jueves, 23 de septiembre de 2010

EN CALIENTE

En ocasiones, una palabra fuera de lugar, un hecho poco acertado o un gesto innecesario puede dar al traste con todo. A veces, sin querer llegar a un extremo determinado, se cometen errores que a la larga pueden derivar en una situación no deseada. Una amistad, una relación amorosa, un acuerdo empresarial o un simple compromiso pueden irse al traste por un malentendido. Es en ese momento de ofuscación cuando se dicen cosas que no se piensan, cuando se alza la voz innecesariamente o cuando actuamos de una forma brusca sacando lo peor de nosotros mismos. Una reacción desaforada que, la mayor parte de las veces, mimetiza la persona que tenemos delante y que provoca a la postre una sucesión creciente de descalificaciones.

Este tipo de situaciones es fácil observarlas en una pareja de enamorados que, tras una riña, sacan a la luz todo lo que llevan dentro y se lo lanzan unos a otros como flechas envenenadas. Después vendrán los “lo siento”, “no quise decir eso”, “se me llenó la boca, pero tu sabes que no pienso lo que dije”... Pero ahí queda eso. Ocurre también en algunos automovilistas que, por un simple toque de claxon advirtiendo que el semáforo se ha puesto en rojo son capaces de gritar airadamente primero, de insultar después y al final encenderse hasta el punto de bajarse del coche y llegar a las manos. Después vienen los arrepentimientos, los “no debí hacerlo” o “mejor me hubiera callado”. Pero la calentura del momento nos lleva a extralimitarnos y a no pensar en frío. Lo penoso de esto es que, fruto de esta absurda o airada salida de tono pueden irse al traste duraderas relaciones de amor, amistades de años o importantes proyectos laborales. Y todo por un absurdo sentido de orgullo mal entendido que nos impide dar un paso atrás o simplemente reconocer los errores. Morderse la lengua, en ocasiones, puede ser la solución. Cerrar los ojos y contar hasta diez mientras se respira rítmicamente, puede ser otra. Pero claro está, cuando nos encontramos en esa situación es difícil contenerse y el que más o el que menos salta y suelta todo lo que lleva dentro. Cada uno de ustedes se verá reflejado en lo que digo, porque a todos se nos ha ido la pinza en alguna ocasión fruto de l ofuscación del momento.

En fin, que somos humanos, con nuestros defectos y nuestras virtudes. ¿No están de acuerdo conmigo?, ¿Qué no?. ¿Qué yo no llevo la razón?. ¡Eso no me lo dicen dos veces…!. Les espero en la calle, y como les coja les voy a.... Mejor cuento hasta diez. (era una broma).

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