y la guardan en una habitación oscura a la espera de mejores tiempos. 

¿Culpas?. Todos tenemos alguna parte. Los dueños del Teatro, los actuales y los que les precedieron, por no saber llevar bien una gestión para la que fueron elegidos por todos. Los señores del puro porque nos prestaron alegremente el dinero para tener la mejor butaca y el mejor sitio para ver la representación, y ahora, no sólo cierran el puño, sino que nos amenazan con quitarnos el asiento para siempre. Y nosotros, todos, por creernos la falacia de que asistíamos a la mejor representación en el mejor teatro, por dejarnos embriagar por los focos de colores que iluminaban el escenario sin ver que todo era puro teatro y que tras el decorado solo había cables, tablas de madera y la oscuridad más absoluta. No nos percatamos que alguien había cambiado los carteles de la puerta y que la función ya no era una comedia sino un drama. ¿Y ahora, qué hacemos?. 

Algunos ya han comenzado a protestar y acampan a las puertas del teatro. Otros abuchean y patalean sobre el escenario en un intento de hacerles ver a los dueños del teatro, a los señores del puro y al público que la obra no les gusta y que debe cambiarse. Pero son pocos aún. Hace falta más ruido. El suficiente para que los dueños del Teatro aumenten su aforo y vuelvan a poner las butacas. Para que los del puro reabran sus puños cerrados. El suficiente como para que vuelva la comedia al escenario y los actores sin experiencia al patio de butacas, que es donde deben estar… Sin saber cómo he terminado de escribir. Y creo que me ha servido de terapia para encarar con optimismo un futuro en el que ahora creo. Todavía podemos cambiar el guión. Es difícil pero no imposible. Globos verdes color esperanza se dejan ver ya por el horizonte. 

1 comentario:

  1. Enhorabuena Esteban, por esa facilidad de escritura y por tu desarrollado sentido de la palabra.
    Javier Arniz.

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