martes, 6 de octubre de 2009

Respeto a los profesores

En estos días se habla mucho sobre el debido respeto a los profesores. Incluso, en la Comunidad de Madrid se ha presentado una iniciativa en este sentido. La historia imbrica mucho con la polémica suscitada por la entrada en vigor de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía (aunque les confieso mi posición favorable a tal medida). Considero que ambas cuestiones ponen las bases para un futuro comportamiento cívico, democrático y participativo.


Promover el respeto a los docentes en particular y todas las personas en general, los derechos humanos y el diálogo como única solución de los conflictos, la igualdad de géneros, la solidaridad sin fronteras, la paz en la justicia, combate la xenofobia y el racismo, son valores esenciales que cualquier padre debería establecer como esenciales en la educación de sus hijos. Precisamente, uno de los valores que enseña esta nueva materia es el respeto máximo a los que piensan diferente así como el derecho democrático a expresarlo públicamente en cualquier foro. Muchos de estos padres recordarán en su etapa escolar una asignatura llamaba Urbanidad. Se enseñaba a los escolares a comer con la boca cerrada, tratar con respeto a las personas mayores, levantarse cuando entraban, dejarles pasar delante de una puerta, ofrecerles el asiento, no tirar los papeles al suelo, limpiarse la boca antes y después de beber, no comer hasta que todo el mundo estuviera servido... Normas de convivencia que hoy por hoy harían esbozar una sonrisa a más de uno, pero que a mi juicio marcaban una pauta de convivencia y comportamiento basada en el respeto a los demás.


Desconozco si la asignatura de Urbanidad o la actual de Educación para la Ciudadanía serían la panacea para paliar las lagunas de una sociedad que, a mi juicio, está perdiendo los valores y los gestos. Pero coincidirán conmigo en que algo debe hacerse para evitar situaciones como la violencia de género, la falta de respeto de los alumnos a los profesores, el pasotismo generalizado de una parte de la juventud, la poca o nula atención a nuestros mayores. Padres y profesores, al unísono y en paralelo, en las aulas y en casa, deberían poner pie en pared porque nos jugamos mucho. Y conste que no es una cuestión baladí, porque hablamos del futuro de nuestros vástagos y con eso no se juega. Ya en el siglo VI antes de Cristo Pitágoras sentenció “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Y no se equivocaba..

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