(Artículo publicado en Viva Jerez el 14/2/2013)
Hasta cuatro veces he iniciado este artículo y otras tantas
he vuelto atrás. Probablemente porque me duele tener que referir hechos que, de
alguna manera, forman parte de mí mismo, por haber nacido aquí y amar esta
tierra. Mi trabajo en la televisión me está llevando últimamente a ahondar en
la historia reciente de Jerez, en un pasado de documentos en sepia, ajadas
fotografías en blanco y negro y cintas en rollos de Super8. Y el pasado que
aparece ante mis ojos es el de un Jerez con una industria vinatera que daba
miles de puestos de trabajo en bodegas, viñas y empresas auxiliares; el de
media docena de cuarteles militares que animaban las calles de quintos de color
caqui; el Jerez de tres azucareras que, a cambio del mal olor, nos traían centenares
de puestos de trabajo; el de una Caja de Ahorros de Jerez perdida en la noche
de los tiempos por los experimentos con gaseosa de las fusiones; el Jerez de
las animadas casas de vecinos de Santiago, San Miguel o San Pedro que hoy se
caen a pedazos sin nadie que lo remedie. No digo que la solución deba pasar por
una vuelta atrás en el tiempo. Pero sí tenerlo presente para recuperar lo
perdido.
Y debemos empezar diciéndoles a nuestros hijos que Jerez no es esa oscura
ciudad que sale en los telediarios por liderar los datos del paro, o por las
huelgas de la basura, los autobuses o los comedores escolares. Que Jerez posee
un potencial que debemos rehacerlo entre todos, conociéndolo y enseñándolo a
nuestros jóvenes para que apuesten y emprendan afrontando su futuro sin
necesidad de emigrar a otros lares. Muchas ciudades quisieran tener el nombre,
la imagen de marca que a nivel mundial se ha granjeado Jerez y sus vinos a lo
largo de siglos de historia. Muchas ciudades pagarían por la riqueza artística de
nuestros monumentos o por el patrimonio de la humanidad que supone el flamenco,
rezumando arte en cada rincón, o por una Escuela Ecuestre con la categoría de
nuestros universales caballos o por un Circuito de Velocidad de primer orden. Y
qué decir de la grandeza de su gente, de la posición geográfica a un paso del
mar y la sierra, de su aeropuerto, de su colorida Feria del Caballo y su
inigualable Semana Santa, de una Navidad de zambombas y belenes, de su
Zoobotánico, del Festival de Jerez y de su Teatro Villamarta…
Es curioso, pero
inicié este artículo con reticencias pero lo acabo con esperanza. Nací y vivo
en esta ciudad y deseo que mis hijos tengan la oportunidad de hacerlo. Sé que
no es tarea fácil a tenor de la que está cayendo. Pero mejor intentarlo que dejarnos
caer, apostar que darnos por vencido. Conseguirlo es una labor de todos, no
solo de la administración. No tengo la fórmula pero lo que sé es que lo primero
debe ser creérnoslo y lo segundo apostar por Jerez en la medida de cada uno. Ser
emprendedores puede ser una de las salidas. Ejemplos hay muchos. Nos va en ello
el presente, pero sobre todo, nuestro futuro y el de nuestros hijos.
A mí también me duele. Me identifico contigo al leer tus líneas que esbozan una realidad grisácea, pero prefiero seguir soñando... El Mundo necesita más Soñadores, Jerez necesita más Emprendedores...
ResponderEliminarDesde pequeña me han enseñado que la Historia hay que conocerla para aprender de ella. Para no volver a cometer los errores y para seguir adelante con lo que da buen resultado.
ResponderEliminarSolo que a veces parece que a algunos se lo enseñaron al revés.
En cualquier caso nunca, nunca tirar la toalla. Como bien dices, lo primero es valorar todo el potencial de Jerez, nosotros mismos. Es una premisa "si no te quieres a tí mismo, difícilmente te van a querer otros". Y eso le pasa a Jerez (a los jerezanos).
Pero no a un sector de la población, por desconocimiento o cultura, a todos los niveles, falta creer en Jerez, amar a Jerez, apostar por Jerez, estar orgulloso de Jerez.
A veces hay que plantearse que Jerez no nos merece, o que estamos llegando a un Jerez que es fruto de nuestra desidia, nuestro desprecio o nuestro mirar para otro lado, porque "siempre lo de otro, lo de fuera, lo que está allí"... "es lo mejor".
Y bueno, pues claro que hay que mirar para otros lados, pero para aprender y aplicar aquí lo mejor y adaptarlo y superarnos y no dormirnos, y mirar al frente y orgullosos de lo que somos, de lo que hacemos, de la historia que escribimos.
Felicidades Esteban, por haber repasado una quinta vez este texto, terminarlo y publicarlo.