miércoles, 15 de junio de 2011

ACHICHARRAO

(Articulo publicado en Viva Jerez el 16/6/2011)

Habíamos quedado a las 12 para actualizar nuestras vidas. No en vano, hacía más de 5 meses que no veía a mi amigo Nacho, y su ciudad, Cádiz, un domingo de junio y la playa de la Victoria eran una buena base para ponernos al día. Abrazos varios, qué tal te va la vida, te veo más gordito… en fin, lo normal. ¿Damos un paseo por la playa?. Vamos que nos vamos y allí que nos fuimos, andando en bermudas por la orilla, apolíneos torsos desnudos, descalzos y desviando disimuladamente la mirada cuando nos cruzábamos con otros torsos desnudos (¡ojo, femeninos, no vayan ustedes a pensar!). La animada charla nos hizo perder la noción del tiempo y sin darnos cuenta nos encajamos a la entrada de Camposoto. Eran las 2 de la tarde y nos quedaba el camino de vuelta. Hablamos de trabajo, amigos, de política, de Jerez y Cádiz (menudas peroratas nos pegamos cada vez que nos vemos) y de amoríos (los suyos, oigan, que yo ya estoy pillao..). De repente, comenzaron a dolerme los hombros y recordé que no me había puesto protección. Nacho, más precavido, sí lo había hecho. Comencé a tragar saliva. Aún quedaba la vuelta, a pleno sol, y sin nada con que protegerme. Aligeramos el paso.

Al fin llegamos. Eran las 4 pasadas y parecía un cangrejito, de los rojos. Achicharrao, colorao como un alemán el primer día de playa. Bajo la sombra de un chiringuito me bebí 2 cervezas mientras me pasaba el vaso helado por el pecho y la espalda en un intento de aliviar el sofoco. Nacho bromeó con pedir un par de huevos y freírlos en mi espalda. Entre risas terminó el día y volví a Jerez. No les voy a contar la nochecita que pasé, dando vueltas en la cama como un calamar rebozado, aplicándome bodymilk y paños de agua fría. Al día siguiente en planta a las seis. Desayuno rápido, más bodymilk y al Rocío. Lunes de Pentecostes, carretera de Sevilla destino Almonte y viva la Blanca Paloma. A medio camino, me entero que uno de los varales se ha roto y que la Virgen vuelve a la ermita. Y allí estaba yo. Micrófono en mano, gente a rabiar, mediodía, en la calle Carretas, 40 grados, ni un soplo de viento, hora y media junto al Simpecado de Jerez y sin una sombra ni un mísero sombrero rociero con el que taparme.… Estaba encendido. Aquello hervía (mi cuerpo, se entiende). Mi compi Rafa Delgado se acercó con una lata de Cocacola. Se lo agradecí. Sobre la una me refugié en la Casa de Hermandad de Jerez. Dos cervecitas frías y un Tío Pepe aliviaron mi espíritu pero no mi cuerpo achicharrado.

Cuando volví el martes a la redacción, un compañero de cuyo nombre no quiero acordarme me dio una palmada en la espalda que me hizo ver todas las estrellas del firmamento y algún que otro agujero negro. Aún llevo marcados los dedos… Hasta la fecha llevo gastados una caja de antiinflamatorios, tres botes de bodymilk… ¡y media docena de huevos!… por lo menos ahorro en aceite y sartenes, oigan…

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