
Artículos y otros comentarios de un periodista del Sur que un día se marcó una senda Sin Límites
jueves, 31 de diciembre de 2009
DOS PASOS ATRÁS

Esa mínima distancia me sirve también para constatar que mi bosque forma parte de un conjunto infinito de bosques que están interrelacionados entre sí, y que en todos hay luces y sombras. Dar dos pasos atrás nos servirá a todos a valorar de una forma más justa la ciudad (el frondoso bosque), en el que vivimos. A dos pasos de Jerez (es un decir), entre naranjos y palmeras, horchatas y paellas, intento coger impulso ante un nuevo año que está a las puertas y que les deseo sea al menos mejor que el que finaliza. Un abrazo a todos... y feliz 2010.
martes, 22 de diciembre de 2009
Conferencia de Amparo Bou
La presentación corrió a cargo de Rosa Bautista, ex teniente de alcalde del Ayuntamiento jerezano que, en su etapa pública, fue una firme defensora de los derechos de las mujeres y puso en marcha diferentes proyectos que hoy son referente en todo el país.
En el transcurso de la conferencia, Bou Martí reclamó para los periodistas su responsabilidad a la hora de informar a cerca de los casos de violencia de género, tal y como lo reclama la propia UNESCO. “En este tipo de informaciones, el periodista no puede permanecer equidistante entre víctima y verdugo, siempre sin faltar a la verdad de los hechos, es necesario ponerse del lado de quien ha visto vulnerados sus derechos con una agresión intolerable. Sin embargo, el hecho de que el periodista reconozca su capacidad de influencia en la sociedad, y tenga que ser extremadamente cuidadoso por ello, no significa que se pueda hacer culpables a los medios de comunicación por este tipo de crímenes, ni siquiera que esté en manos de los profesionales de la comunicación el buscar soluciones”.
Por eso, la periodista valenciana señaló en su intervención la recomendación expresada en los manuales que ha editado la Federación Española de Periodismo en el sentido de no ahondar en los detalles escabrosos del crimen, no dar a entender o “justificar” la agresión por un supuesto mal comportamiento de la víctima (aquello del crimen pasional, el “la maté porque era mía”, pasó a la historia), y situar estos casos como una agresión colectiva, social, no como un caso privado. Porque los casos de violencia contra la mujer son una agresión a los derechos humanos, como ha señalado una declaración de la UNESCO. “El periodista puede equivocarse, pero intenta colaborar en el esfuerzo colectivo por erradicar esta lacra, y confía en poner su granito de arena para conseguirlo”.
“Es recomendable también que el periodista se ponga de parte de la víctima, para fomentar un rechazo social a este tipo de violencia, aunque sin caer en el morbo o el victimismo”, señaló Amparo Bou, quien en este sentido abogó igualmente por “preservar la identidad de la mujer, para no perjudicar a sus familiares, mientras que, cuando haya una confirmación total de la identidad del agresor (porque en caso contrario juega también la presunción de inocencia), es conveniente difundir la identidad del hombre, para que socialmente se vea rechazado por lo que ha hecho, y sirva de advertencia a otros que tengan en mente imitarle”.
viernes, 18 de diciembre de 2009
PERIODISMO Y VIOLENCIA DE GÉNERO

Considero que los periodistas no debemos caer en la tentación (en ningún caso intencionada) de “acostumbrar” a los lectores, oyentes o televidentes a informaciones frías en las que la mujer asesinada es una cifra más que sumar a la lista anual de violencia de género. Detrás de cada caso hay una mujer que ha padecido el horror en su propio domicilio, la humillación en sus propias carnes y desprecio en su alma.
Por eso les recomiendo la conferencia que al respecto, y organizada por el Ateneo de Jerez, pronunciará el próximo lunes, día 21 de diciembre en el Salón de Actos de
miércoles, 9 de diciembre de 2009
EL TRANCAZO

Fue este pasado viernes. Llevaba toda la semana preparando el acueducto (dícese popularmente del puente festivo que se une en el calendario con el fin de semana). Desde el martes dando vivas a la Inmaculada y la Constitución y a esa fórmula que en Andalucía (en otras comunidades no es así) permite pasar el festivo que cae en domingo al lunes. Había hasta preparado una agenda propia de zambombas, de visitas a colegas, de comidas con la familia, de chapuzas de última hora en casa y de pelis por alquilar. Y llegó el viernes. Ya, cuando desperté, me noté algo raro. Estaba fatigado, cansado. Me dolía la cabeza. ¡Habré dormido mal!, pensé. Me fui al trabajo intentando olvidarme de ese malestar pero, a medida que pasaba la mañana se acrecentaba cada vez más. No podía ser. ¿Alguien tiene un frenadol o algo que se parezca?.
Poco a poco se acercaba el momento de marcharme de puente y los síntomas eran ya muy evidentes. Me despedí de los compañeros. Alguien dijo: ¡Vaya trancazo has pillado… Y a las puertas del acueducto. Qué mala suerte…!. Le sonreí irónicamente y ni siquiera le contesté. Me fui a casa con la firme intención de tenderme en el sofá, tomarme algún antigripal, un caldito bien caliente y taparme hasta las orejas. Si es un simple resfriado, mañana o pasado estaré bien –pensé- y aún tendré tiempo para disfrutar del domingo, del lunes y del martes. No estaba todo perdido. Pero no remitía. Ni el caldito, ni el frenadol, ni la mantita hasta las orejas. Antes al contrario la situación iba empeorando por minutos. Tenía fiebre. El termómetro marcaba 39 y tiritaba hasta en el carnet de identidad. A esas alturas, pese a mi obstinación por negarlo, el diagnóstico era muy claro. Tenía gripe. No sé si la A, la B o la C, pero la había pillado. Y entonces me acordé de él. Fue una semana antes. Era lunes y estaba en el cine. Se pasó toda la película tosiendo detrás mía. Recuerdo que me giré para mirarlo pero siguió. Fue él quien me la pegó. ¡Como lo vea otra vez, se acuerda…!.
Hoy jueves me encuentro mejor y he venido a trabajar, pero me he pasado el acueducto con el clínex en la mano, los ojos entornados y llorosos, el fastidioso dolor de músculos y ese perenne martilleo de cabeza que no me dejaba ni a sol ni a sombra. También es mala suerte. Para un puente que había hecho planes… Y para colmo, la peli del cine era malísima…