Mi amigo conoce a mucha gente
importante y eso, en los tiempos que corren, es lo más. Me cuenta que el otro
día lo paró la Guardia Civil en un control de alcoholemia, y que dio positivo,
y que con una sola llamada a un amigo benemérito le quitaron la multa. Algo
parecido le pasó con una notificación del ORA. Llamó a su cuñado, que trabaja
como controlador, y de la multa nunca más se supo. Uno de sus primos, que
trabaja en el Teatro, le consigue cada vez que lo desea una entrada en palco
por la patilla, desviando una de esas invitaciones que les dan a los políticos.
Saca pecho al recordarme su amistad desde la mili con uno de los responsables
del Circuito que le da pases vip para asistir a las grandes carreras, y con
otro del Xerez que lo cuela en el palco con un pase de prensa cada vez que
puede. Cierto día fue hospitalizado por una ligera dolencia leve. Entornando
los ojos en un claro gesto de suficiencia me asegura que tuvo una habitación
para él solo y los mejores cuidados, ya que uno de los responsables de planta
del Hospital es el tío de su mujer. El crédito hipotecario de su vivienda es
envidiable, según me dice. No en vano, juega al pádel con el director de su
oficina bancaria y, alguna vez, salen a cenar las parejas.
Mi amigo es, para
que se hagan una idea, de los que entran en la Feria con 20 euros y salen con
25. Reparte abrazos por doquier y esboza sonrisas a todos los que se le acercan,
que son muchos. Y es que conocer a alguien importante te hace más importante a
los ojos de los demás, que envidian tu agenda y tus contactos en todas las
esferas. Lo que más me llama la atención es que en esta sociedad es un valor
añadido que uno tenga tantos enchufes y se valore a amigos como el mío como un
triunfador por ello. Porque el mensaje que dan es que todo vale con tal de
colarse de gorra en los sitios. Que pagar la multa del ORA o de la Guardia
Civil es de “pringaos”, que abonar la entrada del Teatro o del Circuito es de
gente vulgar, que compartir habitación en un Hospital es para la plebe, que esperar
la cola en una oficina es para gente que no conoce a nadie importante, como es
su caso. Mensajes como el de mi amigo minan y devalúan la confianza del resto
de mortales en las instituciones.
Pero también la pasividad de éstas que
consienten y hacen la vista gorda a los enchufes, desmanes y ostentaciones
públicas de estos caraduras del favoritismo haciendo buena la ley del más listo
(que no inteligente). Miren a su alrededor. Seguro que conocen a algún amigo gorrón
como el mío. Y recuerden que si él se cuela igual usted se queda fuera y que si
él no paga se lo cobrarán a usted…
Tienes toda la razón. Lo más sangrante es que muchos familiares y amigos de los empleados sanitarios del hospital ocupen gran parte de la lista (o tonta) de espera del resto de los demandantes de atención.
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