miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL VASCO

(Artículo publicado en Viva Jerez el 26/11/2015)
Fue allá por los 80. Aunque no lo crean también yo tuve 18 añitos, y muy bien puestos dicho sea de paso y no es porque esté yo presente… Bien. Lo cierto es que por esas fechas acudí presto (a la fuerza, vamos) a la llamada del Ejército. Tras la instrucción en San Fernando (marinería, para más señas) me destinaron a Madrid. Sí, como suena. Recuerdo el choteo de mis amigos ¿Qué, a patrullar con el portaaviones en el Manzanares o en el lago de la Casa de Campo, no? Y allí estaba yo. En la capital de España, en unas dependencias de Marina en la calle Arturo Soria. El primer día, la primera en la frente. Me recibe un vasco con cara de vasco. Jeresano, cuéntanos un chiste. Pero antes sácate la patata de la boca, jajaja. Yo por entonces era el tío más soso para contar chistes (aún sigo siéndolo). ¿Y tú por qué no te pones la boina y cortas algunos troncos para entretenerte? le solté al vasco que me dijo algo en euskera que por el tono seguro que se estaba acordando de toda mi gente. Por si acaso, le dije “quillo, que eres un joio ziezo vascuence pichafloja”. Se quedó como diciéndome qué ha dicho éste que no le he entendido nada. Reconozco que previamente ya tenía una cierta animadversión a los vascos. La idea que por entonces nos vendían era la de unos tíos muy brutos que te sacaban una pistola o una bomba lapa a la de tres. La actitud chulesca de Patxi (que así se llamaba el vasco) reafirmó mi idea. Casi llegamos a las manos si no se interpone un compañero. Tres meses estuvimos evitándonos, asesinándonos con la mirada. Te espero en la calle “jeresano”. Cuando quieras “vascuence”. Pasó el tiempo y un día coincidimos “fuera” en la despedida de un compañero de Burgos que nos invitaba en el bar de un pariente en la zona de Argüelles. Copita por aquí, copita por allá, y de repente no sé cómo, acabé en la barra hablando con Patxi. Al principio tensos. Desafiantes. Marcando distancias. Pero poco a poco la conversación derivó a tengo un tío que se casó con una de Granada y es muy majo, y yo que el tal Iríbar, el portero del Atleti, era mi ídolo. Y de ahí a otra copa y a otra, y a la exaltación de la amistad cuando Madrid comenzaba a despertar. Desde ese momento fuimos inseparables. Me enseño algo en euskera y yo le hablé de la Feria. Al acabar la mili nos dimos un abrazo y prometimos volver a vernos. Pero esas son cosas que se dicen… pero que casi nunca se cumplen. Eso sí, hablamos alguna vez por teléfono. La moraleja de es que desde entonces procuro no prejuzgar ni encasillar a nadie por su lugar de origen, su raza, su cultura o su credo. Porque casi siempre me equivoco. Gente buena la hay en todos lados. Y mala también. Ahora que ciertos hechos terroristas hacen que muchos prejuzguen a personas que profesan otro credo religioso al nuestro, me acuerdo de Patxi y del tiempo que perdí por no intentar conocerlo mejor. Igual algún día cojo el coche y voy a ver al “vascuence”…  

jueves, 19 de noviembre de 2015

MADURITO INTERESANTE

Les confieso que últimamente llevo mal eso del paso del tiempo en mis carnes morenas y esa manía del ser humano de cumplir años, uno detrás de otro sin solución de continuidad. Pero, en fin, qué se le va a hacer. Ya se sabe que cada uno se contenta con lo que puede. Algunos haciendo suya esa frase que acuñara Adolfo Domínguez que alude a la belleza de la arruga, y otros ocultando su verdadera edad a los demás (sobre todo el Facebook, que vaya con algunos y algunas). Los hay también que hacen un pacto diabólico con alguna clínica dermoestética alisando la piel, poniendo o quitando cosas de allí o de allá hasta llegar, en ocasiones, a rozar el ridículo (ahí tienen a Carmen de Mairena que da miedo verla, por Dios…). Todos, en uno u otro momento, caemos en la tentación de engañar al calendario. Pero, como suele ocurrir, hay días y días. Y les cuento. 

Fue el pasado lunes. Parece como si todos los astros se hubiesen alineado ese día para recordarme lo rápido que pasa el tiempo y cómo éste se ceba en mi persona. Y la primera, en la frente. Fue al despertarme. Era el primer día de la semana. El día anterior había trasnochado demasiado. Como cada mañana me dirigí al cuarto de baño. Y allí estaba yo, frente un espejo chivato que me devolvía con crueldad los efectos de una insomne noche en mi cara. El despeinado de mi pelo, las evidentes ojeras y una barba de tres días aumentaba mi sensación de estar frente a la reencarnación del abuelo de Heidi ¿Quién es ese que se asoma frente a mí? En fin, pensé, una ducha y todo arreglado… o casi. Creí que todo acababa ahí, pero no fue así. Ya en el coche y camino del cole, hice un comentario a mi hijo sobre el vaquero hecho jirones que llevaba, tan largo que casi se lo pisaba. Su respuesta aludió a eso de que papá estás ya muy mayor, no entiendes y eres un antiguo. Me callé para no meter más la pata. Al llegar a mi trabajo, en el ascensor, un vecino que dice que estoy más gordito aunque, en un intento de arreglarlo, dijo que eso de la tripita era normal en “alguien de mi edad”. 

