miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL APARATITO

Aquí estoy yo. Con la mirada perdida y con una impaciencia que se hace patente en un ligero pero constante tic en el ojo. Llevo una hora esperando mi turno. En ese tiempo he ojeado una revista del corazón que hablaba de no sé qué boda de una pilingui y un rico heredero, he telefoneado a tres colegas que tras diez minutos acabaron diciéndome eso de “perdona pero tengo mucho que hacer” y he jugado al tetris del móvil hasta dejarme los dedos. Y todo para dar el parte de un siniestro de mi coche en el que ni siquiera había tenido la culpa. ¡Con las cosas que tengo que hacer!. Vuelvo al ritual de mirar el papelillo con el número que, totalmente arrugado, me indica el turno. Tengo el 67. Lo miro y me mira, pero no cambia ni a la de tres. Elevo la vista y ¡Aún va por el 51!. A veces me pregunto a quién se le ocurrió sacar ese aparatito infernal de las carnicerías. La impaciencia va en aumento.


El reloj y mi trasero me indican que llevo aquí sentado más de hora y cuarto. De vez en cuando observo al resto de compañeros que también miran revistas, ojean el reloj y juegan al tetris. Todos agarran, como un tesoro, el número del turno en su mano mientras miran una y otra vez al aparatito. Por cierto, ahora recuerdo que mi coche lleva aparcado más de una hora y sólo saqué el tiquet del ORA para 30 minutos. Y los oficinistas ahí, tocándose las... narices. ¿Porqué no ponen más para que atiendan al público? ¿Porqué va tan lenta la cola?. Vuelvo a mirar el reloj. Son las 10,30 y llevo desde las 9 en la oficina. Por fin el aparatito muestra el 66. Se levanta una señora y se dirige a la mesa. Ya solo falta un número. Me pongo de pie indicando a los demás que ahora que me toca a mí. La señora comienza a sacar papeles. Cuando parece que termina de hablar, vuelve a preguntar y a sacar más papeles. Lleva 20 minutos; ella sentada y yo, aún de pie. La ley de Murphy, supongo.


Por fin acaba y aparece el número mágico en el aparatito. Allí que voy, me siento y le cuento a la chica lo del siniestro y eso de que no fue culpa mía. ¿Trae usted el parte amistoso?. ¡Creo que lo tengo en la guantera del coche!. ¡Pues sin parte no podemos hacer nada!. ¡Tardo un minuto y se lo traigo!. ¡Lo siento, tendrá que ser mañana. Son las 11 y ya no damos más números!. No doy crédito. Se me queda una cara de tonto... Otra vez mañana a la cola. Salgo y me dirijo cabizbajo al coche y de lejos veo el papelito blanco en el parabrisas. ¡Me cag... en el aparatito!.

1 comentario:

  1. Hola esteban soy un jerezano residente en el puerto que llevo años viendote en television.
    Estando tan cerca de jerez y cada vez que voy a ver a mi santa madre en la granja me suben las mariposas por el estomago,que sera eso?
    Gran profesional juan andres se notaba que le gustaba lo que hacia.
    Sigue asi y disfruta de cada momento sin complejos.Un abrazo, David.

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