PISA
(Artículo publicado en Viva Jerez el 3/4/2014)
Se veía venir.
Los datos de los últimos años ya evidenciaban la mala situación que, en materia
educativa, arrastra este país. Y hace un par de días se ha constatado con los
resultados del Informe Pisa. Los medios de comunicación han salido al paso de esta
información con titulares como “los
alumnos españoles a la cola de la OCDE…”, “los malos resultados del informe Pisa ponen en duda el sistema
educativo español...”, “el alumnado
español suspende en habilidades para resolver problemas cotidianos…”, “las matemáticas siguen suspendiéndose en
España…”. En fin, que más de lo mismo. Que nuestro país, informe tras
informe, sigue cateando en educación sin que nada ni nadie le ponga freno a
esta debacle. La difusión de los resultados ha tenido
un fuerte eco mediático, aunque a menudo con lecturas demasiado partidistas y
donde lo único que parecía importante era encontrar culpables. Y a la
hora de buscarlos, políticos, sindicalistas, padres, alumnos y profesores
lanzan balones fuera intentando eludir un problema que es de todos, pero
principalmente de los primeros que juegan a ser profesores promulgando leyes
educativas de siglas rimbombantes, que durante años se han contradicho unas a
otras (la LODE, la LOGSE, la LOCE, la LOE y ahora la LOMCE). Unos políticos que
creen que la solución está en cambiar de siglas y donde antes era la EGB y el
BUP ahora es la ESO y el Bachillerato (eso creo, porque ya casi nadie se
entera). Y donde antes era un cero o un diez, después fue un “necesita mejorar o progresa adecuadamente”
y ahora vuelta a empezar. Pero los políticos no son los únicos culpables de lo
que está pasando. Todos, en general, debemos entonar con fuerza el “mea culpa”,
padres y profesores incluidos. El Informe PISA sólo
tendrá utilidad real si sirve para desencadenar un proceso de reflexión serena
sobre la necesidad de llegar a acuerdos muy amplios sobre el sistema educativo
que necesitamos y que queremos; sobre la relación entre gasto educativo y
resultados; sobre la necesidad de una movilización social que amplíe el debate
al conjunto de la sociedad pero que, a la vez, escuche al profesorado; sobre el
grado de autonomía necesaria para que cada centro pueda establecer sus
prioridades y su manera de hacer. Considero
que la
educación debería convertirse de una vez por todas en un asunto de Estado. Los
partidos políticos deberían sentarse en una mesa junto con los representantes
de los centros educativos y negociar la creación de una ley educativa seria,
consensuada, responsable y, sobre todo, duradera en el tiempo. Nos jugamos
mucho. Sobre todo el futuro de nuestros hijos. Y con eso no se juega.
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