A mediodía, al salir, un joven en la calle me llamó de usted para preguntarme la hora, y por la tarde el peluquero me preguntó si quería ocultar mis canas con un líquido que era lo último en cosmética capilar para disimular el blanco de mi cabello de madurito interesante. Menos mal que el día acabó. Pero llegarán otros. Y mañana seré un día mayor. En fin, siempre podré decir eso de que lo importante es llegar a esta edad, o que así es la vida, o que la experiencia es un grado (aunque siempre habrá quien te diga que esa expresión es de cuando se hacía la mili, que yo la hice, en la Marina para más señas). Pero el que tuvo… retuvo, como diría el otro.  Y aquí está el tío. Un “madurito interesante” ¿O no? Y es que cada uno se contenta con lo que puede.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA PORTABILIDAD

(Artículo publicado en Viva Jerez el 12.11.2015)
Hola ¿Cuánto paga por su conexión a Internet, a televisión y teléfono fijo? ¿Yo? Unos 50 euros. ¿Y por el móvil suyo y el de su esposa? Unos 35 entre los dos. Si se pasa a nuestra compañía tendrá más megas, más canales, el fijo y dos líneas de móviles con 3 gigas cada una por 70 euros. Me salen las cuentas. Pagaría 15 euros menos y tendría más de todo… Sí, adelante ¿Qué hago? Bien, le solicitamos la portabilidad a su compañía y en breve recibirá dos nuevas tarjetas SIM. ¡Y aquí comienza el calvario! A los 2 días llaman de mi compañía y me alertan que en 48 horas me quedo sin las dos líneas al transferir la portabilidad. ¡Pero si no tengo las tarjetas! 

Marco el número desde donde me dieron la oferta. No da tono. Es una centralita. Llamo al que aparece en la web. “Nuestras operadoras están ocupadas en este momento. Llame más tarde”. Al quinto intento. Número de DNI. Sí, dígame. Le explico el caso. “El sistema nos indica que usted ha recibido ya las tarjetas”. Sí, pero lo cierto es que no es así y pasado mañana me quedo sin teléfono. Le transfiero al departamento de altas. 30 segundos de música y se corta la llamada. Vuelvo a marcar. “Nuestras operadoras están ocupadas…”. Al sexto intento, DNI y ¿Qué desea? Le explico una vez más mi periplo. “El sistema nos indica que usted ya las ha recibido…”. Oiga, que no. Le paso al departamento de contratos. Musiquilla. 2 minutos. DNI. Sí, dígame. Le vuelvo a explicar el caso. “El sistema nos indica…” Oiga, por favor, que no las he recibido (mi tono ya iba en aumento). No se preocupe que las recibirá. Cuelgo el teléfono enfadado. Al día siguiente, SMS de mi compañía “En 10 horas se queda sin línea” ¿Cómo? Vuelvo a llamar. “Nuestras operadoras…”. Al fin. DNI. ¿Si? Oiga me dice mi operador que me quedo sin línea en 10 horas y aún no tengo las tarjetas. “El sistema…” Oiga, que anulen mi portabilidad. Que se acabó. De acuerdo caballero, se anula. Cuelgo. Al poco tiempo otro SMS de mi compañía “En 1 hora se queda sin línea”. Me enciendo. Vuelvo a llamar. Oiga ¿Está anulada mi portabilidad? Sí, caballero. Ya pero es que en mi compañía me dicen… “El sistema indica que está anulada”. Le paso con bajas. Y se corta la llamada.

Vuelvo a llamar. DNI. ¿Qué desea? Buenas tardes (Esta vez con tono muy serio). Dígame su nombre, de dónde llama y su número de operador. Un segundo que lo apunto. Le llamo desde un despacho de abogados. Estamos ultimando una querella criminal en virtud al artículo 122 de 2012 contra su compañía y contra usted subsidiariamente si en 1 hora los dos letrados que aquí trabajamos nos quedamos sin línea por culpa de no haber anulado la portabilidad que hemos solicitado, con base a la jurisprudencia manifiesta de 2 de enero de 2006 de la Ley de Portabilidad 2/2011. Queda usted advertido. Gracias. Parecía Pinocho, pero me quedé tan ancho. Al minuto, mensaje de mi compañía “La portabilidad queda anulada”. A fecha de hoy aún no he recibido las tarjetas. ¿Imaginan el nombre de la compañía? Es fácil ¿SI O NO? Si me ven por la calle, pregúntenme... si me dicen el DNI, claro…