miércoles, 2 de abril de 2014

PISA

(Artículo publicado en Viva Jerez el 3/4/2014)

Se veía venir. Los datos de los últimos años ya evidenciaban la mala situación que, en materia educativa, arrastra este país. Y hace un par de días se ha constatado con los resultados del Informe Pisa. Los medios de comunicación han salido al paso de esta información con titulares como “los alumnos españoles a la cola de la OCDE…”, “los malos resultados del informe Pisa ponen en duda el sistema educativo español...”, el alumnado español suspende en habilidades para resolver problemas cotidianos…”, “las matemáticas siguen suspendiéndose en España…”. En fin, que más de lo mismo. Que nuestro país, informe tras informe, sigue cateando en educación sin que nada ni nadie le ponga freno a esta debacle. La difusión de los resultados ha tenido un fuerte eco mediático, aunque a menudo con lecturas demasiado partidistas y donde lo único que parecía importante era encontrar culpables. Y a la hora de buscarlos, políticos, sindicalistas, padres, alumnos y profesores lanzan balones fuera intentando eludir un problema que es de todos, pero principalmente de los primeros que juegan a ser profesores promulgando leyes educativas de siglas rimbombantes, que durante años se han contradicho unas a otras (la LODE, la LOGSE, la LOCE, la LOE y ahora la LOMCE). Unos políticos que creen que la solución está en cambiar de siglas y donde antes era la EGB y el BUP ahora es la ESO y el Bachillerato (eso creo, porque ya casi nadie se entera). Y donde antes era un cero o un diez, después fue un “necesita mejorar o progresa adecuadamente” y ahora vuelta a empezar. Pero los políticos no son los únicos culpables de lo que está pasando. Todos, en general, debemos entonar con fuerza el “mea culpa”, padres y profesores incluidos. El Informe PISA sólo tendrá utilidad real si sirve para desencadenar un proceso de reflexión serena sobre la necesidad de llegar a acuerdos muy amplios sobre el sistema educativo que necesitamos y que queremos; sobre la relación entre gasto educativo y resultados; sobre la necesidad de una movilización social que amplíe el debate al conjunto de la sociedad pero que, a la vez, escuche al profesorado; sobre el grado de autonomía necesaria para que cada centro pueda establecer sus prioridades y su manera de hacer. Considero que la educación debería convertirse de una vez por todas en un asunto de Estado. Los partidos políticos deberían sentarse en una mesa junto con los representantes de los centros educativos y negociar la creación de una ley educativa seria, consensuada, responsable y, sobre todo, duradera en el tiempo. Nos jugamos mucho. Sobre todo el futuro de nuestros hijos. Y con eso no se juega.

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