No lo puedo remediar. Me ponen de
los nervios esos conductores que creen que en Jerez se paró el reloj hace
cincuenta años y que transitan por las calles como si estuvieran a los mandos de
un autobús turístico, o bien paran su vehículo en plena calle para bajar la
compra del mes mirando con indiferencia la cola de coches que espera
impaciente, o que se embelesan mirando el fugaz vuelo de una mosca mientras el
semáforo ya hace un rato que se puso en verde. Me ponen de los nervios esos clientes
de hipermercados que, a la hora de pagar en la caja, desatendiendo la larga cola
que les contempla, buscan sin prisa el dinero justo de la compra en su monedero
(céntimos incluidos) o bien la tarjeta de crédito, el carnet del hiper y el DNI
y, a continuación, (¿no podían haberlo hecho antes?), comienzan a introducir sin prisas la compra en las bolsas y, para
colmo, preguntan a la cajera sobre los precios que aparecen en la factura. Me
ponen de los nervios esos funcionarios de ventanilla que, tras una gestión, se
ponen a hablar con el cliente del tamaño de la urta que un amigo común pescó la
pasada semana en Rota obviando que otros parroquianos esperan impacientes en la
cola ser atendidos por un asunto urgente. Me ponen de los nervios esos
camareros que pasan veloces una y otra vez cerca de tu mesa sin darse cuenta
que llevas media hora levantando y agitando la mano para pedir una mísera
cerveza o la cuenta, mientras que otros
clientes de mesas cercanas son atendidos al poco de sentarse. Me ponen
de los nervios esos horteras de “bugas” tuneados que, con todas las ventanillas
abiertas, nos “regalan” a conductores y viandantes una música estridente con
elevadas cotas de graves y agudos, con el volumen lo suficientemente alto para que
les haga hablar con su “churri” a voces para, así, rentabilizar la inversión de su equipo
musical. Me pone de los nervios la gente que no piensa en los demás y que juega
con su tiempo y su paciencia.
Subir las ventanillas del coche para no hacer
partícipe a los demás de tu afición a partirte los tímpanos, meter la compra en
las bolsas a medida que la cajera las pasa por caja o tener a mano la tarjeta
de crédito, dejar la charla sobre la urta para otro momento, fijarse en quién
llega antes al bar para que al cliente no se le caiga la mano de levantarla, pensar
que la calle es de uno si no de todos y que otros conductores circulan por
nuestro lado o hacer en casa y no en el coche la tesis doctoral sobre el fugaz
vuelo de la mosca, son detalles que yo, personalmente, agradecería. Todos esos
casos me han ocurrido realmente. Seguro que a ustedes también. Igual se
encuentran entre esos sujetos que me ponen de los nervios. O igual yo, en algún
momento, he sido uno de ellos. Un poco de nuestra parte no vendría nada mal…
para apaciguar los nervios.
Y las señoras mayores que derrapan en las curvas para colarse en la cola del Mercadona, y la gente que deja el coche en doble fila y se toman una cervecita tranquilamente, y cuando estás a punto de llamar a la policía, aparecen muy tranquilos, sin prisas, sin acelerarse, que es malo pa´l corazón...Ains, de verdad!!!!
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