miércoles, 11 de diciembre de 2013

SENTIDO COMÚN


(Artículo publicado en Viva Jerez el 12/12/2013)
Que la cosa está malita es de sobra conocido por todos. No hay reunión en la que no se hable del miedo que se nos ha instalado en el cuerpo ante un presente negro negrísimo y un futuro peor aún si cabe, sin luz al final del túnel y sin brotes verdes que nos señalen un horizonte despejado. Todos conocemos a decenas de amigos, conocidos o familiares a los que un expediente de regulación les ha puesto de patitas en la calle. 

Es posible que usted sea uno de ellos y ahora esté leyendo este artículo asintiendo con la cabeza mientras se pregunta quién demonios lo va a contratar con la edad que tiene. Igual es usted uno de esos que apostaba por jubilarse en la empresa en la que trabajó toda la vida, y ahora tiembla tras el último recorte salarial y no las tiene todas consigo al ver cómo está el patio. O es un pensionista que, tras toda una vida cotizando, se ve ahora con cuatro perras mal contadas que debe compartir con unos hijos en paro que vuelven a casa todos los días para comer y cenar acompañados de su familia. Quizás seas un joven estudiante a punto de terminar la carrera que observa con miedo el frío que hace fuera, en una calle vacía de oportunidades; o bien eres un licenciado con tres idiomas y dos másters y dispuesto a repartir pizzas tras haberse dejado las suelas y las ilusiones echando curriculums. Sinceramente no sé qué va a ocurrir ¿Alguien lo sabe?. Los que entienden de macroeconomía (esos que un día auguraban la fecha de salida de la crisis) hace tiempo que tiraron la toalla y ya nadie les cree. De los políticos, en general, mejor no hablar, porque sus acciones, o mejor dicho, sus omisiones los definen. Creo, como muchos, que la política es este país habría que refundarla, o mejor dicho, refundirla como las campanas. Solo así volveríamos al concepto griego que preconiza la democracia real, el poder (kratos) del pueblo (démos). Porque probablemente lo peor de todo esto sea el hartazgo, el cansancio, la conformidad que se ha instalado en esta sociedad. De vez en cuando surgen movimientos como el 15M que nos inyectan esa energía necesaria para alzar el puño y luchar por lo que nos corresponde, pero al poco se diluyen como azucarillos en el café, se desinflan arrastrados por esa marea de desaliento viral que nos contagia a todos. No me pregunten cómo debemos salir de ésta. 

Desgraciadamente no tengo una varita mágica. Soy un simple periodista que en ocasiones dibujo en una columna la realidad que me rodea, sin ambages, sin edulcorarla lo más mínimo. Aunque el sentido común me dice que o pegamos un puñetazo en la mesa y decimos basta ya y hasta aquí hemos llegado, o el barco se va inexorablemente a pique. Y eso se logrará cuando todos, y cuando digo todos es todos, nos levantemos y rememos en una sola dirección, sin hacer la guerra por nuestro lado, dejando atrás el pesimismo y exigiendo lo que nos pertenece como seres humanos. Por sentido común.

1 comentario:

  1. Lo único bueno de este desastre, es que ha despertado en todos las conciencias y la solidaridad...

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