Lunes. Primer día oficial de mis vacaciones. Ole con ole. A no hacer nada. Playita, piscina, sudokus, bañador todo el día, películas de Esteso y Pajares, cervecitas y tintos de verano aderezados con papitas aliñás y tapita de queso. Este año me he propuesto no hacer nada que se parezca al trabajo. Disfrutar del sol y del tiempo libre paseando y leyendo algún libro trascendente… pongamos que el póstumo de Gloria Fuertes. Me he planteado descansar cada tarde en los brazos de Morfeo y adorarlo con pasión hasta que la salivilla caiga por la comisura de mis labios.
Martes. Segundo día de vacaciones. Aprovecho y arreglo esa puerta de la cocina que no cierra bien, coloco una balda en el cuarto de los niños y pinto el techo del dormitorio, incluida la limpieza previa de los cadáveres esqueletizados de los mosquitos que quedaron en él espachurrados por una revista enrollada tras una noche desesperada de picotazos. Después, siesta interruptus… a causa de un operador de telefonía móvil empeñado en venderme no sé qué oferta ¡A las 4 de la tarde!. En fin, siempre me queda el Club Nazaret y sus sardinitas asadas… Miércoles. Tercer día de vacaciones. Otra mañana despertándome a las siete. Será la costumbre de todo el año, pero a esa hora un resorte me hace saltar de la cama. Un café, Internet, a ver qué dicen hoy en el feisbuq y en los periódicos… y a no hacer nada más. Por cierto, ¿Qué hago hoy?. Las 9. No quedan reparaciones en casa y hace mucha calor para coger el coche e ir a la playa. Las 10. Mi hijo me pide jugar al fútbol un rato… A los 10 minutos se me sale el corazón por la boca y me tengo que sentar. Debo mejorar mi forma física.
Las 11. Me entretengo viendo el grácil vuelo de una mosca que revoletea a mi alrededor mientras de fondo por la radio suena la versión moderna de “La Ramona” de Esteso. Las 12. Ya ha bebido el Papa. Una copita de Tío Pepe y... ¡Jo!. Se me olvidó meter la botella en la nevera y el fino parece manzanilla, pero la de Hornimans. Llamo a mi amigo Perico. No estoy en Jerez. A mi amigo Emilio. Estoy en Ubrique. A mi compi Desi, Sergio, Miguel…Nada. Trabajando o fuera de circulación. 1 de la tarde. 35 grados a la sombra. Levante en calma. En la calle las chicharras se rebozan encantadas en una calor que hierve el asfalto. 2 de la tarde. A ver qué hay en la nevera. Nada. Debo ir al Carrefour… pero ya por la tarde, con la fresquita. Descongelo una tortilla en el microondas y a dormir la siesta. Ya son las 3. Media hora más tarde el mismo operador con otra oferta. Me acuerdo de la meretriz de su señora madre. Me levanto. Pongo la tele. 5 de la tarde. Me llama Germán recordándome el artículo que debo entregar hoy para el Viva Jerez. Respiro hondo. Por fin algo que hacer. Por cierto, ¿de qué escribo hoy?. Ya lo tengo… de las vacaciones. Miro el almanaque. Ya falta menos para volver al trabajo.
Verdad como la vida misma,En vacaciones muchas veces estamos deseando ir al trabajo para "descansar un poquito".
ResponderEliminarSaludos Esteban.