miércoles, 10 de junio de 2009

FIEBRE XERECISTA

(Artículo publicado el 11/6/09 en Viva Jerez)

Ya está bien. Que suba de una vez y que la fiesta se monte en la calle. Llevamos dos semanas hablando de puntos y clasificaciones, de elucubraciones que nos llevarían al triple empate, de porcentajes y posibilidades matemáticas de subir, del Hércules, el Tenerife y el Zaragoza, de banderas colgadas de los balcones, de himnos de Xerez pasados por bluetooth, de toques de claxon, de casetas engalanadas con la bandera de una ciudad de primera, de calles Bellavista, Almonte y Muñoz y Pavón orgullosas de su xerezanismo, de fiestas aplazadas en la Plaza del Arenal, de camisetas blanquiazules y minotauros con el número 12. Es la fiebre tensionada de una afición que no acaba de ver el sueño cumplido, el de un ascenso de categoría que el equipo y la ciudad se merecen. Es el “sí, pero aún no”. Es el “seguro que sube, pero a ver cuándo”. Es el “si se empeñara sería imposible que no subiera, pero necesitamos un puntito más…”. Es ese sin vivir que me trae por la calle de la amargura.


Les cuento una anécdota verídica ocurrida hace una semana en un colegio jerezano. En plenos preparativos para la primera comunión y con la presencia de los alumnos y los padres de las criaturas, uno de los sacerdotes pidió a los niños que le respondieran a esta pregunta: “Decidme, ¿Qué hecho importante y trascendental para vuestras vidas tendrá lugar este próximo domingo?. Un chico levantó el dedo y respondió: Muy fácil, padre, que el Xerez ascenderá a primera..”. Desconozco si el cura mostró su enfado ante tan maño atrevimiento o se volvió de espaldas para que nadie le viera esbozar una sonrisa, pero lo cierto es que demuestra a las claras hasta dónde llegan los ecos de este sunami xerecista del que no escapa nadie, incluso de los que nunca han ido a Chapín o se declaran ajenos a este deporte.


Sí, es una fiebre… pero bendita fiebre. Reconozco que yo también me he dejado arrastrar por la marea xerecista colgando de mi ventana la bandera de mi equipo, pero tras cinco semanas dándole el sol y el levante ya da penita verla. Tendré que lavarla esta tarde para tenerla reluciente para el sábado… Porque ¿Será este sábado, o no?

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