jueves, 3 de junio de 2010

RENGLONES TORCIDOS

(Articulo publicado en Viva Jerez el 3/6/10)

El próximo 15 de junio se celebran 33 años de las primeras elecciones democráticas en nuestro país tras cerca de cuarenta de dictadura franquista. Fue en 1977. Ese día, los españoles tuvimos la oportunidad de expresarnos libremente en las urnas, de elegir a nuestros representantes públicos en el Congreso de los Diputados en plena libertad, sin censuras. No voy a hablar de los años vividos desde entonces, con sus luces y sus sombras. Considero que lo importante de este periodo ha sido la convicción mayoritaria de haber alcanzado una conciencia democrática que nos ha hecho superar los miedos y las sombras del pasado, a la vez que ser más libres, pese a los que se empeñan en recuperar el mito machadiano de las dos Españas.

Pero hoy, en este artículo, quisiera acordarme de esos personajes públicos y anónimos que propiciaron la llegada de la Democracia. Hombres y mujeres que en la clandestinidad lucharon por mantener ese halo de esperanza en una sociedad marchita y anquilosada. Héroes que engrosaban listas negras, participaban en mítines y reuniones ilegales y que pasaron en más de una ocasión por la cárcel y por la represión más cruel. Esos rojos (todos los contrarios al régimen impuesto por el general de bigotillo recortado eran calificados así) que levantaron el puño de la libertad creando o resucitando organizaciones como USO, CNT, Comisiones o UGT. Militantes de base del PSOE, PCE, PTE, PSA-PSP... que alzaron el brazo para exigir derechos. Curas obreros que colgaron la sotana más retrógrada del nacional catolicismo. Estudiantes henchidos de hormonas de libertad al amparo del Che, Raimon o la Joven Guardia Roja. Desconocidos vecinos de bloque que, por fin, un día levantaron la cabeza... Hoy es fácil entrar en política, militar en cualquier formación, expresarse libremente en los medios de comunicación, en la calle. Incluso, cualquiera que se lo proponga, sin convicciones políticas previas, puede llegar a ser concejal, alcalde o diputado. Pero entonces, todo estaba por conseguir. La lucha era por la Libertad, con mayúsculas.

Ahora, que en España la política se escribe con renglones torcidos, fruto de la más vergonzosa crispación, pienso en esos artífices de la democracia que salieron del pueblo y volvieron a él con la satisfacción del deber cumplido. Muchos quedaron en el camino. Otros siguen aquí, paseando sin prisa por la calle Larga y respirando hondo un aire de libertad que ellos, en parte, ayudaron a conseguir. Una libertad que hoy se está pervirtiendo por las ansias de poder de algunos tecnócratas y trepas sin escrúpulos que ascienden por la pirámide de la política ansiando despachos y sillones prestados a los que se aferran como un clavo ardiendo.

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